Convocar dos congresos el mismo sábado de julio demuestra la lejanía de los políticos respecto a la gente normal. ¡Que estamos ya de vacaciones, por ... favor! ¡Dejen de darnos la turra! En el caso del PSOE aún se puede comprender, porque se les había llenado el partido de chinches, pero lo del PP solo se explica por puro aburrimiento. Están Feijóo y los suyos como en la cola de Port Aventura, dando vueltas en zigzag, esperando a que les llegue el turno de subirse al Dragon Khan, y ya no saben qué hacer para entretenerse. Han montado un congreso como podían haber organizado un maratón popular o la rifa de un jamón. Los discursos, de hecho, tenían una profundidad de concejal de festejos echando el pregón en la plaza.
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Lo del PSOE ha resultado mucho más entretenido, aunque Sánchez ha estado flojo. Descartada la opción de la retirada, solo el nombramiento de Nico Williams como secretario de organización hubiera podido descolocar a la afición y abrir una nueva etapa. En lugar de eso, Sánchez dijo que lo más fácil sería irse pero que se veía con fuerzas para continuar. Es esta una frase ceniza y terminal, como de entrenador de Segunda División días antes de ser destituido. Ese fallo no se lo hubiera permitido Rajoy. ¿Es que no hay nadie en Moncloa encargado de leer el Marca? Tampoco vi muy claro esa reunión con mujeres del partido. Recordó a esos festejos taurinos solo para espectadoras que le organizaban a Jesulín en sus buenos tiempos. Al menos, el congreso acabó con una votación definitiva: 315 síes y un no. Son unanimidades reconfortantes y lógicas, que revelan un debate de ideas como no se ha visto desde la última edición de La Isla de las Tentaciones.
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