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Fernando J. Pérez
Viernes, 3 de octubre 2014, 09:12
La llegada de niños a la familia nunca debe de ser una excusa para dejar de ir al monte. Al contrario. Desde que los más pequeños muestran cierta autonomía a la hora de caminar hay que aprovechar para inculcarles los valores montañeros de ejercicio al aire libre y respeto al medio ambiente. Solo hay que elegir los montes adecuados para dar esos primeros pasos con seguridad y alegría. Aquí os presentamos cinco cumbres fáciles, accesibles y de gran belleza para dar esos primeros pasos.
1. Txarlazo desde Orduña. BIZKAIA
La Virgen de la Antigua es uno de los monumentos emblemáticos para los montañeros de Bizkaia que se reparten por la cumbres del territorio histórico, encabezados por la Cruz del Gorbeia. Su espectacular perfil desde el valle de Arrastaria (Orduña) supone un permanente reto. Aunque si queremos afrontarlo con niños pequeños podemos buscar un perfil más cómodo y accesible acercándonos al Txarlazo, la cima en la que se asienta, desde el puerto de Orduña. Este itinerario nos permitirá conocer otro emblema de la escalada vasca: el pico del Fraile, que se eleva en su singular silueta en la cabecera del barranco de Tartanga. Un recorrido apto para todos los públicos que solo requiere la precaución de no dejar a los niños acercarse demasiado a los vertiginosos cortados.
Erigido en honor de la Virgen de la Antigua de Orduña, el monumento fue inaugurado en 1904 con motivo del centenario del Dogma de la Inmaculada Concepción. Mide 15 metros de altura y representa una morera sobre cuyas ramas se alza la imagen de la Virgen.
Partimos desde el aparcamiento que hay en el alto de Orduña. Allí mismo cogemos la pista que seguiremos durante toda la ruta salvo algún que otro atajo que queramos tomar. En un primer momento atraviesa un bosque de hayas y pinos, donde llegamos a una bifurcación en la que hay que seguir por la derecha. No tardamos en salir a terreno abierto. En este punto un camino se dirige (dch.) al cercano Angoño, una cumbre secundaria de la sierra, señalada con un pequeño buzón negro al borde mismo del precipicio. De vuelta a la pista retomamos el camino, siempre con el Monumento de la Virgen a la vista. La siguiente referencia es la Peña del Faile o Fraileburu (834 m.), una característica aguja de inconfundible perfil que arranca del barranco del tartanga y se alza hasta una altura muy próxima al altiplano. Fue escalado por primera vez por Ángel Sopeña en 1924 en la que está considerada como la primera escalada realizada en Euskadi.
Dejamos atrás este emblemático pico y enfilamos ya la subida final al Txarlazo. Es el momento de dejar la prisa y seguir un evidente camino que asciende (izd.) más cerca de los acantilados y señalado con marcas blancas y amarillos hasta la poblada cima. Además del monumento, por desgracia en bastante mal estado de conservación, encontramos también dos buzones y una antena de telecomunicaciones.
2. Gatzarrieta desde Pagomakurre (Parque Natural de Gorbeia). BIZKAIA
Gatzarrieta es el nombre del punto culminante de la cresta rocosa que separa las campas de Arraba de la majada de Egiriñao. Es en realidad el remate de un largo espolón que se desprende de la vertiente oriental del macizo kárstico de Itxina y que tiene como punto culminante el Gorosteta (1.259). Como curiosidad, el nombre de Gatzarrieta (también es popularmente conocida como Aldabe, como el paso que se extiende a sus pies y conecta Arraba de Egiriñao) proviene de unas antiguas explotaciones de cristales de cuarzo, de la que aún se pueden apreciar los restos.
Se trata de una cima de fácil acceso desde la campas de Arraba y que al elevarse en solitario entre los gigantes Gorbeia y Lekanda se convierte en un excelente mirador a estos dos colosos del Parque Natural.
