Donde nace el viento

Irreversibles

Existe nostalgia de lo que nunca existió en la realidad, tan solo en la imaginación desbocada, en un sueño ligero

Supongo que habrá muchas clases de nostalgia, es difícil reconocerlas todas, sin haberlas vivido con cierta intensidad. Existe un sentimiento, visto a veces como enfermedad, ... a veces como trastorno, que remueve en el interior de la persona el deseo de volver a la tierra natal, contemplar el río suave que acaricia sus riberas, las colinas levemente inclinadas hacia el norte, el olor a hierba recién cortada, la tenue niebla de la mañana, el aire fresco de la tarde, la noche con su silencio y sus secretos ocultos, más allá de la comprensión.

Publicidad

Existe la nostalgia del futuro, cuando imaginamos un mundo fraguado según nuestras ilusiones y trazado con el color de nuestros miedos actuales, donde haya lugar para esta humanidad que ve el momento actual con espanto, impotente en todo momento para hacer frente a los acontecimientos terribles que están sucediendo donde quiera que miremos, sin ninguna capacidad para revertir crueldad y fuerza a ternura y justicia. La ternura, por su propio carácter retraído, nunca ha sido un valor dominante. La justicia sin el poder que la sostenga resulta impotente; el poder sin justicia es simple arbitrariedad.

Existe nostalgia de lo que nunca existió en la realidad, tan solo en la imaginación desbocada, en un sueño ligero, en una fantasía de una tarde calurosa, que nunca más ha vuelto a suceder con el ímpetu de aquel momento. Y existe la nostalgia, a secas, la nostalgia cándidamente pura, cuando un paisaje querido es pasto de las llamas y deja de ser lo que era: refugio en las horas malas, esas en las que el cuerpo desaparece, se evade y renuncia a la necesidad de vivir, en las que el ánimo se hace añicos y cada trozo se desperdiga por instancias desconocidas, cuando el corazón late lentamente, es casi imperceptible, se extiende una especie de velo delante de los ojos y una orden emanada de no se sabe dónde clausura los sentidos.

Ya no existe como lo recordamos, se lo llevó el fuego de una noche de verano que arrasó con castaños centenarios, encinas geométricamente perfectas, robles altivos, pinos olorosos, y todo lo que representaba y representó para generaciones que sacaron del monte lo necesario, sin esquilmarlo, que se aprovecharon de sus recursos, sin abusar.

Publicidad

Volver al lugar natal, donde transcurrió no solo la infancia, volver al lugar donde alguna vez se encontró la paz amigable, son deseos que golpean con una pasión no siempre furiosa. Se busca, en definitiva, algo que no sea irreversible.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad