Varosha, 40 años de silencio
La ciudad que mutó de destino turístico a localidad fantasma en Chipre, cumple cuatro décadas de soledad y abandono
gerardo elorriaga
Miércoles, 28 de mayo 2014, 13:42
'Waterloo' dejó de alegrar las vacaciones cuando más se necesitaba, en pleno ferragosto. La canción había triunfado cuatro meses antes en el Festival de Eurovisión catapultando a cuatro jóvenes músicos escandinavos a la fama inmediata. El fenómeno Abba llegó en verano hasta Famagusta, la capital económica de Chipre, y se convirtió en la banda sonora de las playas, bares y discotecas de Varosha, su distrito costero. Miles de visitantes pululaban por sus callejuelas medievales, el comercio florecía y no era sencillo desplegar la toalla en los arenales de uno de los destinos preferidos del sur de Europa.
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Aquella vida alegre se detuvo el 15 de agosto de 1974. La invasión de las tropas turcas la congeló en plena canícula. Los habitantes de la ciudad y los turistas huyeron inmediatamente o debieron solicitar salvoconductos en las horas posteriores a la ocupación, cuando los soldados patrullaban ya aquellas calles de bazares desiertos.
La guerra sorprendió a los grecochipriotas, habitantes mayoritarios de la localidad, que no podían suponer que su precipitada marcha no representaba un episodio coyuntural de la pugna ancestral de Grecia y Turquía por la isla, sino el sacrificio definitivo derivado de la partición de la isla en dos zonas independientes entre sí. La comunidad de origen heleno, más del 80% de la población total, retuvo el 63% de la superficie, y el resto quedó para la minoría otomana. La limpieza étnicoreligiosa desplazó a cientos de miles de personas que habitaban el sector contrario a los intereses mayoritarios.
El barrio marítimo fue vallado e incluido en la tierra de nadie entre ambos bandos, más tarde denominada franja de seguridad. Diez años después, una resolución de Naciones Unidas dispuso que sus casas sólo podrían ser ocupadas por los antiguos dueños, sentenciando el lugar al abandono definitivo. Mientras, se creaba la República Turca del Norte de Chipre, paria internacional, y la República de Chipre destino de los griegos expulsados conservaba el crédito diplomático.
Con el paso del tiempo, la existencia interrumpida en Varosha se ha convertido en todo un tesoro vintage al alcance de osados depredadores capaces de sortear los controles militares. Las mesas dispuestas para el almuerzo, los ajuares desmembrados, los Toyota Corolla dispuestos en concesionarios y garajes, los jirones de carteles y las grúas herrumbrosas constituyen una muestra única de la cultura popular de los setenta.
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La huida masiva de sus habitantes
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1974.
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Ese año se produjo la invasión de las tropas turcas que propició la huida de los vecinos del distrito costero de Famagusta.
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Diáspora.
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Unos 200.000 grecochipriotas y 65.000 turcochipriotas perdieron su hogar como consecuencia de la invasión turca de 1974, según estadísticas del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.
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Sentencia.
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El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha condenado recientemente al gobierno de Ankara al pago de 30 millones de euros a los familiares de 1.491 desaparecidos tras la ocupación, y de otros 60 millones a la comunidad grecochipriota bajo su control. La Administración otomana ha declarado que se niega a abonar esa cantidad.
El deseo de reunificación y el regreso al hogar perdido han permanecido latentes en Chipre. El Norte se repobló con campesinos de la península turca, y las industrias del ocio y servicios de la antaño floreciente Famagusta fueron heredadas por las pujantes Lárnaca y Limasol.
La música dance, el eurobeat y las últimas corrientes electrónicas han atronado sucesivamente en los night clubs de Agia Napa, el nuevo bastión de la vida nocturna chipriota, y el destello de casinos y lupanares también ha roto la placidez campesina en el flanco septentrional. Las solitarias playas de Varosha, mientras, solo acogían a las tortugas que habían recuperado su territorio para incubar.
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¿Quién se acordaba de la ingenua Waterloo guardada en jukebox cubiertas de polvo? La memoria de Varosha recobró cierta vigencia en 2004, cuando Chipre accedió a la Unión Europea, una ocasión que Bruselas aprovechó para proponer una reunión basada en un plan de Estado federal que debía ser aprobado por ambos territorios. Pero los privilegiados habitantes del sur, únicos invitados a la integración en el concierto continental, rechazaron un acuerdo que sancionaba la unión con grandes reservas. El barrio fantasma de Famagusta perdió la mejor oportunidad de escapar de su letargo.
El vicepresidente de EE UU, Joe Biden, acaba de visitar Nicosia, lo que se interpreta en la isla como el espaldarazo para deshacer el nudo gordiano de Famagusta. Mientras, Varosha espera, ensimismada como siempre, que regresen sus vecinos y, con ellos, los ipads, iphones, Lady Gaga y Rihanna, y así confesar, aliviada, que ya es hora de recuperar los relojes, el glamour, y cantar por última vez Waterloo, finally facing my Waterloo.
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