Alcaldes donostiarras para un cambio de época
San Sebastián es un modelo de enorme pluralidad social y política con tres regidores del PNV, uno de EA, uno del PSE y uno de EH Bildu
Donostia ha tenido seis alcaldes desde el inicio de la democracia: Jesús María Alkain (1979-1983), del PNV; Ramón Labaien (1983-1987), también del ... PNV; Xabier Albistur (1987-1991), de Eusko Alkartasuna; Odón Elorza (1991-2011), del PSE; Juan Karlos Izagirre (2011-2015), de EH Bildu; y Eneko Goia (2015-2025), del PNV. A la lista hay que añadir al socialista Ramón Jáuregui y al nacionalista vasco Iñaki Alkiza, que fueron presidentes de la Gestora Municipal de San Sebastián que precedió en 1978 a las primeras elecciones municipales democráticas según los resultados de los comicios generales de 1977. Fue un ayuntamiento provisional que sustituía a la última Corporación franquista presidida por Fernando de Otazu, que también fue procurador en Cortes.
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En todo caso, la ciudad ha sido desde entonces un paradigma de pluralidad y de complejidad política en la que han ganado en algún momento el PNV, la izquierda abertzale, el PSE, EA y el PP. Existe un nexo común del que han hecho gala todos sus alcaldes: se han envuelto desde el primer día en la bandera del interés de la ciudad, conscientes de que las elecciones municipales son un test de proximidad en el que, además de la gestión, es relevante la empatía y la comunicación de los gobernantes con sus vecinos. Los ayuntamientos son el eslabón más próximo a la ciudadanía y convierten la labor municipal en un plebiscito todos los días. El donostiarrismo se convierte en un discurso recurrente que tiene que administrar una ciudad en permanente transformación. El desafío: huir del tópico del 'marco incomparable' y desactivar el peligro de autocomplacencia. Como telón de fondo, un fenómeno de envejecimiento demográfico paralelo a una apuesta exitosa por convertir a San Sebastián en capital de la ciencia y la innovación. Las nuevas paradojas donostiarras.
Todos conforman un listado de alcaldes que forman parte de la memoria histórica de la ciudad y que han sido protagonistas de los cambios urbanos, incluso desde el punto de vista sentimental. Los presidentes de la gestora hicieron frente a una situación convulsa y traumática recién terminada la dictadura, sin apenas recursos, y bajo la herencia del ayuntamiento franquista. Alkain puso en marcha de lleno a la primera Corporación tras las elecciones municipales, bajo la ilusión del inicio del proceso estatutario. Los tormentosos plenos que tenía que presidir eran un botón de muestra revelador de aquella Transición virulenta, bajo un acoso de ETA brutal, Labaien continuó con un modelo de ciudad que pretendía recuperar el glamour turístico de la Belle Époque en un contexto bien difícil. Albistur, con un pacto inédito entre EA y Euskadiko Ezkerra, intentó llevar un cambio al funcionamiento interno del Ayuntamiento, inició la revisión del Plan General y comenzó y adjudicó el nuevo Kursaal e inauguró el nuevo estadio de Anoeta. Su concejal delegado de Urbanismo fue Javier Olaverri, lo que suponía un nuevo registro en la gestión municipal.
Elorza ha sido el alcalde que más tiempo ha ejercido la alcaldía en la historia de Donostia: gobernó 20 años
La principal mutación llegó de la mano del socialista Odón Elorza, el primer socialista que accedía a la alcaldía, que logró atraer durante su mandato durante dos décadas voto nacionalista y transversal, y que consiguió permanecer hasta cinco legislaturas, el período más largo de un alcalde en la historia donostiarra. El contexto venía marcado por la presión del terrorismo de ETA que condicionó la vida y el trabajo de los ediles no nacionalistas. Su principal logro fue la nueva playa de la Zurriola y el inicio de la reconversión de la ciudad (inauguración del Kursaal, reforma de San Telmo, reciclaje de Tabakalera), la peatonalización de calles, el impulso de la bicicleta y la puesta en marcha del proyecto de la Capitalidad cultural para 2016 y de programas de participación ciudadana.
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Las redes sociales colocan a los gestores municipales en un escaparate público cotidiano bastante más exigente que en el pasado
Izagirre hace historia al ganar por sorpresa en 2011 las elecciones. La capitalización política por parte de la izquierda independentista del final de la violencia le ayudó en la victoria, que también se cimentó en una elevada abstención y en el desgaste de Elorza. Gobernó en un contexto de fuertes restricciones presupuestarias. Le tocó recibir el proyecto de 2016, aunque no había participado en su gestación. Rebajó algunas inversiones costosas y se envolvió en la bandera de la participación ciudadana y la defensa del perfil euskaldun de la ciudad.
Goia hereda otra época de cambio, con un trasfondo de despegue turístico de la ciudad que ya había comenzado con Elorza. El continuismo en la gestión se enfrenta a un agravamiento del problema de la vivienda y a un proyecto, el del nuevo Topo, cuyas obras generan molestias en la ciudad aunque cuando termine supondrá una revolución para el transporte público en Donostialdea. Igual que la nueva estación del Tren de Alta Velocidad, que implicará un nuevo look. Entre las sombras, una sensación de saturación turística pese las medidas correctoras. Donostia, convertida en meca internacional de la gastronomía, entra en un nuevo ciclo que coloca a los gestores en un escaparate más exigente, con las redes sociales escrutando cualquier movimiento hasta el detalle.
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