La revolución emprendida por el consejero de Salud en Osakidetza debe ser una oportunidad para adaptar la sanidad pública vasca a las necesidades de una ... población cada vez más envejecida y con nuevas demandas tras la pandemia. A la vez, tiene que servir de revulsivo al progresivo deterioro del servicio y a la fuga de pacientes y médicos a la red privada. Solo cabe esperar que los profesionales elegidos por Alberto Martínez para pilotar la transformación acierten en el diagnóstico y apliquen con eficacia las recetas que mejoren la asistencia integral, cuarenta años después del inicio de Osakidetza. En este vuelco, harán falta recursos y una estructura más racional que siga dando prioridad al paciente. La modernización, sostenida en la digitalización, parece clave en la futura planificación del Servicio Vasco de Salud. Tanto para la organización –sus 40.000 trabajadores lo convierten en la mayor empresa vasca– como para garantizar el pronóstico y un trato próximo sin necesidad de tensionar aún más consultas, pruebas y operaciones. Pero con la salud por encima de todo. Aliviar la angustia por las listas de espera y la falta de sanitarios es motivo suficiente para poner Osakidetza al día.
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