Propósito de enmienda

Sánchez busca cortocircuitar la aproximación entre el PP y Junts, que daría por agotada la legislatura

Alberto Surio

San Sebastián

Martes, 2 de diciembre 2025, 11:27

Pedro Sánchez asume los incumplimientos con Junts y se propone enmendarlos en los próximos días con decisiones que intentarán recomponer los puentes rotos. El objetivo ... es bien difícil, pasa por reconstruir la relación y recuperar un mínimo de confianza perdida. El presidente ha tomado seguramente nota de la concentración del PP el pasado domingo en Madrid, en una enésima exigencia de reclamar su dimisión, con el frente de la corrupción en el centro del escenario y una derecha hipermovilizada, ruidosa y furiosa en la que Isabel Díez Ayuso sigue dando bazas a los nacionalistas para cultivar la confrontación. La 'guerra cultural' en la M-30 espanta a la periferia.

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Pero tampoco olvidemos que el músculo de la convocatoria en el Templo de Debod había venido precedido horas antes por un singular encuentro entre Alberto Núñez Feijóo y la patronal catalana, a la que desde el PP se pide que facilite y ejerza la mediación para rescatar un camino de cooperación en todo el centroderecha que pasa por el reencuentro entre los populares y los antiguos convergentes. Que los acusados por montar la 'policía patriótica' terminen haciendo piña con sus víctimas para tumbar a la izquierda en el poder no deja de ser un ejercicio de contorsionismo. Pero las palabras del presidente del Gobierno encierran una intencionalidad determinada. Con su medida autocrítica, Sánchez busca cortocircuitar el cortejo entre el PP y Junts. Esa es la pretensión colateral de sus palabras ayer por la mañana.

La desafecciónpor los últimos escándalos arrasa con todo y lastra a la izquierda

No lo tiene nada fácil Sánchez, consciente de que la única tabla de salvación de la legislatura pasa por enderezar el diálogo con Junts y lanzar una escenografía de propósito de enmienda a la que le falta un punto de autoflagelación. Pero solo el reconocimiento de que existen incumplimientos reactiva el debate sobre la viabilidad del Gobierno en minoría parlamentaria. Hay numerosos capítulos en la carpeta pendientes de abordarse y Junts va a poner un precio elevado. Con el actual divorcio, no habrá nuevos Presupuestos y la legislatura entra en vía muerta, sin margen real para aprobar leyes. Si el Gobierno mueve ficha en el tablero, colocará de nuevo la pelota en el tejado de Carles Puigdemont, con el que incluso no descarta tener un encuentro bilateral. Esta foto, cargada de riesgos para el presidente, vendría a ser la última bala antes de dar por finiquitada esta aventura. No hay nada previsto, insisten todos, pero es evidente que la fuerza simbólica de esta imagen marcaría un auténtico cambio de rasante.

¿Crisis de gobierno?

Si para Sánchez este asunto le adentra en un verdadero campo minado, para Junts la situación es también considerablemente compleja. Una parte relevante de la sociología soberanista catalana siente aversión hacia la posibilidad de una mayoría PP-Vox, que entiende como una afrenta al sentimiento nacional catalán. Pero, a la vez, el crecimiento de la ultraderecha de Aliança Catalana le come terreno progresivamente a Junts y le obliga a endurecer su discurso en temas como la inmigración y la seguridad. Algo que, por otra parte, es un fenómeno general en los partidos tradicionales –veáse el PNV– que quieren evitar fugas de descontento social.

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Mientras, en el PSOE se rumorea la posibilidad de un cambio de gobierno aprovechando la necesaria salida de María Jesús Montero para presentarse como candidata socialista en Andalucía. Una misión muy difícil, porque la suma PP-Vox tiene muchos visos de afianzar su hegemonía. Sánchez confía en que esta ecuación suponga un revulsivo en el cuerpo social progresista. Pero la desafección por los escándalos de corrupción lo mina todo y, sobre todo, castiga a la izquierda. Toda una tormenta perfecta.

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