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Amaia Guridi, viuda de Santi, y Jon, su hijo, arropados por los compañeros del periódico que acudieron al homenaje en su memoria. Arizmendi
Un compañero que sigue presente en el periódico
Homenaje a Santiago Oleaga

Un compañero que sigue presente en el periódico

Trabajadores de DV recuerdan a Santi como un hombre bueno y un trabajador incansable. «Su asesinato por ETA fue el peor día de los 90 años de DV»

Elisa López

San Sebastián

Domingo, 24 de noviembre 2024, 01:00

Día triste pero también muy especial para la gran familia de El Diario Vasco. 23 años después de su asesinato a manos de ETA, Santiago Oleaga, Santi, fue 'capaz' de reunir a compañeros y amigos que tanto le querían y que tantas horas compartieron con él en la rotativa entre bobinas de papel, en la redacción o en el 'piso de arriba' –la segunda planta donde se ubicaba la oficina de administración en la antigua sede del periódico en el barrio de Ibaeta de Donostia–.

En el lugar exacto donde dos terroristas mataron a Santi, en una mañana de fuerte viento y de cielo azul, se vivieron momentos de mucha emoción. Hubo saludos, abrazos y muchas lágrimas, pero también un sentido reencuentro entre personas que han compartido parte de sus vidas. Iñigo Barrenechea, director general de DV, remarcó este sábado que «Santi sigue muy presente en el día a día de los que trabajamos en este periódico, fue un maestro. Y hoy recordamos el día más duro y más injusto de los 90 años de nuestra historia». «Mataron a Santi para acallar a nuestro periódico. Denunciamos durante años el horror de matar y amenazar al que pensaba diferente, dando voz a quienes no podían hacerlo. Y nuestra responsabilidad hoy es escribir las páginas del día después, desde la convicción de construir puentes y mirar hacia adelante pero con la certeza de que un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro», remarcó el director de esta publicación, David Taberna. También asistieron la jefa de Información Arantxa Aldaz; el director de Control de Gestión, Iñigo Martín; y el director comercial, Txema Iturrioz, junto a excompañeros como Pedro Gabilondo, Josetxo Minondo, José Mari Otegui y Antxon Blanco, antiguos subdirectores de DV, y el entonces jefe de Economía, Javier Frías. Fernando Berridi, director general en los ochenta y noventa, colaborador cercano y amigo de Santi, lo describía como «un hombre de una enorme austeridad y una dedicación total a su trabajo y familia». «Era un compañero leal y una persona entrañable y buena», añadía Jose Gabriel Múgica, director de 'la casa' durante 25 años, que confesaba sus recuerdos más personales: «Tres días antes de que ETA asesinara a Xanti, entró a mi despacho. Sabía que yo llevaba dos meses viviendo con mi familia en otra vivienda, porque abandonamos la nuestra tras la detención del comando 'Gaua' de ETA, por parte de la Ertzaintza, con planes para cometer un atentado contra mí. Me preguntó cómo estaba. Le respondí que intentando transmitir tranquilidad a mis tres hijos. Santi insistió en que me cuidara. Le dije que él también anduviera con cuidado. Con una sonrisa respondió: 'Tranquilo, yo no soy importante, soy uno más en el periódico y eres tú el que tiene que protegerse'».

Muchos otros compañeros quisieron 'estar cerca' de Santi: el jefe de Política, Javier Roldán, Jorge Sainz, Arantza González Egaña, Alberto Surio, Eli López, Nuria Ibarlucea y Amaia Ros.

Juantxo Rodríguez, excompañero de DV, también recordaba a Santi con emoción. «Era alguien especial, lleno de habilidades y que nos hacía reír. Un genio y un encantador de serpientes», rememoró junto a Santi Ipiñazar, Iñigo Espinosa, exdirector de marketing de DV, Mercedes Oyarzábal, anterior responsable de Recursos Humanos del periódico. Estrella Inchausti, la jefe de Ediciones durante tantos años, recordó las charlas en el despacho del que fuera director financiero. «Era un ejemplo a seguir. Comentábamos la marcha del negocio, me decía que yo 'gastaba mucho papel' porque su gran preocupación era precisamente cómo ahorrar en papel... Acabábamos siempre con una sonrisa».

Y los amigos de la infancia. No faltó ninguno. Conmovidos y con un ramo de rosas blancas en sus manos. En silencio y con lágrimas, desfilaron uno a uno ante la placa en honor a Santi.

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