Los incidentes registrados en diferentes municipios vascos en fiestas, y que han desembocado en agresiones a policías municipales y ertzainas, constituyen un serio riesgo de ... retroceso al pasado más oscuro de Euskadi, presumiblemente perpetrado por jóvenes que ni siquiera conocieron ni padecieron aquella lamentable época de intimidación. La convivencia vasca debe basarse en el respeto por parte de todos a las reglas de juego y la defensa del orden público es una lógica derivada de este compromiso público. Por eso, estos ataques registrados en Azpeitia, Hernani, Ordizia y Beasain constituyen episodios que deben deslegitimarse y extirparse de raíz antes de que vayan a mayores. Es, ciertamente, una cuestión prepolítica, de principios. Atacar a la Policía vasca es un injustificable intento por criminalizar el desempeño de sus competencias en seguridad. Resulta necesario que EH Bildu complete su apuesta por la normalización sacudiéndose de determinados complejos del pasado. No condenar la espiral de violencia en aquellos municipios en los que gobierna no es precisamente un ejercicio de responsabilidad y de madurez. Está en juego demostrar que su apuesta por el futuro, reflejada en una ampliación de su poder municipal, no es un mero movimiento para pasar página de su pasado sin el necesario recorrido ético.
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El problema no estriba en la 'proporcionalidad' de la actuación policial sino en dejar muy claro que no cabe la presión, la coacción ni la persecución contra los policías que ejercen su labor al servicio de toda la ciudadanía. Se equivoca la alcaldesa de Azpeitia cuando pone el foco en la Policía vasca y no en los autores o instigadores de los incidentes. Apuntar a la Policía retrotrae a tiempos ya superados de dianas y coacción en una Euskadi que se ha dotado de todas las garantías que ofrece el Estado de Derecho para preservar las libertades, incluida una ley de abusos policiales y vulneración de derechos humanos aprobada en 2016. No se trata de contraponer «la rapidez con que se condena una pintada», como plantea Arkaitz Rodríguez (EH Bildu). Lo que urge es atajar de raíz altercados en los que se involucran grupos de jóvenes con, al menos, un rechazo firme y claro. No hacerlo es correr el peligro de jugar a la confusión, trivializar las actitudes antisistema y encender algunas cerillas que pueden acabar por provocar más de un incendio.
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