Momento decisivo del partido en el que Gil Manzano muestra la tarjeta roja a Brais Méndez, contrariado consigo mismo. REUTERS
Seguimiento

Brais Méndez, el alumno ejemplar cae en la trifulca

Un error innecesario, inoportuno e indisimulado del gallego al pisar a Busquets deja a la Real con diez antes de llegar al descanso

Gaizka Lasa

San Sebastián

Jueves, 26 de enero 2023, 06:39

Le ocurrió a Brais Méndez lo que al alumno ejemplar cuando se ve involucrado en una trifulca de instituto. El arte de la marrullería ... consiste en delinquir sin que apenas se note. Hay toda una escuela de ello. Pero al de Mos nunca le ha interesado. Se ha hecho camino en el fútbol gracias a su clase de guante blanco. Y los de su estirpe quedan en evidencia cuando se ensucian. Sus errores adquieren la categoría de lo escandaloso. Como el pisotón de ayer a Busquets. Tan innecesario como inoportuno e indisimulado. En plancha, de lado, y sin opciones de llegar al balón, la acción llegó además justo después de que un compañero fuese objeto de falta, con lo que el balón era para la Real Sociedad. La consecuencia fue inevitable: tarjeta roja a las ilusiones realistas para avanzar en la Copa.

Publicidad

Venía el centrocampista txuri-urdin caliente después de recibir un codazo de Lewandowski, mucho más experto en dejar recados de manera sibilina. Le dolió tanto el golpe como la posterior indiferencia del señor colegiado, a quien solo le faltó abroncarle por simulación. Pero también iba por dentro el escozor por no estar aportando lo que le requería el equipo. Y venía de semanas atrás la sensación. La inspiración le es esquiva en lo que va de año. Se pudo apreciar en esa falta lateral que botó desde el lado derecho del ataque realista. Lo que durante el primer trimestre del curso hubiera sido una clara ocasión de gol –si no un tanto directo–, ayer fue un balón a la cabeza de Balde, el primer defensor blaugrana que esperaba dentro del área. Su despeje poco ortodoxo pudo aún generar una oportunidad para Aritz, quien no pudo empalmar la volea por poco. En cualquier caso, la acción de Brais distó mucho de lo que suele salir de sus botas.

Durante los siguientes minutos, cayó en la trampa del diálogo de sordos entre una banda siempre dirigida por Busquets y el colegiado. Lo de hablar, rajar, presionar y protestar con el tono suficiente para que sea soportable pero vaya calando también responde a un oficio tan viejo como el fútbol mismo. Y Brais, que conversó de la única manera que sabe, sin registros de bandolero, llegó a molestar a Gil Manzano. Fue su primer error. No el más grave.

Después llegó la desconexión de todo cauce de concentración que exige una eliminatoria de cuartos de final de Copa en el Camp Nou. En el fragor de la batalla, desatada una vez más por Busquets, cae en la trampa. El capitán del Barcelona rasca a Kubo –falta clarísima y, de hecho, sancionada por el árbitro– y Brais clama la injusticia. Mete su bota en plancha al tobillo del catalán como dice el reglamento que no se puede hacer bajo ningún concepto. Casi le salva la ceguera inicial del trencilla. Pero no era cualquiera el que yacía en el suelo, retorciéndose y pidiendo de facto que se revisara la acción. Una vez que el VAR reprodujo el instante, todo se había acabado. El partido, la Copa y también la lección a Brais. De todo se aprende.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad