«Ni siquiera los más afines a Batasuna entendieron lo que le hicieron a Julio»
Dos trabajadores de Ikusi hablan por primera vez para DV de sus vivencias en los meses de secuestro del ingeniero
ELISA LÓPEZ
SAN SEBASTIÁN
Domingo, 1 de julio 2018, 10:31
«Ni siquiera los compañeros que eran más afines a Batasuna, más abertzales, entendieron el secuestro de Julio». Dos personas que trabajaron codo con codo con el ingeniero donostiarra relatan por primera vez -preservando su anonimato- sus vivencias de aquellos terribles meses de desasosiego y de incertidumbre.
Recuerdan que Ikusi era una empresa pequeña y familiar por lo que el trato con Julio Iglesias Zamora era personal y la relación que mantenían muy cercana y directa. Para una mayoría era un compañero al que apreciaban. Por eso, la noticia de su secuestro fue «un auténtico shock», confiesa uno de los trabajadores. «Nunca piensas que en tu entorno puede suceder. Y sientes rabia e impotencia...», asegura otra de las personas que trabajó con él, que incide en que quedaron «muy tocados».
La conmoción se apoderó del colectivo de trabajadores tras conocerse el secuestro. Pero una vez que los empleados de Ikusi tomaron conciencia de la situación de gravedad que estaban viviendo decidieron hacer algo por Julio. Y de manera «espontánea y natural», recalcan, organizaron grupos de trabajo para idear qué movilizaciones podían acometer para mostrar su rechazo al secuestro. Optaron por las iniciativas que resultaban más fáciles de llevar a cabo y que más impacto podrían causar. Y así empezaron las movilizaciones por la libertad de Julio Iglesias Zamora. Durante todos y cada uno de los 116 días de secuestro salieron a la puerta de las instalaciones de Ikusi a mostrar su repulsa.
Pero no estaban solos. Miembros de Gesto por la Paz ya habían activado su infraestructura para movilizar a la ciudadanía. Todos con el lazo azul y soportando el hostigamiento de los intolerantes.
-¿Qué pensó Iglesias Zamora tras ser liberado y ver la movilización ciudadana surgida en su apoyo?
-Sabía que su gente le apoyaría. Que estaríamos dando guerra. Era positivo. Durante su cautiverio mantuvo la cabeza ocupada para no dejarse llevar por la desesperación. En esos meses terribles en el zulo estudió inglés, siguió una rutina, sus hábitos... Y a los pocos días de su liberación volvió a trabajar.
Recuerdan con tristeza que aquella era una época en la que llevar prendido en la solapa el lazo azul era una muestra casi de «heroísmo». No era fácil. Mostrar sin tapujos la repulsa hacia ETA en una sociedad acostumbrada al silencio suponía amenazas. «La reacción de los simpatizantes de Batasuna fue tremenda. En algunos lugares era mejor no llevar el lazo. Si lo llevabas sabías que podías encontrarte con un problema», confiesan.
«Él sabía que su gente le apoyaría. Sabía que estaríamos dando guerra por su libertad»
«Entre nuestros compañeros había simpatizantes de la izquierda abertzale que conocían la empresa y habían trabajado con Julio. Y ni ellos entendían el secuestro. Pensaban que no lo merecía», recuerdan. Cuentan que uno de los peores momentos fue, sin duda, lidiar con informaciones que se difundían desde algunos medios «sin contrastar y que eran mentiras. Que si por algo le habrían secuestro...». «En aquel tiempo Ikusi trabajaba con centrales eléctricas, con comisarías... y decían que teníamos información de cómo eran los planos de las cárceles... ¡Cosas sin sentido! Llegaron a decir que los empleados estábamos manipulados porque nos financiaban», lamentan. Por eso insisten en que las movilizaciones surgieron de manera natural, no hubo nadie que les indujera. Porque, reconocen, «éramos gente que quería moverse por su jefe y compañero».
25 años de un símbolo