Cada mes de noviembre llega el ya famoso Black Friday, es decir, una avalancha de descuentos que nos parecen imposibles de ignorar. Al final acabamos ... comprando por impulso, y casi nunca por necesidad. Aunque se nos vende esta fecha como una oportunidad, en realidad es un espejo del modelo de consumo en el que vivimos: rápido, excesivo y poco sostenible. Detrás de cada chollo hay fábricas en las que los empleados trabajan en unas situaciones precarias, salarios miserables y toneladas de residuos que contaminan nuestro planeta. Mientras tanto, compramos pensando que estamos ahorrando. El Black Friday es un reflejo social que nos muestra cómo el capitalismo y consumismo dominan nuestras acciones. Nos ponemos medallas proclamando sostenibilidad, pero cuando llega el Black Friday compramos ignorando que, en realidad, el planeta queda en segundo plano frente a la urgencia de consumir y consumir cada día más.
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