Donde nace el viento

Brutalismo

Hay una crueldad atroz que no pasa inadvertida ante los ojos y ante la conciencia generales. Gaza es el ejemplo más evidente, pero no es el único

Creo que a raíz de la película 'El Brutalista' ha adquirido relevancia el término 'brutalismo', como sinónimo de lo grandioso, espectacular y monumental, pero útil ... a su vez. Son cada vez más los escritores que incluyen el término en sus textos, también se escucha frecuentemente en el lenguaje de la calle, refiriéndose despectivamente a actitudes humanas excesivas, fuera de la normalidad, más allá de los comportamientos estéticos esperados. El brutalismo no significa necesariamente brutalidad, pero designa una cierta megalomanía, un afán de destacar en lo colosal, en eso que se escapa a las medidas usuales, las desborda como desbordan los huracanes las previsiones más sensatas, los incendios los mecanismos previstos, y las aguas los cauces arbitrariamente atribuidos por la acción o inacción humanas. La naturaleza tiene ciertas expresiones de una dureza exquisita; no hay más que darse una vuelta por los lugares extremos de la tierra, desiertos insólitos, islas apartadas y cordilleras insuperables, para darse de cuenta de que hay una belleza conmovedora en esa indomable enormidad.

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Hay en las grandes urbes edificios que pueden ser catalogados de brutales. En Madrid hay varias construcciones que nada pueden envidiar a las obras maestras del realismo soviético, su seña de identidad, o del utilitarismo británico afianzado en la posguerra. La crudeza de los materiales salta a la vista, hormigón en su más pura esencia, grandeza sin adornos, pocos huecos al exterior, infinitud de pasillos intrincados y escaleras supinas, donde el visitante se pierde y adquiere conciencia de su extraordinaria nimiedad. El ser humano siempre pierde frente a la naturaleza, también frente a la técnica más avanzada, o frente a otros más poderosos y sólidos.

Hay una crueldad atroz que no pasa inadvertida ante los ojos y ante la conciencia generales. Gaza es el ejemplo más evidente, pero no es el único, las dimensiones del horror se hacen visibles, porque son filmadas y transmitidas a todas partes. ¿Pueden el periodismo parar guerras?, nos preguntábamos cuando estudiábamos aquello entonces. No, está claro.

Pocos se asoman al abismo que proyectan los medios audiovisuales, porque pocos quieren ver lo que sucede, aunque la brutalidad destaque, como destacan y atraen las pirámides y los edificios absolutos de hormigón, terriblemente ostensibles, gigantes montados sobre la selva urbana, cada vez más selva y cada vez menos moderna, más primitiva y salvaje.

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