Nazis, hampones y colaboracionistas
El oficio de vivir ·
Resulta llamativo que Gipuzkoa concentrara tal densidad de muñidores de sombras pugnando en una guerra de trincheras invisiblesApartir de la primavera de 1943, Gipuzkoa se proyectó como foco de atracción para gánsteres y traficantes procedentes de la Europa ocupada. Traían consigo la ... siniestra cosecha de la persecución y el expolio de judíos: joyas, oro, piedras preciosas, obras de arte... Los 'gestapaches' (delincuentes franceses al servicio de la Gestapo), beneficiados de la tolerancia o de la fingida indiferencia de las autoridades españolas, encontraron en nuestro territorio un hábitat de garantía para la expansión de su negro mercado, junto con la necesaria cobertura de cómplices nativos.
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Había antecedentes de connivencia de los franquistas con las mafias: durante la Guerra Civil los sublevados burlaron el bloqueo internacional a la compra de armas con ayuda de la famosa trama corso-marsellesa de Carbone y Spirito, luego conocida como 'French Connection'. No obstante, los hampones colaboracionistas debían andarse aquí con cuidado sabiéndose vigilados por los servicios de inteligencia aliados, así como por espías de la Resistencia, por agentes del gobierno de Vichy y hasta de Mussolini. Resulta llamativo y expresivo del ambiente de la época que una provincia pequeña como Gipuzkoa concentrara tal densidad de muñidores multinacionales de sombras pugnando en una guerra de trincheras invisibles.
A medida que se aproximaba el desenlace de la Guerra Mundial vino a sumarse un importante contingente de mandos de los ejércitos derrotados huyendo de rendir cuentas ante los Aliados. El más recordado, Léon Degrelle, teniente coronel de las Waffen-SS, 'caído del cielo' sobre las arenas de La Concha en la mañana del 8 de mayo de 1945.
Franco acogió a toda esta escoria por cuatro razones básicamente: por sintonía ideológica; por evitar que revelasen a los Aliados detalles incómodos para un Régimen en mutación de pronazi en anticomunista; porque dando refugio a colaboracionistas del gobierno de Pétain se presionaba a Francia para que controlase a los exiliados republicanos españoles; y, por último, pero no de menos importancia, porque quienes tuvieron responsabilidades en la administración económica, el espionaje y la policía política del III Reich podían resultar útiles. Así, parte de aquellos nazis y asociados se convirtieron en agentes franquistas a cambio de protección y de una apacible vida al sol español hasta el final de sus días.
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Sobre este tema charlaremos mañana, lunes, dentro del ciclo 'Ateneo: desafíos del mundo actual' en el KM (convento de Santa Teresa en la Parte Vieja).
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