Corbyn también pierde
La crisis suscitada en Gran Bretaña a cuenta del 'Brexit' se convirtió casi definitivamente en una crisis política convencional, de Gobierno, y ese hecho fue ... deliberadamente provocado por la decisión del líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, quien, equivocándose mucho, situó lo sucedido el martes en el Parlamento en el calendario propiamente electoral e impuso una moción de censura a la primera ministra que tampoco sirvió de nada... porque la perdió.
La fórmula no sirve a corto plazo por la buena razón de que el informado público británico distingue el asunto de Europa del escenario político-partidario y porque, tras superar en su día una moción de confianza, la ley blinda por un año al primer ministro de otra operación semejante.
De modo que se trató de una iniciativa clásica de acoso y derribo que podría leerse también, y mejor, así: usted, señora primera ministra, ha perdido la apuesta por imponer su proyecto y, fracasado el intento, debería dimitir.
Todo el mundo sabe que, con o sin 'Brexit', el humor del público ha ido girando poco a poco hasta beneficiar fuertemente a la oposición laborista, en cabeza ya de las preferencias del público, de creer numerosos sondeos.
Este hecho confirma lo sabido, algo que honra a los votantes que, como los parlamentarios, se manifiestan en el asunto del 'Brexit' según su conciencia y no según las instrucciones de la jefatura.
En Berlín dejaron ayer muy claro que sólo hay un modelo de 'Brexit' disponible, algo que ahora es aún más cierto que hace unos meses, cuando Bruselas anunció haber llegado al tope de sus concesiones y en Londres parecieron darse por satisfechos y convencidos de que todo estaba en marcha.
Ese es el genuino reparo que puede hacerse a la primera ministra y su equipo: no haber tenido bien claro, pese a las encuestas frecuentes y en general atinadas, que la división social era aún muy grande y persistía el empate técnico con tendencia al no. La primera ministra ya ha hecho saber que el lunes estará de nuevo en Bruselas.
Lo probable es que lo sucedido se convierta a toda velocidad en lo que en primera instancia no era: una crisis capaz de adelantar unas elecciones legislativas que los tories preferirían evitar por la buena razón de que la oposición laborista ha mejorado considerablemente sus opciones de victoria y pasa ahora por un empate técnico con los conservadores en torno, ambos, a un 37/38% cada uno.
Este perfume preelectoral ha subido de intensidad con el episodio de la votación parlamentaria perdida por el Gobierno y que, en buena ley, es difícil ignorar. Lo probable es que, como en algunos espectáculos, se pare el reloj y se busque, con pocas posibilidades de encontrarlo, un remedio que sólo puede pasar por cambiar bastante el acuerdo negociado y firmado con la UE, algo prácticamente imposible. En Bruselas sólo aceptarían retoques de maquillaje.
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