Pasaia
«Fuimos la vanguardia en los mares»Historia. El Museo Albaola, con la nao San Juan como gran atractivo, repasa la historia marítima de Euskadi. Un territorio en el que «no nos damos cuenta de cómo fue nuestra historia naval, una de las más espectaculares»
Pasaia
Sábado, 16 de agosto 2025, 20:37
Ver cómo un proyecto está cada vez más cerca de finalizar es algo que produce un sentimiento de orgullo impresionante. Más aún cuando tras una ... década de mucho esfuerzo un barco saldrá del astillero para continuar con los detalles.
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Es el caso de la nao San Juan, que ya encara la recta final de su preparación en tierra. En su interior, un equipo comandado por Xabier Agote ve cómo el navío coge forma. Un barco que representa «la grandeza marítima que tuvo Euskadi», afirma Agote. Y es que como subraya, «esta tierra y su gente fueron la punta de lanza de la navegación en el siglo XVI».
Agote se encuentra muy satisfecho con el trabajo realizado, aunque como destaca «todavía hay cosas que hacer». A pesar de ello, la imponente presencia del navío hace ver que este ha sido un proyecto elaborado con mucho mimo, en el que nada se ha dejado al azar.
En su interior, las tres cubiertas, pensadas para llevar el máximo de barriles de aceite de ballena, hacen entender la manera en la que se hacían las cosas antes. «Hemos calculado que un barco de estas características requería aproximadamente una tripulación de 40 personas, pero en el caso del último viaje del San Juan, que fue en 1565, en el documento que se encontró donde se describía el barco, se cita que embarcaron cerca de alrededor de 60 personas».
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Marineros que «soportaban unas condiciones salvajes, ya que no era el simple hecho de encontrar ballenas, sino que pasaban aquí muchas jornadas, con lo que ello significa».
Una década de amor
En cuanto al proceso que se ha llevado hasta llegar aquí, todo ha sido elaborado «de manera artesanal, como se hacía en la época en la que se construyó el San Juan». No obstante, en aquellos tiempos no se tardaban diez años. «Era un proceso industrializado, y había ocasiones en las que un barco se construía en apenas un año, lo que nos hace entender cómo de bien estaba diseñado el proceso. De hecho, junto con la caza de la ballena, la gran especialidad de los vascos era la construcción naval, porque ahí se hacían los barcos más desarrollados de aquel entonces», asevera Agote.
En cuanto al San Juan, Agote afirma emocionado que «es un regalo del destino porque resulta que es considerado el barco más interesante desde el punto de vista científico de un oceánico del siglo XVI a nivel mundial». Y es que el navío que está siendo imitado se encontró muy bien conservado y también fue sujeto a un proceso de investigación modélico innovador realizado por el gobierno de Canadá que duró 30 años.
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En esta línea, alguno podría pensar que tiene similitudes con aquellos navíos que llegaron a América por primera vez. «Es cierto que por fuera se parecen, pero la diferencia está en el interior. Este barco tiene una tripa muy grande lo que permite llevar una gran carga de mercancía. Para ponerlo en contexto, el San Juan tiene una capacidad de 300 toneles, mientras que aquellas naves que utilizó Colón por ejemplo no superaban los 85 toneles.
Un reto mayúsculo
Las dimensiones del San Juan hacen pensar que el proceso de construcción sería lo más complicado. No obstante, hubo algo más difícil. «Es gran reto que teníamos, la mayor dificultad que teníamos, era la falta de precedentes en lo que nosotros presentamos, que es el patrimonio marítimo. Sobre todo alrededor de la construcción de réplicas de embarcaciones a escala real», afirma Agote.
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«Era un concepto que la sociedad desconocía, pero nosotros creamos Albaola precisamente por eso, porque éramos conscientes de que la sociedad vasca desconocía las claves de la genialidad marítima del País Vasco que tuvo durante siglos». Una misión que sin duda en Albaola está logrando y con méritos. Y es que «nos cuesta entender cómo de importante fuimos los vascos en el mundo marítimo. «En esa época, además de construir una flota impresionante para los pescadores, para los mercaderes de hierro y más cosas, los vascos se especializan en la construcción de la flota oceánica del imperio», recuerda emocionado.
«Me han llamado loco»
A pesar de esa grandeza el desconocimiento era un escollo. Por ello, cuando se planteó este proyecto «muchas personas me llamaron loco». Sin embargo, este «es un sueño que tenía desde niño, y lo estoy cumpliendo. Por ello, animo a todos a que persigan sus sueños, porque sí, aunque cueste mucho, si se trabaja se consiguen», asegura.
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Por ello, ya piensa en ese momento de verlo en la mar. Una jornada que «sin duda será muy especial, aunque dudo que lo disfrute en el momento, porque habrá muchas cosas que hacer, pero sin duda, una vez pasada la fecha, será uno de los días más felices».
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