La caminata comienza en el aparcamiento de Pagomakurre, punto al que se accede en vehículo particular desde Areatza. La caminata no encierra secretos y está perfectamente señalizada. Al final del aparcamiento y área recreativa tomamos una pista que serpentea entre refugios privados antes de comenzar a ganar altura con más decisión bordeando la base de la peña Lekanda por su vertiente oriental. En menos de una hora a paso tranquilo llegamos a Arrabakoate, portillo que da acceso a las campas de Arraba, un paraje mágico, perpetuamente verde, rodeado por el roquedo de Itxina, con la loma de La Cruz al fondo, donde pastan en libertad rebaños de ovejas, vacas y caballos.
Una avenida flanqueada por abedules que no acaban de properar debido a los rigores climáticos, nos conduce hacia el paso de Aldabe. El cordal rocoso que cierra Arraba frente a nosotros es el de Gatzarrieta. Camino del paso hay un desvío a la derecha, también flanqueado por árboles. Lleva al refugio Angel Sopeña o Elorri, que pertenece a la Federación Vasca y está abierto todo el año. Previa reserva es posible comer y pernoctar y tiene servicio de bar. Muy cerca se encuentran la fuente y abrevadero del mismo nombre, tradicional punto de acampada cuando Gorbeia no era Parque Natural.
Tras un corto descanso nos dirigimos hacia el collado que se encuentra justo sobre el refugio. Es una subida herbosa, con restos de un sendero que fue trazado para la explotación de la mina y que muy pronto nos conduce hasta un collado con el mismo nombre de la cumbre. El Gatzarrieta se encuentra a la izquierda. Recorremos el fácil roquedo hasta alcanzar la cima, señalado por un viejo buzón en forma de casa.
3. Urkiolagirre desde el Santuario de Urkiola. BIZKAIA
El monte Urkiolagirre es un oasis verde en medio del agreste perfil que ofrecen las peñas calizas de Durangaldea. Su alomada y herbosa cima se alza sobre el profundo valle de Mendiola y es un privilegiado y cercano mirador a algunas de las más emblemáticas cumbres de la montaña vizcaína, como Anboto, Alluitz o Untzillatx. Sin embargo, su popularidad le viene dada por albergar en su ladera oeste el conocido santuario de San Antonio. La actual edificación data de principios del siglo XX, aunque el eremitorio original se remonta al siglo XVII.
Ese perfil amable, su proximidad al santurario de Urkiola y esas imponentes vistas a cumbres más ambiciosas le convierten en un objetivo perfecto para iniciar a los más pequeños en el mundo de las montañas y el senderismo.
Iniciamos la caminata en el aparcamiento superior del Santuario. La ruta no ofrece dudas y está señalada por un poste de señales. Desde la explanada más elevada superamos el vallado y accedemos a los prados de la vertiente oeste de la montaña. El camino se dibuja en la hierba y no es extraño caminar entre vacas y caballos, que pastan en libertad. Más arriba el camino atraviesa un pinar que lo divide a modo de cortafuegos. No tardamos en salir de nuevo a prados abiertos, donde el sendero se aproxima a la cresta. A nuestra izquierda, separado por el barranco de Mendiola, el cresterío Alluitz-Anboto se muestra en toda la magnitud. Disfrutando de tan espectaculares vistas alcanzamos la redondeada cumbre. La panorámica que se abre ante nosotros justifica con creces el esfuerzo.
Para el descenso completaremos un recorrido circular bordeando el Urkiolagirre por el sur. Seguimos para ello el cordal mirando de frente al Anboto. El descenso nos lleva hasta el collado Asuntza, conocido por su conocida fuente de Pol-pol, de aguas ferruginosas. Allí cogemos la pista por lo que retornaremos (dch.) sin mayores dificultades al Santuario de Urkiola.
4. Abitigarra, desde la ermita de Santa Teodosia (San Vicente de Arana). ÁLAVA
En el extremo sur de los Montes de Arrieta se eleva un pequeño cordal que cierra por el norte el valle de Arana. Es la sierra de Bitigarras, cerrada al este por el collado Zanarri y su gran ermita de Santa Teodosia. Hablamos de Bitigarras en plural ya que son una sucesión de lomas cubiertas en parte por hayas y en parte adehesadas, la mayor de las cuales alcanza los 1.169 metros.
