Cierra la estación de esquí de Iraty por falta de nieve
Tras 55 años de andadura, el lugar donde muchos guipuzcoanos aprendieron a jugar con el manto blanco echa el telón
Iraty se cierra. La estación de esquí situada en el Pirineo vascofrancés, muy cerca del col de Bagargiak, accesible desde Saint-Jean-Pied-de-Port, ... donde muchos guipuzcoanos aprendieron a jugar con el manto blanco y a calzarse unos esquíes, echa el telón por un problema que desde hace años viene afectando a muchos lugares de estas características: la falta de nieve.
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Esta estación, cuya altura se sitúa entre los 1.327 y los 1.500 metros de altitud, se inauguró como un complejo de chalets y turismo al aire libre en 1968. Diez años más tarde instaló su primer telesilla. Allí se desplazaban muchos aficionados a la nieve en temporada, cuando los primeros copos cubrían el paraje de color blanco. Se trataba de una estación diminuta, al igual que la de fondo del otro lado, en Navarra, la de Abodi, que languidece actualmente también por la carencia de nieve.
Pero era la más cercana para los guipuzcoanos, que en apenas dos horas de coche podían llegar desde San Sebastián. Además, la oferta hotelera de los chalets de madera era atractiva, muy centroeuropea, como si uno estuviera en Austria o Suiza, en plenos Alpes, donde las montañas parecen esculpidas por Miguel Ángel. Allí han pasado fines de semana muchas familias disfrutando de la experiencia de dormir fuera de casa.
En este caso, para que se hagan a la idea de la falta de precipitaciones, en los últimos tres años sólo han podido abrir la estación durante once días. Insuficiente para que la oferta sea sostenible. Los escasos espesores y el fuerte viento que perjudica que la nieve se mantenga han provocado tomar la decisión. A partir de ahora, si se dan las condiciones, se ofrecerá la opción de practicar raquetas de nieve, cuyo impacto en la montaña es mínimo al no tener que marcar las huellas o carriles del esquí de fondo.
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Con todo, Irati seguirá ahí para los amantes de la naturaleza. Seguirá ahí en otoño para disfrutar de la variedad cromática de sus bosques. Seguirá ahí en primavera y verano para disfrutar de los planes al aire libre. Seguirá ahí para que los más pequeños disfruten del campo y aprendan a querer la fauna y la flora. Y seguirá ahí como punto de partida para subir el Ori, el primer dosmil occidental.
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