La estrategia de la asfixia
Puigdemont tensa la cuerda hasta el límite contra Sánchez y pone en riesgo la viabilidad de un nuevo estatus de autogobierno en Euskadi
El Estatuto de Gernika cumplió ayer sábado 46 años desde su aprobación en referéndum. El aniversario permite realizar un balance netamente positivo, pese a que, ... junto a las luces, ha habido sombras. Su desarrollo, que aún no se ha completado del todo, ha ido a remolque de las coyunturas y de las necesidades de los gobiernos de turno, del PSOE y del PP. Pero la institucionalización del autogobierno vasco, una demanda histórica, ha permitido a Euskadi notables cotas de progreso económico y social que le colocan a la vanguardia en España. La carta de Gernika, que ha sido además una palanca clave para la recuperación cultural y la normalización del euskera, se ha convertido en un instrumento esencial de modernización. La vía del pacto ha ganado por goleada la batalla frente a la ruptura que defendieron quienes lo combatieron desde el esencialismo identitario y la violencia terrorista.
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El aniversario coincide con la negociación de un nuevo estatus de autogobierno para Euskadi, una vieja asignatura pendiente que debe plasmarse mediante una reforma del Estatuto. El gran desafío es que esta revisión reconozca nuevos problemas y demandas que se han producido en una sociedad que ha cambiado. El fin del terrorismo proporciona un terreno de juego afortunadamente diferente y ahora parece posible que, desde el gradualismo que no aceptó en 1979, los herederos de aquella izquierda abertzale se incorporen a un nuevo consenso y que éste reconozca las diferentes tradiciones políticas del país. Tanto el PNV, como Bildu y el PSE trabajan en la búsqueda de un marco integrador que, sin hacer tabla rasa con el pasado y desde el engarce con la legalidad, profundice en el autogobierno con elementos que garanticen la singularidad del modelo obviando las cuestiones que generan mayor discrepancia ideológica, como puede ser la reivindicación del derecho de autodeterminación. ¿Será posible un punto de encuentro entre las diferentes sensibilidades ideológicas vascas? En los próximas semanas saldremos de dudas.
Los protagonistas de la negociación en marcha asumen que para que el nuevo pacto estatutario salga adelante necesita ser viable constitucionalmente. Para ello, tiene que seguir un procedimiento tasado. Una vez aprobado por el Parlamento Vasco, el texto debe ser negociado con las Cortes Generales y, tras un pacto definitivo, ser aprobado en referéndum, tal como se hizo con el proyecto tramitado hace 46 años.
No se ven incentivos políticos para Junts de una ruptura con Sánchez que dé paso a una mayoría PP-Vox
Es sobre este contexto sobre el que recae una seria amenaza tras el último órdago de Junts a Pedro Sánchez. Junts amenaza con romper definitivamente con el Gobierno y algunas voces incluso, insinúan que podrían estar dispuestos a apoyar una moción de censura instrumental de PP y Vox para sacar al presidente del poder si se niega a convocar unas nuevas elecciones.
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Los herederos de Convergéncia han decidido tensar la cuerda hasta el extremo, aun con el riesgo de romperla. Hay muchos que dudan del alcance real del anuncio, creen que la estrategia de Junts es 'más de lo mismo', basada en el amago permanente, y en este caso en una apuesta por 'humillar' a Sánchez para sacar ventajas en el último momento mediante una estrategia de 'asfixia progresiva' de la legislatura. Se trate de una cosa o de la otra, lo cierto es que la dinámica puede cortocircuitar la negociación de un nuevo estatus de autogobierno para Euskadi. La posibilidad de una nueva mayoría PP-Vox cerraría en banda esa posibilidad.
No parece atisbarse que una ruptura total con Sánchez conlleve incentivos poéticos para los nacionalistas catalanes por mucho que Puigdemont se sienta decepcionado por su relación con el PSOE. ¿Que bazas va a conseguir Junts con una mayoría PP-Vox en el autogobierno? ¿Agilizaría la aplicación de la amnistía? Por mucha presión que ejerza Aliança Catalana, las encuestas en el electorado de Junts son reveladoras al expresar la preferencia a seguir apoyando a Sánchez ante que Feijóo. Pero el guion imprevisible de Puigdemont tiene una característica. Siempre sorprende.
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