Una feria de Santo Tomás multitudinaria con dos caras en San Sebastián
Los donostiarras disfrutaron de una espectacular mañana que culminó con las calles llenas a la hora de comer, pero la borrasca 'Fabien' terminó por aguar la fiesta por la tarde
Acertaron quienes se acercaron a la feria de Santo Tomás por la mañana. Temperatura agradable, cielo despejado, sin apenas viento y una tranquilidad en las calles que terminó en el clásico llenazo a la hora de comer, con las calles plagadas de cuadrillas, familias y gente de toda condición ataviada con atuendo de baserritarra. Pero la jornada iba a tener su cruz por la tarde con la llegada de la borrasca 'Fabien', que dio la vuelta a las condiciones con la llegada de la lluvia. Los concursos consagraron a productores veteranos con muchos 'santotomases' a sus espaldas y los controles de la organización permitieron confiscar un puesto con embutidos en mal estado.
Publicidad
'Ximona' fue la reina de la feria un año más, en su pocilga-pedestal de la plaza de la Constitución, pero no suscitaron menos expectación los animales de la plaza Oquendo. Desde primera hora la mañana, los autobuses volcaban a familias enteras en las inmediaciones de la feria. Este espacio entre el Victoria Eugenia y el hotel María Cristina se ha consolidado como un ámbito ideal para la exposición de animales. Es amplio, peatonal y cercano a la Parte Vieja y padres, madres y aitonas pueden disfrutar a gusto con los más pequeños. Y no son las especies más exóticas las que atraen más a los txikis. Corderitos, burros y conejos ganan por goleada a los búfalos, las vacas watussi o las alpacas procedentes de América del sur.
Unos grandes carteles colocados en sitios estratégicos hacían gala de la prohibición de vender alcohol a los menores de edad. Este principio sigue siendo objeto de polémica en lo que se refiere a los puestos de venta de txistorra escolares. La imposibilidad de que los alumnos vendan sidra o vino ha hecho mella en los colegios que se animan a poner un puesto en Santo Tomás. Este año solo 16 centros escolares regentaron alguno de los 40 puestos, cinco menos que el año pasado, 15 menos que en 2017 y 21 menos que en 2016. Los alumnos de primero de bachillerato de La Anunciata lo explicaban así: «Recaudaremos unos 2.000 euros, pero otros compañeros en otros años en los que se podía vender vino y sidra recogieron 6.000 euros», decía Andrea Varela. «En Pasai Antxo, la semana pasada, no nos pusieron pegas a vender vino y sidra», añadió. Herri Ametsa le ha dado la vuelta a la historia. Con el veto a la venta de alcohol a los alumnos, ha cogido el testigo la asociación de padres y madres de la ikastola, según explicó Ohiana Latasa, y además con un fin social: echar un cable a las familias con problemas económicos.
Ver fotos
Las calles se fueron poblando progresivamente de caseritos y caseritas y no hubo realmente agobios hasta las 14 horas. Se podía entrar y salir de la plaza de la Constitución sin problemas, con cierta holgura, y eso que los cochecitos infantiles parecen ya vehículos SUV con tracción a las cuatro ruedas. Las cuadrillas formaban corros y escanciaban sidra en los vasos azules. El viento, que empezó a soplar a partir del mediodía, convirtió esta tradición en un ejercicio de difícil gestión. Fue una pena que en esta edición no hubiera premio al puesto mejor ambientado porque el de la asociación de vecinos Lan Berri de Txomin Enea concentró todas las miradas. Sus cinco cerdos con txapela y uno de ellos con gafas condujeron a mucha clientela a este puesto ubicado bajo el edificio consistorial de la Consti. La mano del escaparatista y vicepresidente de la asociación, Fernando Román, fue clave para acertar con el diseño.
Tras la entrega de premios de los concursos en el Boulevard, la atención se centró en el certamen de la mejor txistorra de Euskal Herria que se fallaba en la plaza de Gipuzkoa. Para entonces, las 13.30 horas, el aroma de txistorra se apoderaba de toda la ciudad. No solo eran los puestos de bocadillos y talos, estos formando colas interminables de pacientes aficionados a la torta de maíz, sino los propios bares cuya clientela se desparramaba por las calles con pintxos de txistorra en la mano. 'Fabien' estaba por llegar y es que la feria por la tarde fue otra historia.
Publicidad
Ver fotos
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión