Venezuela y la ONU
Por razones no explicadas (salvo la socorrida de salvar la cara y fingir que se hace cuanto se puede hacer), Washington hizo saber el lunes ... que pedía una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación en Venezuela con toda urgencia: para el día siguiente, martes. Y no hubo dudas de que era una iniciativa combinada con el viaje que al mismo tiempo llevó a Bogotá al vicepresidente Pence para reunirse allí con el autoproclamado presidente venezolano, Juan Guaidó.
El gesto tuvo el valor político que se le quiera dar, pero no la fuerza para alterar la situación sobre el terreno, definida el fin de semana previo con el fracaso del intento opositor de entrar masivamente desde Colombia con ayuda humanitaria urgente. El ensayo pareció indicar que el fuerte aparato de seguridad y las Fuerzas Armadas son leales al régimen venezolano y, lo que es tal vez más relevante, sirvió para que el llamado Grupo de Lima, las democracias latinoamericanas casi al completo, rehusaran sopesar un recurso a la fuerza. Nótese que el grupo fue creado en agosto de 2017 tras considerar que se había roto el orden democrático en Venezuela desde el Gobierno.
Es una tradición irónica que el traslado de las disputas políticas enviadas para su tratamiento al Consejo de Seguridad equivalga de hecho a su aparcamiento y, a menudo, a la nada política porque quien puede (en este caso la URSS como otras veces Washington) utiliza su derecho de veto y asunto concluido. Con Trump concentrado con su crucial entrevista con Kim Jong-un en Hanoi, Pence cubrió el expediente, pero tuvo que oír a los líderes latinoamericanos, empezando por el muy amistoso vecino y presidente colombiano, Ivan Duque, que ellos excluyen por definición las pretendidas soluciones de fuerza.
Así, el cuadro político-diplomático se siente fiel a cierta tradición norteamericana de abordar la eventual solución de una crisis que amenaza sus intereses o su reputación con gestos severos y definiciones clásicas al respecto como las ahora utilizadas por el vicepresidente y algunos voceros en Washington: «Todas las opciones están sobre la mesa», aclaró Pence.
Esta exhibición de energía y protagonismo es en cierto modo sorprendente porque hasta hace poco tiempo parecía que Washington delegaba de hecho su criterio en el llamado Grupo de Lima, que integra a todos los grandes Estados latinoamericanos, hostiles en general al régimen venezolano. Este fin de semana se votará en la ONU una propuesta de condena del régimen chavista que vetarán Rusia y China, con mayor protagonismo para la primera. Y la situación seguirá empeorando, sobre todo si, como amenaza con hacerlo, el líder opositor Juan Guaidó regresa al país desde Bogotá e insiste en la opción del enfrentamiento cuando, en un gesto insensato del régimen, ha sido asimilado a un delincuente que puede ser detenido en cualquier momento.
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