El Gobierno foral ha presentado el proyecto de Presupuesto para 2026, el más alto de la historia (1.296 millones) y también se prevé una ... deflactación de 2% en el IRPF, para intentar compensar la subida de la inflación, actualmente en el 3%.
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El Presupuesto es la norma más importante y es lógico que genere reacciones. Al Gobierno foral de coalición PNV-PSE le falta un voto para poder aprobar en solitario las cuentas, pero las reacciones al documento dan a entender que hay espacio para la negociación. En contraste con la estrategia de ruptura de todos los puentes que rige la política en otras latitudes, da la sensación de que los partidos vascos detectan que lo que da votos aquí es la capacidad de llegar a acuerdos, no lo contrario. La primera fuerza de la oposición, EH Bildu, que hasta el momento no ha aprobado ningún presupuesto a este Gobierno, se apresuró ayer mismo a mostrar disposición. Lo mismo dio a entender el portavoz del PP, cuyo voto ya dio luz verde a las últimas cuentas. El trámite no ha hecho más que comenzar pero, una vez más, se percibe una presión social favorable a los acuerdos amplios –en 2024, el 75% de las leyes del Parlamento Vasco se aprobaron con una mayoría superior a la de los dos partidos del Gobierno–. La ciudadanía vasca no quiere tonterías y las antenas de los partidos parecen haber captado esas ondas en el aire.
El 2% de deflactación en el IRPF indica que Hacienda se lo puede permitir, tras una óptima recaudación en el último ejercicio. Mejor bajar ese impuesto que otros. Ese 2% también pone el sello oficial a la realidad de que los salarios no alcanzan. Que el dinero –cifras de beneficios récord por doquier– no se reparte en el mundo del trabajo.
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