«Esta mañana nos han pasado tres misiles por encima, iban para Mikolaiv»
Un lasartearra y su familia resisten en Nueva Odessa ·
El lasartearra Iñaki Rodríguez Jauregi ha reforzado el semisótano de su casa, de la que no salen, ante la inminencia de nuevos ataques. «Se avecina una gorda», advierte«Hemos estado intentando reforzar el semisótano de casa con pilares de madera y hierro, vamos, con las pocas cosas que disponemos. Se avecina una gorda. Solo rezamos para que no sea tan fuerte como nos comentan». El guipuzcoano Iñaki Rodríguez Jauregi y su familia han estado las últimas horas preparándose para lo que pueda pasar ante el avance de las tropas rusas hacia Mikolaiv, situada a escasos 40 kilómetros al sur de Nueva Odessa, el municipio del que no ha logrado escapar esta familia formada por el lasartearra, su mujer ucrainana, Ana, y sus cinco hijos, con edades entre los 18 y 5 años.
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A pesar de los incesantes bombardeos por parte de las tropas del Kremlin, «la resistencia ucraniana están siendo dura» en la defensa de en Mikolaiv, una ciudad estratégica «que están protegiendo a toda cosa» porque es clave para controlar el sur de Ucrania y la salida hacia el Mar Negro, y donde la Unión Soviética fabricaba sus submarinos.
Iñaki y su familia no salen de casa ante el avance de los militares rusos, «porque hay mucho riesgo». Según las informaciones que reciben, están avanzando desde la ciudad de Jersón, ya en manos rusas, hacia Mikolaiv. «Hemos pasado nervios esta noche. Nos dicen que están arrasando con todo lo que se encuentran hacia su paso. Los bombardeos son constantes», escribe.
El lasastearra de 56 años cuenta que con el paso de las horas «llegan más proyectiles al pueblo. Durante la mañana, he visto tres pasar tres misiles por encima, supongo que iban a Mikolaiv», escribe relatando «el infierno» en que tratan de sobrevivir desde hace tres semanas. «¿Qué cómo suena un misil? Los de hoy hacían un ruido similar al de una avioneta, pero muy silbante», describe. «No eran iguales a los que he visto en días anteriores», cuenta por mail.
Las comunicaciones son complicadas y hace días que sufren cortes, cada vez más largos, del suministro eléctrico, lo que les impide poder calentar la casa. «Durante el día ha hecho dos grados bajo cero, pero lo peor es el viento. Hace mucho viento. Estamos en casa congelados de frío», dice el guipuzcoano, que cada vez se confiesa más cansado y preocupado por sus hijos. A pesar de los intentos de sus padres, «los niños están con mucho miedo y nerviosos», lamenta.
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Ante el avance de las fuerzas del Kremlin, bastantes vecinos de Nueva Odessa han huído los últimos días. A Iñaki y su familia la invasión rusa les ha cogido sin vehículo propio. «El coche se nos estropeó en noviembre y no hubo oportunidad de adquirir otro«, explica por escrito. »Y lo que es peor, nos estamos quedando sin dinero. Nos quedan 1.200 grivnas en metálico, que al cambio serán unos 30 euros«.
Rodríguez cuenta que ni cajeros ni bancos funcionan en estos momentos, y los pagos han de realizarse en efectivo, en un momento en el que «los precios se han triplicado, en el mejor de los casos». En Nueva Odessa hay una tienda «a la que traen algunas cosas, pero no todo lo necesario. Llevamos días sin leche, lácteos o fruta».
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La esperanza sobre una resolución cercana a la escalada bélica también escasea. El posible acuerdo entre Ucrania y Rusia para el cese de las hostilidades no genera «confianza ninguna. Lo que Rusia reclama para los ucranianos es como una rendición».
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