Amor sin foco

Koldo Aldai Agirretxe

Viernes, 21 de noviembre 2025, 01:00

El silencio, casi vencido por el ruido del mundo, debiera recobrar su primacía cuando atravesamos el umbral de algo tan íntimo como el sexo. Piel ... con piel fuera de todo foco, por supuesto fuera de toda habladuría. La cópula sagrada es 'res privata', no 'publica'. Si desacralizamos la vida reservada, perderemos cotas de civilización.

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Lo vulgar no representa 'revuelta' alguna. La incorrección exhibe pobreza humana, pero no desafía. No promueve progreso, sino retroceso y hoy se hace más preciso si cabe subrayarlo. La frecuencia con la que una persona hace el amor nunca debería ser noticia. El vacío existencial llega tan lejos que osamos presentarnos en el lecho extraño e indagar por el frenesí sobre su colcha. Eso nunca será asunto nuestro. Nuestro tema urgente es ese vacío que no logramos llenar, ese fatal aburrimiento que nos hace transgredir las fronteras de lo admisible.

El conductor del programa estrella de la pública acostumbra preguntar por las relaciones sexuales del invitado o invitada. Interroga con la expresión bruta que no mentaremos y que bien podremos imaginar. Es en la hora que más personas permanecen clavadas a la pantalla. El humano no 'f...'. Ese impropio verbo sólo lo conjugan los animales o nosotros mismos cuando nos rebajamos al 'modo animal'. El humano 'hace el amor', cuanto menos se ensaya en ello, pues en ello nos va la vida, sobre todo la que está por llegar. Alguien se lo tendrá que recordar a ese presentador tan bien pagado. Eso no es mojigatería, sino consideración, mutuo respeto. ¿O es que las profundas raíces de la denostada violencia sexual no se alimentan también, en alguna medida, del lenguaje desafortunado? El sonido encumbra o degrada. 'Revuelta' ante ese verbo que debiera desaparecer de las bocas públicas y los diccionarios serios; 'revuelta' ante la devaluación de una sexualidad que se presenta de forma tan poco reverente y consciente.

La indiscreción no ayuda. En una sociedad responsable la relación íntima no se airea, permanece candada, blindada. No hay que confundir la alcoba con el patio. Nos quejamos de la degradación de la sexualidad en nuestros días, pero no reparamos en cómo la abordamos. El primer barro puede brotar de los labios. Elevar la sexualidad es también rescatarla del lenguaje chabacano y de la órbita del chisme. No reivindicamos mutismo; eso ya lo vivimos. No es que no se hable de ella, es que exige un marco respetuoso y adecuado, un lenguaje que la honre, no que la denigre.

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Si no hay ámbitos por su naturaleza vedados, si el entrevistador no logra obsequiarnos con lo que en verdad esa persona invitada nos puede eventualmente nutrir y aportar, siempre nos quedará el 'off' en el mando. Cuando algo tan personal se vuelve tan público siempre podremos saltar a otra Gran Vía, a otra Gran Avenida o cadena.

No sé si en ese antiguo teatro se escenifica 'revuelta' de la auténtica o, por el contrario, acomodo. Para hacer un buen programa no es preciso invadir lechos.

No es tanto cuestión de que el nuevo 'invento' de la pública sea o no afín a quienes gobiernan, sino de si es afín a lo grato, amable y edificante en la hora más televisiva. Lo más popular puede también asomarse a lo zafio. El Gobierno y RTVE son los encargados de evitarlo. 'Progreso' poco tiene que ver con conculcar el mínimo decoro. Torpe 'reacción' es la indiscreta mirilla, la pregunta que degrada, que nos acerca la caverna que abandonamos, no a la colectividad madura que nos aguarda.

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Necesitamos 'revuelta' en 'prime time' ante el mal gusto, ante aquello que nos desdibuja. Hay progresos y conquistas sociales que no tienen que ver con el dinero que entra en nuestra cartilla a final de mes, tampoco con la hora en que suena la sirena para quitarse el buzo o el aviso para dejar de trabajar. Hay diferentes ángulos desde los que observar los avances colectivos. Logro compartido es también, al fin y al cabo, una televisión más formativa, con menos concesiones a lo ordinario.

Se están fraguando en realidad muchas y cada vez más ambiciosas 'revueltas'. Personalmente me sumo a ese que pretende redefinir, resacralizar la condición humana. En realidad, bastaría recordar nuestro alto destino, más allá del estridente ruido cotidiano y el espeso 'follaje' que nos rodea...

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Ocurre cuando somos incapaces de asumir nuestra culpa y la proyectamos en el contrincante o el enemigo. En ese momento ya hemos perdido aunque ganemos. Triunfa la mentira. Inculpamos al otro todo aquello de lo que nos sabemos culpables y se nos podría imputar. Zafia y cobarde manera de autoblanqueamiento con desprecio de la autocrítica. Este tipo de conducta es injusta en la vida privada y despreciable cuando da el salto mortal a la pública. La moral pública puede llegar a dictarla cualquier fanfarrón que acusa a todo el mundo de lo que él merece ser acusado, difamando con sus propias culpas, con abuso del victimismo populista. Ejemplos a derecha e izquierda. Esta legislatura está marcada por la venganza. La corrupción de los que no digieren estar en la oposición se intenta tapar, por equiparación, con la de algunos elementos del actual Gobierno. Paradigmático el salto circense de la culpa de un delincuente fiscal, afín a la oposición, a la inculpación del fiscal general del Estado, elegido por el Ejecutivo. Pero una hipótesis es tan simple como mirarse a uno mismo, lo serio es la tesis, la demostración, las pruebas.

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