El del Tren de Alta Velocidad en Euskadi es el proyecto de infraestructura más importante que jamás se ha acometido en este país. Su puesta ... en marcha «antes de 2030» supondrá tal revolución que marcará el futuro de la movilidad de las próximas décadas. Los trabajos, aunque lentamente, avanzan. La estructura entre Bergara y Hernani se terminó el año pasado, a la espera de que concluya la ejecución del nudo de Bergara. Además, están pendientes de finalizar los trabajos de adecuación de los túneles entre Donostia e Irun, donde se ha implantado un tercer carril. Pero también son importantes las conexiones de todo el trazado vasco tanto con la meseta, como con Francia y Navarra. Y es precisamente esta última conexión, que supone además un enlace con el corredor Mediterráneo, la que está pendiente de definición.
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En los últimos años, se han barajado dos opciones: una de ellas, que Transportes ve con buenos ojos, consistía en adecuar la actual vía entre Vitoria y Pamplona; la segunda se trataba de un trazado nuevo más directo que partía de Ezkio-Itsaso y atravesaba la sierra de Aralar. Esta segunda opción está prácticamente descartada por su elevada complejidad y coste. Junto a estas dos, en 2018, el Gobierno Vasco presentó unas alegaciones que planteaban un trazado que bordease la sierra de Aralar, apoyado por las instituciones guipuzcoanas, que en los últimos meses ha sido dado por bueno en Madrid. El propio ministerio anunció las catas pertinentes para esta tercera vía. Y la sorpresa ha llegado cuando el plan de las prospecciones incluía puntos que se adentraban en la sierra, lo que ha hecho sospechar a las instituciones y empresas de Gipuzkoa que Transportes trataba de favorecer así la vía de Vitoria. Con las catas dentro de la sierra, el resultado probable encarecería el proyecto final de construcción. Tras una reunión del PNV con el ministro Óscar Puente, el Ministerio parece rectificar ahora y centrará las catas en el recorrido que bordea la sierra.
La definición de la conexión del TAV entre Gipuzkoa y Navarra exige un ejercicio de responsabilidad y claridad, fuera de toda improvisación, con el objetivo de que se dé con el trazado más competitivo. El proyecto así lo exige por parte de todas las administraciones implicadas, sea el ministerio de Transportes o el propio Gobierno Vasco, cuyo departamento de Movilidad Sostenible, que se ha ocupado de ejecutar el TAV en Gipuzkoa, sorprendentemente se ha mantenido al margen de este asunto de vital importancia.
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