Una familia gazatí entre los restos de una casa destruida en un bombardeo israelí. AFP

EE UU reconoce la aspiración de los palestinos para convertirse en un Estado

Trump propone un plan de paz que entierra a Hamás, ofrece una fuerza multinacional como garantía de seguridad a Israel y unifica Gaza y Cisjordania bajo una nueva autoridad palestina

M. Pérez

Sábado, 27 de septiembre 2025, 10:57

La Casa Blanca abre la puerta a un futuro Estado palestino. O, más bien, reconoce las aspiraciones de los palestinos para conseguir su soberanía. El ... último plan que Washington ha puesto sobre la mesa y en que confía el presidente, Donald Trump, aborda comedidamente una de las piedras angulares del conflicto hebreo-palestino, pero además alienta a los gazatíes a quedarse en la Franja en caso de pactarse la paz.

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Los dos objetivos parecen antagónicos con la estrategia que la Administración de Donald Trump ha defendido hasta ahora, sobre todo a raíz de su polémico proyecto de creación de una 'Riviera de Oriente Medio'. Y, sin embargo, son los apartados principales del plan de 21 puntos que Washington ha presentado a los gobiernos de Oriente Medio para zanjar el la guerra.

El documento es, en gran parte, el resultado de las conversaciones que el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff, ha mantenido en los últimos meses con líderes israelíes, árabes e islamistas durante la negociación de un alto el fuego. Cuando Trump anunció este viernes que veía cerca la posibilidad de un pacto, se refería a la viabilidad de esta propuesta que él mismo puso este pasado martes en conocimiento de los líderes y delegados de Turquía, Egipto, Catar, Indonesia, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos en una minicumbre paralela a la Asamblea General de la ONU bautizada con el nombre de Concordia.

El documento ha sido trasladado al Gobierno hebreo y la milicia islamista. Trump lo confrontará este lunes con el primer ministro Benjamín Netanyahu en la reunión que ambos celebrarán en el Despacho Oval. Varios puntos causan cierta sorpresa. Suponen un cambio radical con el que ha sido hasta el momento el discurso de la Casa Blanca y de su propio líder, opuesto a la admisión de un Estado palestino.

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Frente al alineamiento mostrado con las tesis israelíes sobre la población gazatí (hacinar a los 2,4 millones de palestinos en los campamentos del sur con vistas a su migración forzosa o su reubicación fuera de la Franja), el documento determina que «Gaza será reurbanizada en beneficio de su pueblo» y que «nadie será obligado a abandonar Gaza». «Quienes decidan irse podrán regresar. Además, se animará a los gazatíes a permanecer en la Franja y se les ofrecerá la oportunidad de construir allí un futuro mejor», señala el plan, desvelado este sábado por 'The Times of Israel'.

Trump, durante su discurso en Naciones Unidas. Reuters

Washington también propone su implicación plena en todo el proceso. Se ofrece como árbitro en unas conversaciones entre Israel y los palesinos –hasta ahora, una completa utopía– para definir un «horizonte político» que garantice una «coexistencia pacífica». No resulta difícil interpretar este punto como una referencia hacia la solución de los dos Estados, que el apartado 20 del plan reafirma como factible, pero no a corto plazo: «Cuando se haya avanzado en la reconstrucción de Gaza y se haya aplicado el programa de reforma de la Autoridad Palestina , podrán crearse las condiciones para una vía creíble hacia un Estado palestino, que se reconoce como la aspiración del pueblo palestino».

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Este apartado contiene el giro más drástico de la Administración de Trump sobre el conflicto y también el más difícil de asumir por Israel. Su primer ministro se ha reafirmado esta semana en que la declaración de Palestina como Estado «nunca sucederá». Y Benjamín Netanyahu ha dado muestras de que en ocasiones puede esquivar la presión de Estados Unidos.

