«Los ataques a la Ertzaintza irán a más si no se toman medidas»
Ertzainas jubilados dicen que los actuales altercados contra la Policía no se pueden comparar con su época, pero advierten de que se pueden reproducir
Julio Arévalo fue el número 2 de la primera promoción de la Ertzaintza. Arévalo pasó 34 años en la Policía vasca antes de jubilarse en 2016: fue el jefe de la unidad antiterrorista y el 'nagusi' de la comisaría de Errenteria durante los años más duros de la 'kale borroka'. «Todos los fines de semanas nos enfrentábamos a altercados con lanzamientos con cócteles molotov», explica en una conversación con este diario.
Arévalo era también el jefe de la ertzain-etxea de Errenteria durante uno de los momentos que quedaron grabados en la memoria colectiva de la Ertzaintza: la emboscada con cócteles potenciados con ácido sulfúrico en laque el ertzaina Jon Ruiz Sagarna sufrió graves quemaduras por todo el cuerpo. Aquel ataque marcó a toda una generación de agentes. «Fue muy duro», reconoce.
Quizá por todo lo que vivieron, Arévalo y los ertzainas que vivieron los años más duros de la violencia callejera y del hostigamiento de ETA hacia la Ertzaintza observan con cierta perspectiva los últimos altercados contra la Ertzaintza y las policías locales que se han producido en las fiestas de diversas localidades vascas.
LAS CLAVES CONTEXTO«Hoy no hay terrorismo y nadie tiene que ocultar a sus hijos que es policía» EVOLUCIÓN «Si Bildu no hace esfuerzos por parar estos incidentes se pueden ir de las manos» ALTERCADOS «Como pasaba hace 40 años, hay mucha gente que considera una diversión atacar a la Policía»
Todos los ertzainas jubilados coinciden en señalar que lo que se está viviendo este verano no se puede comparar «ni de lejos» con lo que vivieron los agentes de las primeras promociones. «Hoy no hay terrorismo y nadie tiene que ocultar a sus hijos que es policía», simplifica un agente. Pero lo cierto es que prácticamente todos también coinciden en que la «pérdida de respeto» a la autoridad es un problema que no es exclusivo de Euskadi, pero que aquí está aumentando de forma exponencial. Y advierten del peligro de que el problema «se descontrole» si no se actúa de manera «decidida» tanto en el ámbito político como en el policial. «No puede ser que determinados colectivos se apropien del espacio público», insisten. «Si Bildu no hace esfuerzos por parar estos incidentes se pueden ir de las manos», apunta el ex comisario. «Antes no teníamos ni una cuarta parte de los medios que hay ahora y conseguíamos controlar los altercados. En esto también tiene parte de responsabilidad los políticos y el Departamento de Seguridad», apunta Julián Brogueras, un ertzaina que se jubiló en 2017.
Brogueras desarrolló prácticamente toda su carrera en la Unidad de Tráfico. Pero también ahí tenían que enfrentarse a incidentes muy violentos. Recuerda, por ejemplo, un día en el que tuvieron que acudir a apoyar a sus compañeros durante unos graves disturbios en Durango sin ningún tipo de protección personal. «En esa época nos atacaban todos los días», recuerda. «Dejando a un lado los atentados, muchas de las personas que participaban en los altercados callejeros lo hacían por el follón y la diversión. Y eso es algo que también se ve hoy en día. Lo que importa es enfrentarse a la Policía», afirma Julio Arévalo.
Arévalo explica que trataba de hacer una vida lo más normal posible, a pesar del clima que respiraban. Tomaba medidas de protección, pero trataba de no variar mucho sus rutinas. Otros de sus compañeros no lo llevaban tan bien. Había algunos que incluso no decían a sus hijos que trabajaban como ertzainas.
Un ejemplo de agentes a los que pasó factura el clima de violencia contra la Ertzaintza fue a Raúl, un ertzaina que trabajó en las unidades de información en las primeras promociones. Ha estado muchos años en tratamiento y está reconocido como víctima del terrorismo. Raúl ha visto morir a compañeros y pasó más de dos décadas de su vida amenazado de muerte. «Vivíamos cosas horribles. Pero yo me sentía más seguro trabajando que cuando me marchaba a casa», confiesa. Tiene claro que nunca atentaron contra su vida porque tomaba unas medidas «extremas» de autoprotección. «Me convertí en un hombre gris para pasar desapercibido», relata.
Recibimientos a pedradas
Hay costumbres que, después de tanto tiempo, son difíciles de cambiar. El exertzaina Bertín Sánchez, como le ocurre también a Julián Brogueras, todavía hoy sigue «mirando debajo del coche» y cambiando algunas rutinas de vez en cuando. Después de agacharse, cuando ven que no hay ningún artefacto explosivo, se dan cuenta de que es imposible que aquel horror que vivieron vuelva a suceder. Pero no pueden evitarlo. «Son cosas que vamos a llevar toda la vida», apunta.
Bertín, que tiene un hijo que también es ertzaina, explica que los altercados de las últimas semanas «no llegan ni al 15%» de lo que vivían ellos todas las semanas. «Antes los incidentes aparecían en cualquier situación. Incluso en un operativo de tráfico te podían recibir a pedradas», relata.
El exertzaina insiste en que, más allá de los factores políticos, una de las claves de lo que se está viviendo hoy en día es la «pérdida de respeto» hacia los policías. Y advierte que si no se pone freno a esta escalada, si no se toman medidas, los ataques hacia la policía se van a «normalizar» y los problemas en las próximas generaciones serán todavía más importantes.
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