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¿De qué os quejáis las mujeres?

Carmen Muñoz López

Feminista y coportavoz Berdeak-Equo

Domingo, 23 de noviembre 2025, 06:21

Llevamos muchos años escuchando esta pregunta a la vez que las respuestas condescendientes y rebosantes de simpleza de los mismos que las formulan: «Pero si ... estáis mejor que antes»; o «pero si se ha avanzado mucho»; a modo de mantra, dejan entrever que ese avance ha sido fruto del devenir de los tiempos o que una conjunción extraña de los astros lo ha hecho posible, obviando los años de lucha de las mujeres y el hecho incuestionable de que hemos llegado hasta aquí sin que nadie nos haya regalado nada. Si alguien ha remado hemos sido nosotras porque los hombres, todos, sí también los de la izquierda, siempre han encontrado motivos más urgentes que luchar por nuestros derechos. Nunca fuimos la prioridad, siempre nuestras causas podían posponerse. Si no llega a ser por nuestra resistencia y resiliencia, no habríamos avanzado nada. La deuda de la izquierda con las feministas sigue sin estar saldada.

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Avances ha habido, es innegable, pero ni de lejos estamos en una sociedad igualitaria. Todavía hoy las mujeres seguimos siendo ciudadanas de segunda, copamos los podios de la precariedad, la pobreza, las violencias de todo tipo, la vulnerabilidad, la explotación sexual, la discriminación salarial y un largo etcétera de miserias.

Echando la vista atrás, comprobamos que muerto el perro no se acabó la rabia y que los derechos perdidos en el franquismo tardaron en restablecerse: el divorcio, los anticonceptivos, el adulterio (que otorgaba el derecho a matar a la mujer por parte del marido), el viajar sola, pedir un crédito, o abrir una cuenta corriente con pleno derecho no llegaron hasta 1978.

Y así, en plena segunda ola feminista, algunas jovencitas como yo empezamos a despertar al Feminismo cuando veíamos a nuestras madres y tías en corrillos hablar muy bajito porque había que encontrar a alguien que le practicara un aborto a una adolescente de 15 años embarazada. Todo oscuro, secreto, prohibido. Luego nos pasamos muchos años ayudando a abortar en Euskadi, en Francia, en Londres.

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Eran tiempos duros, se necesitaba apoyo económico, emocional y había tanto silencio... Aquello era pura sororidad, aunque entonces esa palabra ni la conocíamos: era una reacción netamente política entre manifestación y manifestación. Lamentablemente, a día de hoy el aborto sigue siendo motivo de polémica. Ahora no tenemos que viajar pero si queremos abortar aquí en Euskadi nos han estado enviando por la puerta de atrás a la sanidad privada cuando es nuestro derecho que nos atiendan en la pública. Nuestros derechos, siempre a la deriva.

Nuestros cuerpos, siempre propiedad de todo el mundo y nosotras gritando todos los días que solo son nuestros.

Otro tema clave en el que tampoco hemos avanzado mucho es en el liderazgo de las mujeres, es decir, en quién ostenta el poder. Las grandes empresas, los líderes económicos y la mayoría de la representación política siguen siendo masculinos. Y este es un factor determinante para transformar la sociedad y que sea netamente igualitaria. Y el Feminismo, créanme, es la única fórmula para hacerlo realidad. No hay otra. Un Feminismo no entendido como una guerra entre los sexos (eso es lo que le gusta a la derecha) sino que desafíe y desarticule las estructuras de poder y acabe con las desigualdades de género. Lo demás son pequeños avances que se dan con cuentagotas.

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¿Cuántos años más vamos a necesitar? Yo la única certeza que he tenido de un verdadero avance fue aquel 8 de marzo de 2018. Aquella mañana me anudé mi pañuelo morado al cuello para acudir a las movilizaciones. Ante mi sorpresa, cientos de mujeres de todas las edades llenaban las calles. Teníamos relevo. Había explotado la rabia. La manada éramos nosotras. Hacíamos historia y la cuarta ola se hacia realidad. Ya estábamos las mujeres dando otro paso de gigante más. Avanzábamos de nuevo.

Otro punto de inflexión que ya se hace urgente para la transformación apela directamente a los hombres. Esto no va de considerarse feministas. Se trata de que tienen que entender que han de abandonar los privilegios que disfrutan solo por ser hombres, hacerse a un lado y sin poner condiciones dejar que las mujeres ocupemos los lugares que nos corresponden y que llevan siglos negándonos. Sin embargo, como la sombra de la involución está a la vuelta de la esquina, ya hay quien se encarga de que la sintamos en nuestra nuca, para que no se nos vaya de la cabeza y así de una vez por todas dejemos de quejarnos.

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Mientras, a las puertas del 25-N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, una de cada dos mujeres en Euskadi afirma haber sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida y hasta octubre, 4.810 han sido víctimas de violencia machista. Así estamos.

¿Que por qué nos quejamos? Relean, por favor, y echen cuentas.

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