Fuentes conocedoras de esta iniciativa sostienen, no obstante, que la paciencia de Trump está al límite y que existe un cambio de paradigma en la propia política hebrea que hasta ahora no se daba: casi la mitad de los afiliados del Likud, el partido de Netanyahu, afirman que la guerra debe terminar ya. Una encuestra pubñicada este mismo sábado arroja que, por primera vez, el 41% de los votantes del primer ministro secundarían un plan de paz frente al 33% que lo rechaza.

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También es posible que la Casa Blanca confíe en el tiempo y en que, cuando su proyecto pueda materializarse, haya actores nuevos sobre el terreno. Su propuesta dibuja un futuro diferente y más confiable, con Hamás desaparecido, una sociedad gazatí «desradicalizada» y un gobierno a cargo de una autoridad palestina «reformada». De llevarse a cabo, pasarían años y es muy posible que entonces el liderazgo de Israel ya no estuviera tampoco en manos de Netanyahu.

Más ayuda humanitaria

Trump es un negociante nato. El plan redactado por Witkoff no satisfará plenamente a nadie, pero contiene elementos posibles de vender a todos. Centra el peso en que, de ser aceptado, se abriría una etapa de bonanza para la Franja, con un aumento de la ayuda humanitria diaria –bajo control de la ONU–, la reconstrucción de sus ciudades y un plan económico futuro. Música para los países de la región.

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A la actual Autoridad Palestina la saca de la ecuación para propiciar la unión de Gaza y Cisjordania, pero promete a sus ciudadanos que al final de proceso estarán dirigidos por un gobierno propio con nuevos estatutos e instituciones. Para convencer a los gobiernos árabes de que deben seguir a bordo del proyecto sin Ramala, el expremier británico Tony Blair y Jared Kushner, yerno de Trump y su asesor en Oriente Medio durante su primer mandato, establecen un gobierno de transición con participación de Occidente y una representación amplia árabe y musulmana.

Netanyahu se dirige a los escasos líderes que no le plantaron en la Asamblea General de la ONU. AFP

Estos últimos parecen ver con buenos ojos la propuesta estadounidense, a la que no han respondido ni Israel ni Hamás. Pero la presión de Washington es evidente. Steve Witkoff y Jared Kushner se reunieron con Netanyahu el jueves en Nueva York, justo un día antes de su tronante discurso en la Asamblea General de la ONU, con el fin de trasladarle el mensaje de Trump de que es preciso que pase página y se centre en sellar la paz en la Franja. «Ha llegado el momento», le dijeron al primer ministro hebreo.

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En caso de ser aceptada la oferta por todos los actores, la guerra debería detenerse de inmediato, Hamás liberaría a los rehenes en el plazo de 48 horas, a cambio de la excarcelación de casi 2.000 presos palestinos, y el ejército hebreo comenzaría una retirada gradual.

La cuestión más espinosa es que la milicia deberá desarmarse a continuación, según las fases contempladas, y suspender cualquier acción que pueda parecer encaminada a reconstruirse o rehacer su infraestructura. EE UU, de hecho, propone liderar la creación de una «fuerza internacional de estabilización temporal» que involucre a tropas árabes y de otros países para ofrecer «garantías de seguridad» a Israel y entrenar a la futura Policía palestina.

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A primera vista, todo ello supone una enorme línea roja para la milicia islamista, reacia a perder el control de la Franja y mucho más a entregar sus armas. La propuesta de la Casa Blanca parece regresar así a una inamovible casilla de salida. La novedad estriba en que abre la puerta a seguir con el proceso sin tener a Hamás de su parte por completo.

Washington plantea amnistiar a los dirigentes que renuncien a la violencia y se vayan del territorio. También se ofrece a iniciar el proceso po partes. Witkoff considera factible aplicar las reformas paulatinamente en las zonas que sí estén libres de terrorismo y bajo el control de la fuerza internacional, mientras el ejército israelí continúa en el resto de la Franja. «Hamás no tendrá ningún papel en el gobierno de Gaza», de la misma manera que «Israel no ocupará ni anexionará Gaza», subraya.

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