El PSOE se encomienda a la abolición de la prostitución para redimirse del 'caso Koldo'
Los socialistas, que no cuentan con el apoyo de sus socios para sacar adelante la iniciativa, presionan al PP: «Que tenga el valor de decir que está a favor de los puteros»
No es casual que el PSOE haya decidido que su primer acto público en el inicio del nuevo curso político estuviera dedicado a las mujeres. ... El partido aún acusa el golpe causado a su imagen por las conversaciones entre el exsecretario de Organización y exministro de Transportes José Luis Ábalos y su asistente, Koldo García, recogidas en el sumario de la 'operación Delorme' ( «Tienes a la Ariadna, que está perfecta», «No sé, la Carlota se enrolla que te cagas», «Pues las dos, y a tomar por culo»). También se resiente del impacto causado pocos días después por las acusaciones de comportamiento inadecuado y machista que obligaron al responsable de Coordinación Institucional de la Presidencia del Gobierno en Moncloa, Paco Salazar, a presentar la dimisión justo cuando iba a ser nombrado secretario de Organización adjunto de la formación tras la detención de Santos Cerdán.
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Como reacción a esos episodios -que, como previamente el de 'Tito Berni', minan la credibilidad del discurso feminista del partido y hacen temer a sus dirigentes por la pérdida de apoyo entre el electorado femenino- la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ya anunció el pasado junio que el Consejo de Ministros aprobaría este mes de septiembre el anteproyecto de ley para abolir la prostitución; algo que los socialistas intentaron tanto en la pasada legislatura como hace poco más de un año sin éxito por la oposición, fundamentalmente, de sus socios de Gobierno. Este jueves, en el arranque de unas jornadas organizadas en Alcorcón bajo el título 'Adelante con feminismo', quedó claro que la apuesta sigue en pie.
La ministra situó para «antes de noviembre» el envío de la norma al Parlamento, junto a la ley de trata y a la de violencia vicaria. «Por las circunstancias, por lo que hemos sufrido en el partido, por casos vergonzosos y vergonzantes, creo que es el momento, y también os digo, tengo el compromiso de intentarlo nuevamente por parte del presidente del Gobierno», dijo. Ya antes, en la apertura del evento, la vicesecretaria general del PSOE y número dos del Ejecutivo había insistido: «No hay ninguna duda en relación con esto. ¿O es que acaso a alguna de nosotras le gustaría que su hermana, que su hija, ejercieran?».
Los «miedos» de la ministra
El problema es que, como admitió la propia Montero, para lograr su propósito, el PSOE tendrá que vencer «las resistencias de algunos grupos políticos». Y esos grupos no son cualesquiera. En mayo de 2024, Sumar, socio minoritario del Ejecutivo, se situó entre quienes con más rotundidad rechazaron tramitar una iniciativa socialista que perseguía erradicar la prostitución. La principal crítica que entonces tuvo que oír el PSOE, también de formaciones como ERC, Junts o PNV, fue que su texto buscaba el castigo de los proxenetas y obviaba, en cambio, que las mujeres que ejercen como prostitutas necesitan alternativas reales.
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El PP, que no está por la labor de ahorrar a los socialistas ni un varapalo parlamentario, votó también en contra de la iniciativa con argumentos semejantes al del resto de formaciones, a pesar de que en 2022 había apoyado una propuesta semejante de los socialistas. Por eso ahora, es hacia el partido de Alberto Núñez Feijóo, hacia el que el PSOE pretende dirigir sus presiones. «Si tienen tanta valentía y tanta fortaleza que exhiben cuando llaman pirómanas a nuestras compañeras que llevan semanas sin dormir, con ese moreno perfecto al salir de los toros, que tengan también el valor de decir que están a favor de los puteros», retó la secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, con una alusión a las críticas vertidas este verano por el vicesecretario popular Elías Bendodo contra la responsable de Protección Civil, Virginia Barcones, en la gestión de los incendios.
Redondo, sin embargo, también admitió que la posición del socio de coalición -dividida internamente entre abolicionistas y regulacionistas- es relevante y, con mucha más cautela que sus compañeras, se mostró reacia a generar falsas expectativas y admitió sus propios «miedos» a un nuevo gatillazo. «Un proyecto -advirtió- necesita de las dos fuerzas políticas para que avance y para que el Consejo de Ministros lo considere».
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