La refundación pendiente

El foco ·

Javier Roldán Moré

San Sebastián

Miércoles, 17 de febrero 2021, 07:37

La estrepitosa derrota del PP en Cataluña había colocado a Pablo Casado en una situación más que comprometida. Tenía que mover ficha y tomar la ... iniciativa dentro del partido porque en baja frecuencia la 'baronía' del partido conservador ya no disimulaba su inquietud por esta deriva que peligrosamente lastra su acción de oposición al Gobierno de Sánchez. La retahíla de juicios sobre corrupción que salpican al PP martillearán sin descanso sus siglas en las próximas fechas. A los papeles de Bárcenas se unirán los casos Kitchen, Púnica y Lezo. Todo un paseíllo de corrupción ante los juzgados del que Casado quiere salvaguardar al partido. En la misma noche electoral en la que se vio 'sorpassado' por Vox, el líder de los populares supo que tenía que apagar con urgencia el voluminoso incendio que ya se había declarado en sus filas. Los desastrosos últimos resultados electorales -las erráticas decisiones en Cataluña han pasado factura- y el acecho de la corrupción del pasado están ahogando a un partido que no encuentra su estabilidad ni su hoja de ruta. Ha pasado de la inicial derechización plagada de exabruptos en los inicios de Casado a romper amarras con Vox. Entre medias también ha habido muchos errores estratégicos en sus decisiones durante la pandemia.

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La urgente venta de la sede central de la madrileña calle Génova supone escenificar una simbólica ruptura con el pasado del PP de 'vino y rosas' de los ya históricos mandatos de Aznar y Rajoy. Casado, que por entonces no estaba en la sala de máquinas del partido cuando presuntamente se guisaban esos turbios tejemanejes, busca levantar un cordón sanitario y colocar al partido a salvo. Cambiar de sede y trasladar a la formación a otro inmueble es una medida estética que a buen seguro favorecerá pasar de página, pero para dar la vuelta al calcetín del partido se necesitan medidas estructurales y de calado. Negarse a hablar de ahora en adelante sobre una corrupción que en el pasado salpicó al PP podría interpretarse como una actitud escapista cuando el propio partido debería ser el primer interesado en depurar hasta las últimas consecuencias aquellas responsabilidades, por muy dolorosas que sean. El PP debe afrontar que, al margen de la nueva sede, tiene pendiente una inevitable refundación del partido que suponga el rearme ideológico del centro derecha en España. Tiene que volver a ocupar la zona central y moderada del tablero político, y siempre alejado de Vox. Sin descartar que en ese trayecto de futuro el partido pueda cambiar de siglas. Ya se hizo en el pasado.

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