La procedencia de quienes delinquen no es de ningún modo relevante a la hora de gestionar las políticas de seguridad. Decir que así se evitan bulos es pura hipocresía. Es dar la oportunidad de buscar cabezas de turco y facilitar la marginación y el prejuicio generalizado. Es una forma barata y cruel de jugar con la preocupación ciudadana por la seguridad. Lo único que se logra es hacer el juego a los aprendices de nazis que sueñan con deportaciones masivas.
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