República Checa: Sorbos de historia y placer
La República Checa está más cerca que nunca gracias a una nueva línea de Czech Airlines que opera desde Bilbao a Praga y permite escapadas asequibles para verano.
iñigo puerta
Viernes, 26 de agosto 2016, 17:54
Torreones imaginados en un cuento de hadas, imponentes catedrales góticas, frisos engalanados, palacios ostentosos y ecos del telón de acero soviético se entremezclan con el sabor del oro líquido checo, la cerveza. La monumental Praga invita a perderse por sus apacibles calles y plazas. Es la bienvenida a un país repleto de atractivos que se pueden paladear en breves sorbos. Una alternativa refrescante para cambiar de aires en planes cortos, nada caros.
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En el siglo XI se fundó la Ciudad Vieja de la capital, que se amuralló 200 años más tarde para frenar incursiones enemigas y en 1347, Carlos IV quiso fundar una nueva Jerusalem. Expandió sus murallas para crear la Ciudad Nueva. En esta extensión histórica se sitúa la Plaza Mayor, un buen punto de partida para recorrer los más de 2.000 monumentos protegidos por la Unesco levantados por doquier. La mayestática escultura de San Wenceslao a caballo, el primer mártir canonizado y patrón de los checos, la preside con su lanza.
A pocos pasos, otro símbolo de lucha. La Primavera de Praga, un aire crítico joven nacido dentro del Partido Comunista que amenazaba de forma viral a la Unión Soviética de Brézhnev, fue atajada desde Moscú con tropas del Pacto de Varsovia. En 1969, dos estudiantes se inmolaron como protesta y una lápida lo recuerda. Efectivos rusos se mantuvieron hasta 1992.
La herencia comunista está muy presente aún en la iconografía de la ciudad. Esculturas propagandísticas dominan algunas fachadas y frisos de una ciudad rematada con impresionantes obras de arte de todos los periodos imaginables, solo al alcance de unos buenos binoculares. Si la motivación del viaje es histórica, arquitectónica o religiosa, es vital llevar una guía (escrita o viviente) para comprender cada rincón de una ciudad que requiere "cinco días plenos" de exploración exhaustiva, según Darina, nuestra anfitriona.
Una visión más corta, relajada y menos rígida del entorno también es posible. Pulular, mirar, curiosear y sorprenderse sin rumbo fijo o con pocos objetivos, es también placentero. La amplitud de las aceras y los bares ayudan.
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Enamorarse es fácil en Cesky Krumlov
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Patrimonio de la Humanidad
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Un diamante pulido desde la Edad Media se esconde en la Bohemia Meridional de la República Checa, a menos de tres horas en carretera de su capital. Erigido en el siglo XIII, un enorme castillo vigila el meandro del río Moldava, que rodea un casco histórico delicioso, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992.
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La rosa de cinco pétalos, símbolo de la antigua región dominada por la familia Rosenberg, simboliza por doquier el poder del linaje más poderoso de su época. Detrás de las murallas de la fortaleza se guardan intactas estancias y partes de un mobiliario de incalculable valor, testigo de estilos y corrientes artísticas que durante siglos impregnaron de lujo las vidas de sus moradores, que más tarde fueron los Habsburgo, los Eggenberg y por último los Schwarzenberg. Una iglesia gótica que conserva frescos del siglo XV, una calesa dorada que fue donada al Vaticano o un teatro barroco de finales del siglo XVII, son solo destellos de un tesoro.
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Las callejuelas interiores, los puentes y las terrazas del pueblo evocan paz, belleza y puro placer por una vida contemplativa de la que es fácil enamorarse.
La plaza de San Wenceslao, más bien una avenida de enormes dimensiones, nos lleva hasta la puerta más famosa de la Ciudad Vieja, la Torre de la Pólvora. Un negro torreón gótico que se enlaza con la Casa Municipal, un bello exponente de los edificios Art Nouveau de Praga. Escaparates con las típicas marionetas o joyerías con su afamado granate, son paradas curiosas. Obligado elevar la mirada por las callejuelas y observar heráldicas que llevan la firma de los tiempos.
Todos confluye en la Plaza de la Ciudad Vieja, el corazón de Praga. El histórico emplazamiento del mercado regala una panorámica de edificios variopintos, presididos por el del Ayuntamiento, en el que aún funciona el reloj astronómico medieval más importante del mundo. Un espectáculo de la ingeniería mecánica de hace 500 años, adornada con obras de arte que representaban la amenaza turca del momento. Es una ocasión ideal para degustar un aperitivo cárnico en los puestos adyacentes al aire libre y reponer fuerzas.
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Una de las salidas de la plaza conduce hasta la casa donde vivió el influyente escritor Franz Kafka, que da paso al barrio judío, otro icono en sí. Varias sinagogas enclavadas desde los orígenes de la ciudad sitúan en contexto la importancia de esta comunidad. Fueron defensores fieros de la ciudad en la Edad Media y víctimas del exterminio nazi en la II Guerra Mundial, que diezmó su población en 87.000 personas. Un cementerio que acoge más de 100.000 cuerpos, los nombres de las familias exterminadas, objetos personales o dibujos infantiles que describen su infierno personal, sobrecogen.
Castillo milenario
La salida hacia el puente de San Carlos ahuyenta los fantasmas del pasado y entre músicos callejeros nos adentramosa en una zona bohemia, en la falda del Castillo de Praga. Conviene una parada para tomar resuello o subir en un pintoresco tranvía rojo para adentrarse en este microcosmos amurallado. Una fortificación que comenzó a gestarse en el siglo IX y abarca varios edificios mágnos en su interior. La catedral gótica de San Vito, el Convento de San Jorge o el Callejón de Oro, son parte de un tesoro que requiere varias horas para poder apreciarlo en su totalidad. Actualmente, su palacio sirve de residencia para el primer ministro checo. A la salida, conviene asomarse para disfrutar de una panorámica privilegiada de la ciudad.
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Bajar entre callejuelas románticas, tiendas modernas o bares con sabor añejo invitan al disfrute. Buscar una de las muchas cervecerías autóctonas y degustar sus contundentes especialidades es un fin de fiesta ideal. O si prefieren, un inicio de velada con Praga iluminada por la luna.
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