Jexuxmari Mujika

Portavoz de la Fundación Bidetik
«Iba en bici y recibí una llamada: 'Han matado a Joxe Mari...' No supe cómo reaccionar»

El exprofesor de Deusto recuerda el carácter «de puro compromiso, solidario y de genio vivo» de su gran amigo «leal, humilde y afable»

Elisa López

San Sebastián

Domingo, 3 de agosto 2025, 06:59

Se conocieron en los tiempos del Seminario de Donostia y fueron forjando una gran amistad que se mantuvo intacta hasta el día que ETA mató ... a Joxe Mari. Jexuxmari Mujika le recuerda como una persona «de genio vivo, carácter solidario, valiente y con espíritu crítico». Pero, sobre todo, como «un amigo leal, humilde y afable». Y desgrana en estas líneas la cara más humana del empresario.

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–Hace 25 años ETA asesinó a Joxe Mari, ¿cicatriza la herida de haber perdido a un amigo?

–No y sí. No, porque por mucho que tengamos la suerte de reunirnos en su nombre una y otra vez y le tengamos presente, y aunque haya hecho nuevos amigos que le querían como yo, él me sigue faltando y, sobre todo, no puedes olvidar el porqué. Y sí, por la misma razón. Compartir el dolor con los amigos ayuda mucho. Y, claro, el tiempo sigue su curso y la vida también.

– ¿Cómo le recuerda?

–Le conocí en el año 58, en el Seminario de Donostia. Congeniamos rápidamente. Nuestras familias tenían relación porque proveníamos de entornos geográficos y sociales muy parecidos, Arroa y Aizarna. También teníamos aficiones muy parecidas, la misma pasión por el deporte, y parecido afán competitivo. Él era algo mayor que yo. Era una persona de genio vivo, que tuvo que aprender a controlarse desde la adolescencia, y vaya si lo aprendió. A eso le ayudaron mucho otras características suyas: su carácter solidario, su gran sentido de la empatía y de la responsabilidad. Era un gran amigo, leal, humilde y hasta afable.

Nuevo tiempo en Euskadi

«Le hubiera gustado vivir este tiempo de paz. La última vez que cenamos juntos le vimos optimista, pero no acertó»

–¿Cómo vivió el día de su asesinato?

–Era agosto. Vacaciones y buen tiempo. Yo había salido con la bici a Orio por Igeldo. Y, de repente, una llamada de mi cuñado: «ETA ha matado a tu amigo Joxe Mari». No supe cómo reaccionar. Seguí subiendo hasta Igeldo y ya ahí pude dar la vuelta. Nada más llegar a casa me llamó Paco, un amigo de ambos, pidiéndome que fuera con la familia. Eso hice. Conocí a amigos de Joxe Mari de Zumaia. También estaban destrozados. Los amigos y familiares convocaron una manifestación de protesta, y me pidieron que me quedara con la familia. Hablé largo con Andoitz, el hijo mayor. Eso me ayudó mucho. Al día siguiente en el funeral canté tres bertsos en su honor y terminé la última estrofa diciendo que nuestro dolor sería más llevadero si resultaba ser el último asesinado. Antes de cantarlos en la iglesia, había caído un militar en Iruña. Recuerdo eso y la enorme manifestación por Zumaia después del funeral.

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–¿Tuvo Joxe Mari desde joven ese espíritu de lucha y de visión de futuro?

–Espíritu de lucha no le faltó nunca. Era emprendedor. Se esforzaba hasta conseguirlo, en los estudios, en el deporte, en las relaciones. Era un joven de una gran curiosidad intelectual, un hombre valiente que no rehuía las preguntas que nos complicaban la vida, que nos rompían nuestras certezas. Eso, junto a su carácter, le ayudó a no ser sumiso, a no ser crédulo, a desarrollar el espíritu crítico, que es condición 'sine qua non' para trabajar con visión de futuro. Un futuro en el que de verdad creía.

–¿Qué queda de esa persona comprometida? ¿Qué legado cree que ha dejado?

–Joxe Mari era puro compromiso. Acertaría más o menos, pero se comprometía en todos los aspectos de la vida. Fue un hombre que supo interiorizar todo lo positivo que le pudieron aportar los años del seminario: visión humanista de la vida, asiento en valores morales, pero abierto siempre a la reflexión ética. Era un hombre, sí, abierto a la duda, pero de grandes convicciones. He aquí, algunas: «Nadie da a la vida más de lo que ha recibido», «En la vida las cosas más importantes se aprenden, a ser honesto también», «En la vida ayudar es una deuda». Joxe Mari repetía estas frases a menudo. Este es un gran legado.

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Su legado

«Si no lo hubiesen matado seguiría trabajando en pro de su mayor obsesión: educar a las nuevas generaciones»

–¿Cómo hubiera vivido este nuevo tiempo sin terrorismo en Euskadi?

–Cómo, no sé. Desde luego esperaba conocer ese tiempo de paz. La última vez que cenamos los tres amigos de los años del seminario, le encontramos optimista. Desgraciadamente, no acertó. Hubiera seguido trabajando en pro de su obsesión fundamental: educar a las nuevas generaciones para que accedieran al trabajo, al empleo, interesados en aunar los avances tecnológicos con los valores éticos, con los valores que posibilitan que el progreso sea verdaderamente humano. En este objetivo él predicó siempre con el ejemplo y contribuyó a que nuestra sociedad avanzara material, cultural y éticamente.

–La fundación que representa a Korta llega a su fin en este 25 aniversario. ¿Qué ha aportado?

–Creamos la fundación para seguir impulsando su legado. De ahí el nombre Bidetik. Desde nuestra pequeñez y humildad hemos querido seguir su camino siendo euskaldunes pero sin caer nunca en el virus del patriotismo implacable; sin aceptar nunca la banalización ni la utilización política de la violencia, sabiendo que el sufrimiento que han padecido las víctimas ha sido injusto. Y hemos mantenido como objetivo principal contribuir a la formación de las nuevas generaciones para que puedan desde su trabajo aportar a un progreso humano verdadero. Creemos que hemos hecho honestamente lo que estaba en nuestras manos y hemos decidido dar fin a la Fundación entregando todo nuestro 'fundus' a la Diputación de Gipuzkoa.

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