La ascensión desde la ermita de Santa Teodosia y su pequeño pero precioso bosque de fresnos, que incluye uno de los 'árboles singulares' catalogados en el País Vasco, permite completar un entretenido recorrido por el hayedo que puebla el cordal sin apenas desnivel, lo que le hace especialmente recomendable para realizar con los más pequeños. Los más montañeros tienen la posibilidad de alargar la excursión comenzado la caminata en San Vicente de Arana. Desde donde se alcanza el eremitorio siguiendo el sendero balizado PR-A.66.
La ermita de Santa Teodosia, su área recreativa y el bosque de fresnos conforman un conjunto paisajístico de gran belleza. Bajo la sombra de los árboles se encuentra también el mojón número 1 que marca la divisoria entre San Vicente de Arana y Abitigarra.
Delante de la ermita parte una pista cerrada con una valla verde que se adentra en el hayedo. Es nuestro camino hacia la cumbre. La caminata por el bosque es un agradable paseo en el que vamos ganando altura cómodamente. La amplia senda realiza un gran rodeo antes de aproximarse al cordal. Pegado a él, dejamos atrás una primera subcima y un poste de señales y sigue remontando suavemente hasta alcanzar el buzón. Estamos en el punto más elevado del alargado cordal cimero y en medio del hayedo, por lo que las vistas son prácticamente nulas. Si queremos disfrutar de ellas podemos continuar la caminata por el cordal veinte minutos más hasta salir a una zona más adehesada y alcanzar el vértice geódesico, situado en terreno más despejado y en una cima secundaria conocida como Lezaundi (1.147 m.).
5. Jugatxi desde Murgia
La tradición de levantar ermitas y eremitorios en los montes vascos es de sobra conocida. Solo en Álava, hay cerca de 300. Aunque según el historiador José Javier López de Ocáriz, en el siglo XVI llegó a haber 2.000. El valle de Zuia no es una excepción y tiene en la ermita de Jugatxi uno de sus dos templos de referencia. El otro es la de Oro, que se alza en la peña de Atxabal, en el centro mismo del valle.
Jugatxi se eleva al noreste del valle, sobre un modesto promontorio entre la autovía que une Altube y Vitoria (N-622) y el arroyo Kuklaran, en cuya vega se sitúa el pueblo de Jugo. Los orígenes del templo se pierden en el tiempo. Aunque como muestra de su antigüedad basta decir que la imagen de su Andra Mari -de estilo románico- data del siglo XIII y la primera referencia escrita de su cofradía se remonta a 1556.
La modestia de la loma en la que se ubica no es óbice para que nos encontremos ante uno de los parajes más bellos de la comarca. Un bosque de hayas y robles milenarios propios de un cuento de gnomos puebla sus laderas y la paz que emana el entorno solo se ve alterada por el ruido que llega de la cercana autovía.
Existe una pista para vehículos que sube hasta la misma ermita desde jugo, pero también se puede acometer una excursión más montañera completando una sencilla ascensión apta para toda la familia. Desde el núcleo urbano de Murgia tenemos que coger la carretera que une el alto de Aiurdin con el pueblo. Nada más dejar atrás las casas, llegamos a un punto con dos pistas a izquierda y derecha del asfalto con pequeñas explanadas para aparcar. Cogemos la de la derecha, un vial que lleva a Jugo, aunque lo abandonamos a los poco metros para seguir (izd.) un camino delimitado por unos mojones que se adentra en el bosque. La amplia senda remonta entre robles y hayas en un entretenido paseo que nos lleva sin pérdida hasta la planicie cimera en la que se asienta la ermita y que le otorga la otra denominación por la que es conocida esta montaña: La Dehesa.
En los años 70, el deficio estaba medio en ruinas, pero vecinos de Zuia asumieron su restauración y lograron recuperarlo. Un acuerdo con la Diputación permitió arreglar la cubierta y convirtió su entorno en un área recreativa con mesas, asadores y una fuente en la ladera norte, a la que se accede tras descender 140 peldaños. El templo suele estar cerrado, aunque en su fachada oeste se puede ver una talla de la Virgen.
Detrás de la ermita hay unas peñas, probablemente origen del nombre - Jugo haitz: peña de Jugo-, que son el punto culminante de la montaña, accesibles pero sin buzón identificativo alguno.
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