«Las redes importan en una campaña, pero la clave es que el político pise la calle»
Politólogo, profesor y consultor político, Xavier Peytibi ha visitado San Sebastián en el marco del congreso de Etorkizuna Eraikiz, donde el lunes presentó 'Beers &Politics', ... una red global para hablar de política en bares, con expertos y curiosos, y de manera informal. Este catalán experto en campañas electorales explica cómo sería la ideal.
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–¿Qué elementos son imprescindibles para que una campaña electoral resulte exitosa?
–Son muchas cosas, pero sobre todo la diferenciación, en qué nos diferenciamos del adversario. Al preparar una campaña debemos buscar a qué publico objetivo nos dirigimos, y hay tres tipos: el que ya nos vota, que hará campaña a nuestro favor en su círculo cercano, pero no es mi prioridad porque sé que cuento con su lealtad; tampoco es mi prioridad la gente que sé que nunca me votará, no puedo perder tiempo, energía y dinero en ellos; y luego están los indecisos, personas que sí me pueden llegar a votar. Este es mi público objetivo.
–¿Cómo se atrae a ese público?
–La clave está en discernir qué busca ese indeciso cuando decide el voto. Cuando alguien se plantea 'a quién voy a votar', piensa, sobre todo, en el político que recuerda de una manera más positiva. Si en campaña generamos constantemente percepciones para conseguir que me recuerdes positivamente, tengo más posibilidades de conseguir tu voto.
–¿Y en esa campaña sería más importante un eslógan o una imagen?
–Ambas cosas. Un ejemplo rápido; Barcelona tiene 73 barrios y uno de ellos, Diagonal, es el que más niños tiene de 0 a 4 años, el segundo con más de 5 a 9, el que tiene más parejas jóvenes con hijos y más madres solteras, pero con menos gente mayor. ¿Voy a hablar aquí de pensiones o de residencias? Impactaré más y me recordarán mejor si hablo de parques infantiles, de ayudas a madres solteras y lo haré tanto con imágenes como con palabras. La clave es el recuerdo que dejo.
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–¿Y qué es lo que más recuerda el elector de una campaña?
–Lo que más recuerda la gente es siempre la relación personal, de tú a tú. No solo esto, también el contacto físico, tocar; una palmada amistosa en la espalda aumenta un 20% su favorabilidad. La relación personal es lo que más impacta, lo que más percepción positiva genera, por lo tanto el político debe estar en la calle. Luego también están las redes sociales, las llamadas telefónicas, los medios de comunicación. Utilizamos todo lo que está a nuestro alcance.
–¿Pero hoy día no son las redes sociales la clave de las campañas?
–Las redes no son la panacea, son una herramienta más. La forma de hacer campaña electoral está evolucionando. Por eso digo que cada vez tienen más importancia las percepciones, las relaciones y conseguir memorabilidad en el elector. Solo si entendemos cómo afecta la comunicación política a los potenciales votantes podremos prepararnos para persuadirlos, sea de modo 'offline' u 'online', en campañas conectadas.
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«La relación personal con un candidato, una palmada en la espalda, es lo que más percepción positiva genera en el votante»
–¿Es importante esa conexión?
–Sí. Es imprescindible. Las campañas son saludos en la calle pero también respuestas en redes sociales, actos a pie de calle que se anuncian previamente en Facebook y posteriormente se publica un resumen en esa misma red social. Es decir, si mi candidato sale la calle y se pasea por un barrio entre 40 personas, esas personas le van a recodar y hablarán de ello con sus vecinos y familias. Pero si además hago un pequeño vídeo de mi candidato tocando y saludando a la gente y lo subo a redes, llegaré a un público mucho más amplio.
–Algunos partidos siguen apostando por los métodos tradicionales como el mitin...
–El mitin es más simbólico que práctico. Nosotros en las campañas utilizamos lo que mi jefe, Antonio Gutiérrez-Rubí, llama los 'mítines de bolsillo'. Hay que hacer mítines, claro, pero es más eficaz hacer tres mítines pequeñitos en tres barrios diferentes y con un mensaje específico claro para las necesidades de cada uno.
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–¿Entonces en la era digital los formatos de siempre continúan siendo eficaces?
–Por supuesto. Las redes y la calle. Insisto en que el recuerdo que deja el político es lo que importa, generar buenas percepciones. Son necesarios todos los medios, como también lo son los contenidos y las imágenes. Y en cuanto a estas debemos huir siempre de la imagen de la banderita o el logo detrás del candidato. Es el peor fondo. Mejor en la calle y con gente, no en el despacho. Lo ideal son escenarios naturales, traseras que la gente pueda reconocer: la iglesia de su pueblo, la plaza de su barrio...
–¿La pandemia ha obligado a servirse más de las redes sociales?
–Sí, claro. De las redes, de las llamadas... pero también de la calle. Y pongo un ejemplo. En marzo de 2020 en Estados Unidos, en pleno confinamiento, a Joe Biden le encerraron en casa y le instalaron en su sótano un set de televisión para hacer 'life' durante todo el día. Estuvo así hasta julio, mientras Donald Tump le tildaba de 'cobarde' que no salía de su 'bunker'. Pues mientras uno estaba en su sótano, el otro se recorrió el país entero... ¿Y qué hizo el Partido Demócrata en julio? Sacar a Biden del sótano y ponerlo en la calle. Por mucho que las redes hayan sido cruciales en pandemia, los actos fuera del despacho siguen siendo imprescindibles. Como también lo es despolitizar los actos 'on line'
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–¿En qué sentido?
–Cuando en julio en Euskadi se celebraron las elecciones autonómicas, en Francia tuvieron las municipales. Y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, protagonizó actos que se emitían en las redes, pero no solo de contenido político, también sobre temas diferentes y de actualidad, para lo que contaba con expertos en cada materia. Es decir, hacía cosas más entretenidas y atractivas que un mitin solo para los suyos. Y eso es lo que al final queda en el votante. ¡Por favor, no aburramos!
–¿El humor podría ser otra herramienta?
–Más que el humor, que también, sería el entretenimiento. Tendría que ser un humor inteligente, el ingenio denota inteligencia. Insisto, no aburrir.
–En este sentido, ¿aburren dos semanas de campaña? ¿Son largas?
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–En realidad ahora duran un año y medio o dos. Pero tiene sentido por dos razones. Por un lado, cada vez hay más indecisión de voto, la gente lo decide más tarde, por eso las campañas son permanentes, aunque los partidos saben que los últimos 15 días son importantes. Por otro, la volatilidad electoral ha aumentado como nunca. Antes la gente era más ideológica y votaba siempre al mismo. Pero desde hace unos pocos años, las nuevas generaciones optan por votar a partidos distintos.
–¿Por qué ahora en las campañas los insultos al otro prevalecen sobre las propuestas?
–La pregunta sería por qué se polariza tanto. Al polarizar se fideliza el voto. A corto plazo se consigue un voto más fiel, y al político le interesa. Pero a medio y largo plazo esto es terrible y muy peligroso de la democracia.
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