«A Santi le han quitado la vida. Que paguen por lo que hicieron»
Casi cuatro años después de la muerte del menor donostiarra de 17 años tras recibir una paliza en Donostia, su familia se prepara para el juicio
La madrugada del 26 de abril de 2019 un grupo de jóvenes propinó una paliza a Santi Coca, un chico donostiarra de 17 años, que ... falleció dos días después en el Hospital por muerte cerebral. Su madre y su hermano, Fátima Hacine-Bacha e Iker Coca, caminan por el paseo de La Concha recordando ese momento que «cambió y destrozó» sus vidas. Casi cuatro años después, están a las puertas de que comience el juicio por su muerte, una cita que les «revuelve», pero que también necesitan para poder cerrar este «doloroso» capítulo. Aseguran que no buscan «venganza, solo justicia», y para ello piden que condenen a los seis acusados «a la máxima pena posible».
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– Han pasado casi cuatro años desde que Santi murió. ¿Cómo están?
– Fátima: Yo sigo destrozada, desgarrada, con una agonía terrible de que esto no acaba y no puedo hacer un duelo al 100%. Es una gran injusticia que no se ha reparado en nada. Por eso es importante cerrar este capítulo, aunque el dolor sigue ahí.
– Iker: Yo estoy mal. Hace tres meses tuve que recurrir a una psicóloga que me ha ayudado un poco, pero esto de que no se acabe se hace eterno, tienes la autoestima por los suelos, estás desanimado todo el día y piensas que para qué vivimos. Porque no le encuentras un sentido a esto.
– Se acerca el juicio, que comenzará el próximo 3 de marzo. ¿Cómo lo afrontan?
– I: Te revuelve todo, pero es necesario cerrar el capítulo. Hay que afrontarlo y cabeza alta, aunque duela, que duele muchísimo. Cualquiera podría pensar que lo primero que se me pasa por la cabeza es la venganza, pero con los valores que me ha inculcado mi familia lo único que quiero es justicia.
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«Sigo destrozada, desgarrada, con una agonía terrible de que esto no acaba y no puedo hacer el duelo al 100%»
Fátima Hacine-Bacha
– ¿Qué sería hacer justicia?
– I: A mi hermano le han quitado la vida y no va a volver. Lo único que podemos pedir es que paguen por lo que han hecho. Que les condenen al máximo posible.
– F: Sí, el máximo. Fue un asesinato con alevosía y bien calculado. A la propia policía le chocó la brutalidad de las patadas que le dieron, estando ya con una muerte cerebral. Hay que ser salvaje. ¿Quién hace eso? Solo queremos que estas personas no estén en la calle, porque no asumen la barbaridad que han hecho y si salen volverán a reincidir. Son personas que habían delinquido antes, que fueron preparadas exclusivamente para montarla. No pueden estar en la calle como si nada y la sociedad está harta de que esto se permita.
– ¿Les duele que todos los acusados estén en libertad?
– F: Muchísimo. Y no lo entendemos. Habrá leyes que lo permitan, pero es terrible. Hemos vivido estos años en vilo, con miedo. Y al final uno de ellos se ha escapado, y no es la primera vez, ya lo detuvieron intentando cruzar a Francia. Pensamos que no va a ser tan fácil que aparezca.
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– I: Ellos se juegan media vida en la cárcel y no tienen nada que perder. Sales de casa y no sabes qué te puede pasar.
El paseo se detiene frente al Náutico, en el mismo lugar en el que Santi fue agredido y cayó inconsciente justo al lado de su hermano Iker, que estaba esa noche con él. Lamenta «no haber podido hacer más» por ayudarle. A él también le pegaron.
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– ¿Habían vuelto a pasar por aquí o procuran evitarlo?
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– F: Muchas veces lo evito, porque mis días son muy vulnerables. Me revuelve mucho, me baja la autoestima, muchas veces no encuentro el sentido de la vida, de las ganas de vivir.
– I: Pasar por el sitio donde ocurrió es una faena, y encima yo estaba allí y me revuelve mucho. Yo si quiero un momento de paz y pensar en mi hermano me voy al cementerio y hablo con él, pero venir aquí me recuerda los peores momentos de mi vida, y como eso me hunde, intento no pasar.
– ¿Qué ocurrió aquella noche?
– I: Lo estábamos pasando muy bien y llegó la hora de irnos a casa. Apareció mi hermano, que venía de otra discoteca, y este grupo se acercó a un amigo mío y le quitaron el paquete de tabaco de la mano. Les dije que las cosas no se hacían así, y noté que había tensión. Cuando me di la vuelta vi a un grupo lanzando puñetazos y patadas. Intenté separarlos y al segundo me golpearon y me tiraron al suelo. No pude hacer nada, es lo que más me duele. A Santi y a mí siempre nos ha gustado ayudar y habíamos hecho un curso de primeros auxilios. Podía haber asistido en su reanimación y me arrepiento de no haber reaccionado.
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– F: Tú también estabas en el suelo y estabas en 'shock'. Eso no fue una pelea, fue un linchamiento. Santi vio que iban hacia ellos, echó a correr y fueron detrás de él. En las cámaras de seguridad se ve cómo huía.
– Iker, ¿cuándo se dio cuenta de lo que le había pasado a Santi?
– Cayó a mi lado. Nos tiraron casi a la vez: yo al intentar separar y él al intentar protegerse. Además hay seis acusados, pero allí había más gente.
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«Intenté separarles pero me tiraron al suelo. Podía haberle reanimado y me arrepiento de no haber reaccionado»
Iker Coca
– Fátima, ¿cuándo fue la última vez que vio a Santi?
– Ese mismo día. Había estado estudiando en Inglaterra y tenía muchas ganas de salir. Le llegaron unas zapatillas nuevas que había comprado 'online' y estaba contentísimo (sonríe). Escuché la puerta al cerrar, salió tarde, eran las diez de la noche y había quedado con sus amigos.
– ¿Y quién le avisó?
– Me llamó Iker, y cogí un taxi. Cuando llegué no me esperaba eso. Fue un 'shock', estuve los días de la UCI sin dormir.
– ¿Cómo ha sido su vida desde entonces?
– F: Se me han eternizado estos cuatro años. Cada día es una lucha, vivimos en vilo, pendientes de los temas judiciales... Uno en ese periodo de tiempo pasa por todas las fases. Como decía Iker, muchas veces piensas en qué sentido tiene vivir. Yo también he llegado hasta ahí. También fui a un psicólogo y es muy doloroso.
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– I: Creo que el juicio nos puede dar tranquilidad, pero muy pequeña, porque a mi hermano no me lo van a devolver. Tengo ganas ya de que acabe, porque todo esto es prolongar la agonía.
Dejan atrás ese fatídico lugar y siguen caminando hasta el inicio del muelle, un lugar importante y feliz para ellos. «La playa de La Concha era uno de los sitios favoritos de Santi. La de Gros también le gustaba, pero donde se bañaba era aquí», recuerda su madre con una sonrisa.
– ¿Cómo era Santi?
– F: Era muy cariñoso, le gustaba mucho abrazar y sonreír, era muy social y muy humano. No le gustaban los problemas. Era bastante mediador, muy inteligente y educado. Tenía don de gentes, la gente le quería mucho.
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– I: Era muy bueno. Siempre se ha portado muy bien conmigo, nos hemos cuidado mutuamente. Era como mi mejor amigo, solo teníamos un año de diferencia, teníamos amigos en común, compartíamos habitación... Aparte de un hermano, me han quitado a mi mejor amigo.
– ¿Hablan de él habitualmente?
– F: Sobre todo de sus anécdotas, porque era gracioso.
– I: Cuando hablamos de él es porque sabemos que nos va a sacar una sonrisa. Nunca es para llorar o ponernos tristes, sino para recordarle de la mejor manera posible, como si lo tuviésemos aquí.
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– ¿Ha vuelto a salir por la noche?
– I: Sí, porque al final vida solo hay una. Por mucho que mi hermano no esté, yo creo que él piensa que yo tengo que seguir disfrutando, que no me tengo que perder ningún momento. Esto me ha cambiado la vida. Antes tenía una manera de pensar y esto me cambió. De la noche a la mañana puede que no estés aquí, o tu madre o tu hermano u otro ser querido, y te hace replantearte todo.
La Diputación muestra su «cercanía» a la familia y lamenta que la justicia «es demasiado lenta»
La portavoz de la Diputación de Gipuzkoa, Eider Mendoza, ha mostrado este martes la «cercanía y cariño» de la institución foral a la familia de Santi Coca, al tiempo que ha lamentado que situaciones como uno de los acusados se encuentre en paradero desconocido demuestran que la justicia «es demasiado lenta».
Mendoza, a preguntas de los periodistas sobre esta cuestión en la rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno foral, ha asegurado que comprenden «absolutamente la desazón que puede crear una noticia de estas características». «Una persona que todavía no ha sido enjuiciada y que se haya dado a la fuga y que en caso de que no contacten o no consigan localizar a esta persona no responda ante el asesinato en el que presuntamente participó o cometió, evidentemente, pone todas las alarmas en rojo», ha sostenido la portavoz foral.
Tras insistir en transmitir «cercanía y cariño» a la familia de Santi Coca, ha afirmado que «no se entiende que se den situaciones de este tipo». «En muchas ocasiones hemos señalado que la justicia es demasiado lenta y, desde luego, esta es una evidencia de ello», ha subrayado.
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