El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman y el presidente de EE UU, Donald Trump Reuters

Éxito de Bin Salman

El encuentro con Trump refuerza a Arabia Saudí como máxima potencia en Oriente Medio

Domingo, 23 de noviembre 2025, 00:03

La visita a la Casa Blanca del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, recibido con todos los honores por Donald Trump supone un ... reconocimiento de su perfil político y refuerza a los saudíes como la potencia máxima en Oriente Medio, con el reto de poder entenderse con Israel. La visita coincide con transformaciones económicas, sociales y geopolíticas, y se entrelazan con desafíos regionales y globales derivados de los cambios en el equilibrio de poder y el acelerado avance tecnológico y financiero.

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Escribe el periodista y académico saudí, Hasan Alnajrani, que la Visión Saudí 2030 reposa sobre tres pilares: convertir al Reino en «el corazón del mundo árabe e islámico», en «una potencia global de inversión» y en un «punto de conexión entre tres continentes». En el plano económico, la relación con Estados Unidos sigue siendo un motor clave de inversión, tecnología e innovación; y la cooperación bilateral refuerza el principio saudí de la «seguridad económica». En el ámbito estratégico, el Reino busca garantías que superen el eje petrolero, incorporando tecnologías avanzadas —IA, energía nuclear civil, sistemas de defensa— y ampliando alianzas clave con Washington. En el plano simbólico, refleja la intención saudí de redefinir la relación bilateral desde la cooperación entre actores fuertes, no desde la subordinación.

Este viaje fortalece la posición de Arabia Saudí como centro inversor y como proyecto económico diversificado. La búsqueda activa de capital y experiencia estadounidenses acelera proyectos estratégicos como ciudades inteligentes, turismo y tecnología. A nivel regional, Arabia Saudí se afirma como mediador y garante en zonas de tensión, mientras Washington busca un socio estable que reduzca riesgos. Sin embargo, surgen también desafíos relevantes: las ambiciones de cooperación en seguridad pueden chocar con viejos equilibrios estadounidenses en la región, especialmente su relación con Israel. Otro aspecto relevante es el respaldo popular amplio, fruto de la estabilidad y prosperidad construidas por los reyes sucesivos. Esta visita abre un horizonte previsible: nuevas alianzas económicas, energéticas y tecnológicas; mayor cooperación militar; y un reacomodo geopolítico que puede redefinir el equilibrio regional. Sin embargo, los conflictos prolongados en la región podrían retrasar las nuevas relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí.

En definitiva, asegura Alnajrani, representa un paso coherente dentro de un proyecto saudí en expansión, apoyado en un legado sólido y orientado hacia un futuro donde se reconfiguran fuerzas y prioridades. Confirma que Arabia Saudí avanza con seguridad en la ampliación de su peso global y que ya no es un simple receptor del orden internacional, sino un actor que lo impulsa, lo moldea y lo redefine. Una señal clara de que el Reino continúa avanzando hacia un horizonte de mayor estabilidad e influencia en su entorno y en el mundo.

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