¿Cómo será el verano?

Lo positivo de este verano será, siempre que se cumplan las previsiones, que la inmunidad de rebaño se alcanzará en un par de meses, lo que debería repercutir directamente en brotes de contagios cada vez menos frecuentes y agresivos y en restricciones cada vez más laxas. Por de pronto, todo apunta a que se volverá a escuchar el murmullo de otros idiomas en los lugares más turísticos de Gipuzkoa, aunque aún estará lejos de ser la Torre de Babel de los veranos precovid.

La llegada de más visitantes que la pasada temporada está casi asegurada, ya hay un 42% de reservas hechas y se han reprogramado conexiones estivales en los aeropuertos de Hondarribia y Loiu. Pero habrá planes aún en formato pandemia, como festivales, fiestas populares o el poteo. Entre las batallas por los aforos, los horarios y los grupos máximos, la forma tradicional de ir de pintxos, en la que cada uno cogía el suyo de la barra, cubierta por una vitrina, no solo ha quedado relegada, sino que con la limitación del consumo en barra, es una incógnita cuándo podrá retomarse.

El sector hostelero sigue centrado en su petición de que el Gobierno Vasco permita, al menos, agrupaciones de seis personas, teniendo en cuenta que esta restricción a pie de calle ha desaparecido y tras la caída del estado de alarma, quedó en recomendación. Pero todo dependerá de si la incidencia sigue a la baja. Por ahora, se mantienen las mesas de cuatro, los aforos en interiores al 50%, y el ocio nocturno cerrado a cal y canto. Y aquí es donde entran en juego los horarios. Mientras comunidades vecinas permiten abrir hasta la medianoche o la una de la madrugada, en Euskadi deben cerrar a las 22.00 horas. El LABI de mañana volverá a revisar los límites.

Aún no hay fecha concreta, pero se espera que sea inminente. La llegada de los test de autodiagnóstico a las farmacias para que los ciudadanos puedan adquirirlo sin receta médica, como ya se hace desde hace meses en Alemania, Francia, Austria, Holanda o Portugal, permitirá aliviar el sistema sanitario. Estas pruebas tienen una precisión del 98,7%, y permiten conocer los resultados en 15-20 minutos. En caso de ser positivo, hay que avisar al centro de salud. El coste aún no está fijado pero hay farmacias que lo venderán a 12 euros.

Este verano, entre la exigencia de presentar PCR negativa en función del destino, el pasaporte covid, sentir más seguridad en territorios que se acercan a la inmunidad de grupo, y la variabilidad de la incidencia del virus en cada zona, obliga al turista a hacer un master antes de emprender el viaje. Hay 114 países a los que se puede viajar desde España, pero la mayoría presentando test negativo o guardando cuarentena. En otros, como EE UU, se mantiene el veto. No obstante, a finales de junio, Hondarribia inicia conexión aérea bisemanal con Mallorca y Menorca -hace falta PCR negativa-, y Loiu recupera el 80% de sus rutas y vuelve a estar conectado con 40 destinos.

El análisis previo que uno debía hacer el año pasado antes de ir a la playa, este verano vuelve a repetirse: chequear la app Nik Hondartzak para ver el aforo, si es en La Concha tener en cuenta que dos horas antes y después de la pleamar el acceso queda restringido, y la mascarilla debe usarse en todo momento, salvo para estar en la toalla o darse un baño. La novedad es la apuesta por que las playas sean espacios libres de humo. El Gobierno Vasco pone en marcha una prueba piloto en Itzurun y Santiago de Zumaia, pero la recomendación se extiende a todos los arenales.

La Quincena Musical, Jazzaldia y el Zinemaldia tienen los motores a pleno rendimiento para una nueva edición adaptada al formato pandemia, con distancias, aforos y mascarillas. En la misma línea trabajan espacios como el Kursaal y el Velódromo para sus conciertos, mientras que otros eventos típicos del verano vuelven a suspenderse. Así sucede con la víspera de San Juan, que no se permitirán hogueras, o fiestas como Semana Grande, que contará con actuaciones puntuales al aire libre, pero prescindirá de grandes conciertos y fuegos artificiales.

Cuando Fernando Simón dijo hace unas semanas que el uso de las mascarillas en exteriores podría dejar de ser obligatorio próximamente, a más de uno le hicieron los ojos chiribitas. La propuesta, que es además una recomendación del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC), pasaría por permitir caminar por la calle sin el protector respiratorio en aquellas comunidades con una incidencia acumulada menor de 150 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días.

En este escenario, actualmente estarían Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, La Rioja, Baleares, Comunidad Valenciana y Ceuta. O dicho de otro modo, todas las comunidades, salvo Euskadi -que tiene una incidencia de 209 casos-, Aragón, Madrid, Andalucía y Melilla.

Donde parece que será poco probable que podamos desprendernos de la mascarilla, y que además apunta que va para largo, es en los interiores. Ahora bien, todo dependerá del ritmo de vacunación y de la incidencia del virus.