uBrais sirve un balón bombeado desde la línea de banda derecha para lanzar a los atacantes realistas. EFE
El seguimiento a Brais Méndez

El interruptor que enciende la luz

El de Mos enseña el camino hacia la portería contraria con pases llenos de inspiración y un punto de clarividencia que se echaba de menos

Gaizka Lasa

San Sebastián

Jueves, 26 de septiembre 2024, 02:00

A veces, es solo cuestión de encontrar el interruptor. Y pulsarlo, claro. De repente, se enciende la luz y la composición de las cosas ... parece correcta, por mucho que en la oscuridad uno empezara a dudar hasta sentirse perdido. La Real encontró y pulsó ayer el botón de Brais Méndez y se iluminó el fútbol txuri-urdin. A Roberto Olabe le volvieron a salir las cuentas en su divulgado teorema sobre la alimentación del área. Lo anterior al gol. Porque el gallego suministró a diestro y siniestro. En una conjunción de imaginación y precisión, puso primero un caramelo dentro del área a Oyarzabal que el capitán no acertó a controlar debidamente. Y minutos más tarde, derivó una pausada conducción hacia su lado derecho, viendo por el retrovisor la llegada de Barrenetxea, cuando todos, rivales y afición, intuían el servicio filtrado a la izquierda hacia Oyarzabal. No perdonó en carrera el donostiarra. Con Brais y la luz encendida, todo parecía en su sitio. El gol, la victoria, la ilusión europea, el optimismo, la ambición del proyecto... Todo.

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Porque el de Mos intuye el pase en la salida de balón del rival, se mueve sigilosamente como felino que avista a su presa, intercepta, roba y se acerca al área con descaro. El estilo agresivo de la Real de Imanol. ¡A por ellos! El mejor ejemplo de este modus operandi ocurrió en el minuto 30. Luego decidió jugársela, lanzar desde muy lejos –tal era el grado de confianza– y le salió a las gradas. Pero el origen, la alimentación, el camino, estaba trazado.

  • Su mapa de calor Jugó en el centro del campo, cayendo a banda derecha para nutrir de balones a los delanteros desde aquel costado. Ayudó en defensa y puso el balón parado.

El exjugador del Celta conduce como nadie en un contraataque. Acorta las curvas –esos pases horizontales que aburren al aficionado– para buscar el destino deseado con determinación, como en esa que deja en ventaja a Odriozola en el minuto 38, con todo el flanco derecho del ataque libre para generar algo más de lo que acabó aprovechando el donostiarra.

Lo que ocurría era que cada cierto tiempo, como en los edificios inteligentes, la luz se apagaba y había que volver a pulsar el botón. Si pasaban muchos minutos, la Real, a oscuras, sufría. Y mucho. Se percató de ello el Niza y ató en corto al ingenioso mediocentro, que apenas podía girarse en la segunda parte.

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Lo vio Imanol, que decidió sustituirle en el 68. No jugaba desde el 1 de septiembre, se ha entrenado cuatro días –literalmente– tras su lesión en el quinto metatarsiano, y la falta de rodaje no presagiaba un final de partido fulgurante. Bastaba con una hora larga de juego para localizar el interruptor. Habrá que acertar a encenderlo cuantas más veces mejor.

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