El Gobierno foral que forman en coalición PNV y PSE afronta su tercera negociación presupuestaria de la legislatura después de que el primer año se ... quedara con un palmo de narices porque la oposición quiso evidenciar la inferioridad parlamentaria del ejecutivo en las Juntas. El gabinete de Eider Mendoza se sacó la espina el pasado año y pudo trenzar dos acuerdos estratégicos con diferentes actores: el PP para respaldar los presupuestos de 2025 y Elkarrekin Podemos para sacar adelante la reforma fiscal. En ninguno de ellos entró EH Bildu, el grupo juntero mayoritario, que hasta ahora se ha mostrado rocoso en su oposición, aunque no se descarta que pueda ofrecer algún destello que visualice su fortaleza parlamentaria y su vocación de gobierno –su falta de aliados es todo un lastre para formar mayorías– de aquí a que finalice la legislatura en 2027.
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El Gobierno de PNV y PSE vuelve a adentrarse en una negociación presupuestaria que parece menos enroscada que la del pasado año, en la que el PP sorprendió al cerrar en tiempo récord un acuerdo con la Diputación, que estaba apremiada a cerrar sus primeras cuentas y para lograr ese objetivo no podía discriminar apoyos ni admitir vetos cruzados.
Ahora, con más experiencia en las lides negociadoras, el Gobierno foral afronta la segunda ronda de las negociaciones con el mismo espíritu pactista de siempre, aunque sabiendo que el acercamiento de Elkarrekin Podemos a las tesis del ejecutivo PNV-PSE es más que esperanzador, el enfriamiento del PP es más que evidente tras el acuerdo fiscal con la formación morada, mientras que sorprende que Bildu insista en su veto al PP cuando los populares están fríos con la propuesta de PNV-PSE. Ahora solo falta saber si EH Bildu se resitúa porque el próximo año, en vísperas electorales, el acuerdo será casi un imposible.
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