La ecuación más compleja
Lucha a tres bandas. La Real tendrá que ganar en Nápoles o igualar el mismo resultado que el AZ para clasificarse
La Real tendrá que ir a ganar al Nápoles en su campo el jueves que viene o igualar el resultado que obtenga el AZ en el campo del Rijeka. Esas dos combinaciones son a grosso modo lo que deja el empate a dos de la Real ayer en Anoeta ante el Rijeka y el que también se dio, este a uno, entre el AZ y el Nápoles en Alkmaar, en una noche de transistores en la que la Real nunca estuvo fuera de la Europa League pero tampoco dentro. Los optimistas dirán que la Real depende de sí misma; los pesimistas que ganar en Nápoles son palabras mayores.
A decir verdad, no queríamos esta posibilidad ni en pintura, aquello de dejar todo para el último partido en Nápoles. Tendrá que ser así. La inesperada victoria del AZ en el campo del Nápoles en la primera jornada ha condicionado el desarrollo del grupo.
Clasificación
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1 Nápoles 10
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2. Real Socieda 8
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3 AZ Alkmaar 8
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4 Rijeka 1
Opciones de la Real
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Si gana al Nápoles Se clasifica primera y superaría en la tabla a los italianos con 11 puntos frente a los diez de los de Gattusso. Ganaría el golaveraje al AZ Alkmaar aunque los holandeses ganen en Croacia.
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Si empata en Nápoles Se clasifica segunda si el AZ no gana en Croacia. La Real pasaría segunda por golaveraje y el Nápoles terminaría líder. Eliminada si los holandeses vencen en Rijeka. El AZ terminaría primero y los italianos segundos.
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Si pierde en Nápoles Se clasifica segunda si el Rijeka gana al AZ Alkmaar en Croacia. El Nápoles sería el campeón del grupo. Eliminada si el AZ empata o vence en Rijeka. El Nápoles terminaría primero y el AZ segundo.
La Real tendrá que ganar (o igualar el resultado del AZ) la tarde en la que la ciudad de Nápoles bautizará su campo San Paolo como el de Maradona. No será un día cualquiera en la ciudad italiana. Todo pinta a una gesta de la Real.
El problema que la Real tiene en el delantero centro quedó en evidencia ayer con Isak. No está fino
ARIETE
La Real tuvo que crear más de 25 ocasiones para marcar dos goles. En Europa así es imposible
OCASIONES
El grupo de la muerte, con un equipo de Champions como el Nápoles, el (no) campeón de la Eredivisie y el líder de LaLiga, hará honor a su nombre. Ninguno de los tres está clasificado, ninguno de los tres está eliminado. Los tres dependen de sí mismos. Tres equipos para dos plazas.
Habrá que confiar en el poderío a domicilio de la Real, de su capacidad para ganar en cualquier campo. Eso sí: deberá afinar su puntería porque ayer, como en los cuatro partidos anteriores en la Europa League, volvió a fallar más que una escopeta de feria. Si en LaLiga se le caen los goles del bolsillo, en la Europa League la portería se le hace pequeña y los porteros rivales gigantes. No hay manera. A la hora de buscar una explicación a esta metamorfosis empieza a ganar fuerza la falta de experiencia en Europa, la presión que siente el equipo por ganar y la madurez de los rivales con los que se ha cruzado esta bisoña Real.
Si el nueve no marca...
Entre ocasión y ocasión de Isak y Oyarzabal, nos pasamos la noche con un ojo en Anoeta y el otro en el campo del AZ porque el baile en los marcadores de los dos campos nos llevó a recalcular las opciones de pasar a dieciseisavos tantas veces como minutos tuvo la noche europea. Hubo un momento, cuando el Rijeka se puso por delante en el minuto 36 de partido, en el que el cielo se nos cayó encima porque la Real no veía puerta y los números nos decían que tenía que marcar en los 54 minutos que restaban de partido tantos goles, dos, como los que había marcado en los cuatro partidos anteriores. A duras penas lo consiguió. Lo que no contábamos era que el Rijeka marcara un segundo.
Y es que desde bien pronto se comprobó que nuestros artistas no tenían su mejor día. Si Merino y Silva no están y el delantero centro sigue igual de negado que en LaLiga, aparecen los nubarrones en la Real.
Todavía hoy no sabemos si era un partido para crear arte o para chapotear en el fango. Porque el Rijeka sabía que la salud estaba en cerrarse bien para tratar de salir a la contra en cuanto recuperan el balón y los nuestros no tuvieron clarividencia para adaptarse a ese escenario. Tanta prisa se querían dar por dejar encarrilado el partido, que fue el Rijeka el que se adelantó.
El partido se le puso cuesta arriba a la Real en el minuto 36 después de que Monreal despejara a córner un balón que no llevaba ningún peligro. Es raro, muy raro, que le ocurra a un jugador de su experiencia, pero es que hasta eso salió cruz en una primera parte en la que hubo ocasiones sobradas para matar el partido. Los nuestros, en especial Isak, al que le contabilizamos cuatro oportunidades de gol, pecaron de falta de claridad. Ya saben: lo que separa el grano de la paja.
Los minutos volaban para la Real y no avanzaban para el Rijeka, encerrado en su área. La Real no terminaba de cogerle el punto por más que tuviera a sus diez jugadores en el campo del rival. Fue una pelea sorda y ciega en la que la Real no encontró una vía de claridad para hilvanar juego como acostumbra, para desarbolar al equipo rival antes con las ideas que con la voluntad. Cuarenta y cinco minutos jugando al fútbol más por costumbre que con criterio. Los realistas se fueron al descanso golpeados por un gol que ponía en riesgo su pase a los dieciseisavos. En el campo del AZ, el Nápoles iba ganando al acabar la primera parte. Todo estaba en el aire.
Nos fuimos al descanso pensando más en las ocasiones en las que la Real recuperó el balón en zona de peligro y no acertó a tomar la decisión correcta. Como aquellas en las que Isak se plantó delante del portero y no definió como debe hacer el delantero centro del equipo líder de LaLiga. Por no hablar del remate de cabeza en el último minuto de la primera parte.
Ocasiones y más ocasiones
El guion no cambió en la segunda parte pero pudo hacerlo si no es por el mano a mano que sacó Remiro nada más volver de vestuarios. Ese 0-2 podía haber sido definitivo. De Holanda llegaba en ese momento el empate del AZ. Ahí, con la Real perdiendo, los neerlandeses dependían de sí mismos en la última jornada. Pero salió Bautista y volvió a marcar al Rijeka cuando ya Imanol se prestaba a aprovechar los cinco cambios que le permite el reglamento. La Real apretaba, quería el segundo gol, el de la victoria, pero en un córner el que metió fue el Rijeka. Otro mazazo que nos llevaba a tirar de la calculadora. Tuvo que ser Monreal el que mantiene vivo a la Real cuando remató en el segundo palo en una de las muchas llegadas al área del Rijeka. Alguien dijo que la Real a esas alturas de partido contabilizaba 25 ocasiones de gol por cinco de su rival. Pues eso. Habrá que dar las gracias por llegar vivos a Nápoles.
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