Los rezagados de la vacuna

Jon Urresti, de 29 años, acaba de recibir la segunda dosis. Probó a pedir cita en julio, según se abrió el plazo para los veinteañeros, pero «el sistema estaba saturado», recuerda el getariarra. Esperó unos días para probar suerte de nuevo y encontró fechas libres para recibir la primera dosis a mediados de agosto. Pero prefirió posponer el primer pinchazo a finales de mes. Urresti es remero y explica que «no quise arriesgarme a que coincidiera en días de la competición de La Concha, que me diese reacción la segunda vacuna y pasar dos días mal». Por eso, el remero de Urdaibai se rezagó en la vacuna.

Pedro Solís, de 76 años, ha pospuesto varios meses su vacunación contra el Covid-19. Esta semana ha recibido finalmente la segunda dosis en el vacunódromo de Illunbe. «Me llamaron de Osakidetza hace dos o tres meses pero me dolían las piernas y decidí retrasarlo ya que no podía casi ni andar». Una vez remitieron sus dolores, Pedro llamó a su centro de salud para pedir cita y recibir las dos dosis que le inmunizan contra el virus. «He estado tranquilo todo este tiempo, de hecho, si me hubiera vacunado en su día con mis dolores, la vacuna igual me hubiera hecho más daño que beneficio. Tenía mis motivos para no pedir cita».

Jon Urruzola tiene 58 años y finalmente se ha inmunizado contra el Covid ahora, en septiembre, después de varios meses de «temor» a la vacuna. El martes recibió la segunda dosis. «En su día no lo veía claro, andaba con la duda y el miedo a los efectos secundarios», reconoce. Después de pensarlo mucho, el hernaniarra llegó a la conclusión de que «es la única forma de protegerte un poco y si lo pillas lo pillas con efectos muy suaves». Así, Jon ha acudido a Illunbe a su segunda cita «más tranquilo», ya que «desde la distancia, con toda la población vacunada, ves que los efectos adversos no son tan comunes ni preocupantes».