«Ha sido muy duro cerrar la tienda. El esfuerzo de estos años no ha valido la pena»

La cascada de cierres de comercios parece que no ha hecho nada más que comenzar. Si una camina por las calles de ciudades y pueblos, cada vez percibe más locales cerrados, con carteles de cese de actividad y llamativos anuncios de liquidación. Es una realidad a la que difícilmente nos acostumbramos, pero con la que parece que conviviremos en los próximos meses, si la situación no revierte. «Vamos a vivir un 2021 dramático» apuntaba hace unos días Estibaliz Tello, presidenta de Euskomer, la Confederación Vasca de Comercios de Euskadi. El Covid no ha hecho sino agravar la precaria situación de un tejido comercial en horas bajas desde la anterior crisis económica. La digitalización, globalización y la llegada de grandes multinacionales han hecho que en la última década el hábito de consumo haya cambiado exponencialmente. El menor poder adquisitivo de la sociedad, el envejecimiento del tejido comercial y el adverso contexto para los nuevos emprendedores también han sido algunos de los principales agravantes a tener en cuenta. Y en Gipuzkoa, y concretamente en San Sebastián, el precio de los locales han convertido los negocios en una aventura «casi imposible de sostener».

Hasta el 14 de marzo de este año, la polarización del turismo había permitido que parte del centro, la Parte Vieja o barrios como Gros, pudiesen sostener «de aquella manera» las ventas. Desde ese día, el sector está «en caída libre», con una sensación de «supervivencia e incertidumbre» continua, intentando compensar las no-ventas físicas con la comercialización 'online', promociones, campañas y descuentos continuados. Una pelea diaria ante la desertización de las calles y el cierre de la hostelería, algo que ha golpeado duramente a todo el consumo global. Y en todo este contexto se ha visto envuelta Oihane Lasala. Donostiarra de 25 años formada en diseño y patronaje de moda, hace unos días tuvo que decir «adiós» a su proyecto personal y profesional. Tras casi tres años de andadura, 'Mosquito blue', una tienda ubicada en la céntrica plaza Cataluña de San Sebastián, anunciaba que «cerraba sus puertas» para siempre.

- Oihane, me gustaría empezar por el principio. ¿En qué momento dicidiste abrir tu propio comercio?

- La verdad es que siempre tuve la ilusión de abrir una pequeña tienda de moda. Y esta premisa se hizo realidad el 1 de febrero de 2018. Por desgracia, esta ilusionante trayectoria acabó el 14 de noviembre de este fatídico año. Estos días están siendo complicados, con mucho «papeleo» y visitas al banco. Hay que ir cerrando los flecos que deja un cese de actividad como este.

- ¿Te ha costado mucho tomar la decisión? Entiendo que han sido meses de analizar los pros y los contras...

- Tomar la decisión fue muy duro. Me tomé mi tiempo y le di muchas vueltas porque sentí que todo el esfuerzo que había invertido por y para la tienda no había servido para nada. Tuve la terrible sensación de «fracaso», algo que entiendo que se siente cuando se pone fin a una etapa en un contexto como este. Pero reconozco que el apoyo de mi familia, amigos y compañeros comerciantes, a los que ya considero amigos, me han hecho más llevadera la situación. Agradezco el cariño que me han mostrado durante estas semanas tan complicadas.

- Entiendo que no ha sido el Covid el único motivo para cerrar el negocio, aunque sí un factor determinante...

- Una decisión así no se toma por un solo motivo. En primer lugar, la etapa del confinamiento y las consecuencias del Covid han hecho mella en las ventas. El no haber recibido el mismo número de turistas que en años anteriores también ha sido un factor determinante. Y el hecho de que el contrato de alquiler finalizase en noviembre, me ha llevado a «echar la persiana».

- ¿Cómo han reaccionado los clientes de 'Mosquito blue' a la noticia?

- Estoy muy agradecida a todo el mundo. En cuanto subí el cartel de «cese de negocio» a mis perfiles de Instagram y Facebook, recibí muchísimos mensajes de apoyo. Algunas de las clientas donostiarras aprovecharon para acercarse a la tienda personalmente a mostrarme su cariño.

- Y partir de ahora, ¿cómo te planteas el futuro?

- El futuro es una incertiduble absoluta, no solo para mí, sino para todos. No sabemos qué va a pasar. Deseo que a todos los pequeños comercios y establecimientos de hostelería les vaya lo mejor posible. Es muy duro ser emprendedor, autónomo... yo he estado en su piel, en esa posición y es realmente complicado.

- ¿Volverás al sector textil de alguna u otra manera?

- La verdad es que he tomado la decisión de estar tranquila un tiempo para asimilar todo lo que me ha pasado, pero reconozco que seguiré vinculada a la moda desde otro prisma porque es algo que me fascina.