El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha señalado un dato estremecedor en la IV edición de Metafuturo: el 6,5% de los jóvenes ha ... intentado quitarse la vida. Y tiene razón en una cosa, no podemos normalizarlo. Pero me sorprende que, ante una cifra tan grave, la respuesta vuelva a centrarse casi exclusivamente en la tecnología: límites de edad, bloqueos nocturnos, verificación del dispositivo... medidas que pueden tener sentido, pero no por sí solas. El riesgo emocional de los jóvenes no nace sólo del móvil, sino de la absoluta falta de acceso a una atención psicológica asequible, digna y estable. Si un adolescente pide cita con un psicólogo público puede esperar meses; si necesita terapia continua, su familia no siempre puede pagarla; y si está en crisis, descubre que los recursos de emergencia son escasos y se sostienen con profesionales saturados que mecanizan tratamientos. ¿De qué sirve «prohibir la geolocalización» si cuando piden ayuda seguimos sin tener nada que ofrecerles? La salud mental no debería depender de la capacidad económica de una familia, ni puede camuflarse con medidas totalmente franqueables, mientras se ignora que necesitamos más psicólogos y más recursos, no únicamente restricciones digitales.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión