Industria, la forja que moldeó Gipuzkoa y perfila su futuro
De las ferrerías al ordenador cuántico; del fuego a la Inteligencia Artificial; la apertura al mundo en busca de los nuevos desafíos con los pies en la tierra ha definido el trabajo industrial desde sus inicios en un viaje sin interrupción
Alto Urola
Fábricas de hierro que fueron un imán
El tipo de industria guipuzcoana «es una pequeña y mediana empresa familiar y autóctona, que generalmente da su nombre a las empresas. Este es el claro ejemplo de la comarca: Patricio Echeverría en Legazpi, Esteban Orbegozo en Zumarraga o Garin Hermanos en Urretxu, entre otros. Empezaron con un pequeño capital y pocos obreros –explican desde la Fundación Lenbur– y con los años algunas de estas empresas llegaron a tener más de 3.000 operarios».
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La comarca del Alto Urola es uno de los polos de la industralización del territorio. «En Urola Garaia hay sobre todo dos pilares fundamentales en Legazpi: Patricio Echeverría y la marca Bellota. Esta empresa, la más representativa, llegó a tener su propio ferrocarril, construyo barrios, colegios, etc… Podríamos decir que el pueblo de Legazpi creció a la sombra de la fábrica de herramientas».
La industria, a la vez que la economía, ja perfilado la sociedad guipuzcoana a lo largo de las décadas. «Estas fábricas vinculadas al hierro hicieron de imán para que miles de familias llegaran al País Vasco buscando un futuro mejor. Estas familias necesitaron viviendas y muchas veces fue la propia fábrica la que se vio obligada a construir viviendas y alojamientos para sus obreros». Hoy en día, en núcleos urbanos como Legazpi este diseño del pasado es aún perfectamente visible. De hecho, de la mano de Lenbur se pueden visitar una vivienda piloto en el primer barrio obrero de San Ignacio, la Escuela de los chicos, el Hospital, la vivienda de Patricio Echeverría, el Economato, viviendas de ingenieros... Un legado que permanece.
Goierri
La empresa, el gran referente colectivo
Goierri sigue siendo un referente industrial. El nivel de vida siempre ha sido alto, y eso se debe a que hay mucha industria y muy buena». Juanjo Moral, escritor –autor de la novela 'Vencer en tierra de espías'– e ingeniero en Irizar, destaca que en Goierri «tenemos las empresas de las más importantes y conocidas de Gipuzkoa, como CAF, Irizar, Indar o Ampo».
Moral considera que la industria ha perfilado la personalidad de los goierriarras. «La referencia de las grandes empresas ha sido una constante, tanto en Goierri como en los valles colindantes. Soy de Zumarraga y recuerdo perfectamente que la mayoría de los niños, aunque no era mi caso, tenía la perspectiva de entrar a trabajar en Orbegozo, lo que hoy es Arcelor, o, como mi hermano, la de poder hacerlo en CAF, que es donde trabaja ahora. Tengo muy vivo el recuerdo de los autobuses que traían y llevaban a los trabajadores a las fábricas. Todos los chavales nos fijábamos en aquello».
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La industria de Goierri, que hunde sus orígenes en el ferrocarril que transportaba el mineral desde las minas hasta Ormaiztegi –cuyo puente sigue siendo una obra de ingeniería objeto de admiración, con su estructura de hierro de 18.000 toneladas que permitió que Madrid y París estuvieran unidas por el tren–, avanzó hacia la metalurgia y las fundiciones. Después las empresas se fueron extendiendo a la fabricación de maquinaria, de componentes automotrices y a la tecnología avanzada. «La industria –ratifica Moral– sigue siendo un motor gracias a la innovación, apostando por el desarrollo sostenible, la movilidad o el hidrógeno». Goierri sigue siendo mucho Goierri.
Tolosaldea
De las primeras ferrerías, al papel y al textil
La actividad industrial se remonta en el valle del Oria hasta la Edad Media, con la implantación de las primeras ferrerías. A partir del siglo XV, con la generalización de la ferrería hidráulica, es cuando se vive una revolución en la zona, rica en recursos boscosos y en agua. Así comienza una tradición metalúrgica que dio lugar a una importante industria de fabricación de armas.
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El siglo XVIII supuso la crisis de las ferrerías tradicionales y se inició un periodo de reconversión. Nace la industria papelera al amparo de los pequeños molinos harineros que reaprovechan sus infraestructuras hidráulicas para nuevos usos. La creación de fábricas de papel a lo largo del cauce del Oria fue rápida e intensa. No obstante, a partir de 1925 su crecimiento se vio limitado por el escaso espacio en las márgenes del río.
Otro sector de gran importancia es el textil. Existe constancia de su presencia a lo largo del Oria al menos desde el siglo XV, pero será en el siglo XIX cuando se cree una auténtica industria textil cuyo punto de partida se podría considerar la creación en 1845 de la Fábrica de hilados y tejidos de Oria, entre Urnieta y Lasarte-Oria. En Tolosa, la primera industria textil es la fábrica de boinas Elosegui, La Casualidad, fundada en 1857. A estas industrias pioneras seguirían la Fábrica de Hilados, Tejidos y Estampados de Andoain (1858) y la de Villabona (1860). Al igual que el sector papelero, la industria textil experimentará un estancamiento en las décadas de 1920-1930, con una cierta recuperación tras la Guerra Civil y una crisis más profunda a partir de 1970.
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Urola Kosta
Anchoas en salazón al estilo siciliano
Provengo de una familia de origen siciliano. Mis antecesores eran de Sciacca provincia de Agrigento, una población de gran tradición del salazón de anchoa. Era bien sabido en todo el mundo que la mejor calidad de anchoa venía de las costas del Cantábrico así que a principios del siglo XX, mi bisabuelo Giuseppe Oliveri, vino a instalarse aquí como encargado de una empresa siciliana para enseñar el arte y técnica del salazón». Así se presenta Mila Oliveri, fundadora de Conservas Nardín, en Zumaia, un pueblo que hoy respira con la adquisición por parte del consorcio formado por Abu Dhabi Ports Group y Premier Marine, ambos de Emiratos Árabes Unidos, de Astilleros Balenciaga, la decana de las empresas zumaiarras.
Como en el resto de Gipuzkoa, en Urola Kosta se han realizado diversas actividades empresariales y se puede contemplar «un variado catálogo de nuestro patrimonio industrial: instalaciones mineras, cementeras, cerámicas, mercados, infraestructuras de carretera… en un paisaje majestuoso y de fuerte carácter», según describe Euskal Industri Ondarea.
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El sector primario tiene porcentualmente un peso mayor que en otras comarcas, con fuerte actividad pesquera en Getaria y en Orio. El puerto de Zumaia, según Francisco María Labayen en su 'Cosas memorables de Guipúzcoa', «es el menos pesquero del litoral guipuzcoano. Es la industria la principal riqueza de Zumaia», con sus «grandes talleres metalúrgicos, astilleros y conservas de pescado, sin olvidar las fábricas de cemento natural». El tren del Urola, hoy atractivo turístico en Azpeitia, vertebró la comarca siguiendo el cauce del río.
Donostialdea
La apuesta es tecnológicay científica
Pese a las apariencias, Donostia es una ciudad de larga tradición industrial. La llegada del ferrocarril del Norte en 1864 da un impulso importante a una actividad anterior ya consolidada, con astilleros en el Urumea y fábricas junto a las playas. La historia industrial de Donostialdea, marcada por la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX, se centró en sectores como el cemento, vidrio, bebidas, chocolate, jabón y la siderurgia, apoyándose en el puerto Pasaia.
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El sector del cemento, representado por la fábrica de los Rezola, fundada en 1858, conoció una gran expansión. Un año más tarde se levantó la fábrica de cemento y ladrillos La Fe, en Ondarreta. En la industria alimentaria, el maestro cervecero alemán Anthony Kutz sentó las bases de la fábrica de cervezas 'El León', fundada por sus descendientes en 1890 en Venta Berri. En 1914 se fundó la fábrica de jabones Lagarto, y la fábrica de chocolate Suchard se expandió, comenzando a producir también los caramelos Sugus en 1961.
La actividad industrial sigue creando buena parte de la riqueza de la ciudad, en sus polígonos, muy activos. Y en los últimos tiempos, Donostia ha girado su mirada a la biociencia, los polos tecnológicos, la vanguardia sanitaria, la investigación universitaria y comercial... que ya crean importantes nichos de empleo. Cerraron históricas fábricas junto al Urumea como Savin o Tabacalera, convertida en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera. También se sigue trabajando en industrias como la papelera de Hernani, en una Donostialdea que se mueve.
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Oarsoaldea
De las minas de Arditurrial puerto
Hay noticias de la actividad industrial en Oarsoaldea desde la época romana, cuando el mineral de las minas de Arditurri se descargaba en la desembocadura del río Oiartzun. El puerto de Pasaia sigue siendo el gran polo industrial de la comarca. En la edad media, se embarcaban las producciones de las ferrerías de la zona y la lana navarra, y se desembarcaban granos y manufacturas de Europa. Se consolidan la pesca tradicional y la caza de ballenas.
A partir del siglo XVI la actividad se centra en la construcción naval y las pesquerías de ballenas y bacalao en Terranova. Es en el siglo XIX, con la llegada del ferrocarril y la carretera nacional, cuando el puerto comienza su modernización. El siglo XX es el del tráfico de la industria pesada y la época dorada de la pesca de altura, que comienza su decadencia en los últimos treinta años del siglo.
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Desde mediados del XIX hasta los años 80, Errenteria contó con grandes empresas como Niessen, Papelera Española, Real Compañía Asturiana de Minas, Esmaltería, Fabril Lanera, La Ibérica de galletas Olibet…, que tenían sus instalaciones en el centro. Asociadas a ellas, multitud de pequeños y medianos talleres. Todo el tejido urbano era un gran polígono industrial. A partir de los años 80, con la crisis industrial, la situación cambiará radicalmente. La exitosa regeneración urbana y social de Errenteria, provocó que su huella industrial apenas haya perdurado, en favor de un urbanismo de escala humana, pero la presencia de la papelera Papresa, que ocupa casi toda la ribera este del río Oiartzun al paso por el centro de la ciudad, es un testigo vivo de aquel esplendor.
Bidasoa
La excepción que confirma la regla
El desarrollo económico de Irun y el Bidasoa es muy distinto al del resto de Gipuzkoa y Bizkaia. Y no es casualidad. Al final de la Primera Guerra Carlista, el primer fuero que se pierde es la frontera. Antes, la muga estaba en Leintz-Gatzaga. Se lleva a Irun, con lo que la ciudad se integra en el mercado español y se convierte en la puerta de Europa», explica la historiadora Lourdes Odriozola.
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La ley de Aduanas va a condicionar el desarrollo económico porque «se establece la zona fiscal, que dice que no se pueden poner fábricas a menos de diez kilómetros de la muga, lo que tiene mucha influencia. No solo en Irun, sino en Hondarribia, Oiartzun, Bera, Etxalar, Lesaka, Doneztebe, Elizondo, Urdax o Zugarramurdi. Por este motivo, la industria de Oiartzun se desarrolla a partir de 1980 y en Hondarribia no lo ha hecho nunca».
Sin embrago, «esta ley que tanto daño hizo al segundo sector, le hizo un gran favor favor a la industria minera, una de las excepciones que contemplaba. Eso atrajo capital inglés y francés, lo que viene unido a la aduana. También queda exento de la prohibición el sector alimentario y por eso es tan importante la industria chocolatera, donde Elgorriaga es la firma más importante y, a su estela, la Fábrica de cerillas». Esa norma se va relajando con el paso de los años y en 1932 abre Porcelanas Bidasoa.
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Otra diferencia de respecto a las zonas donde impera el segundo sector es que «si allí la mayoría de trabajadores son hombres, aquí son mujeres, algo similar a loa que acontece en Bergara con los telares. Se crea un sindicato femenino, el sindicato Nazaret». La cuenca del Bidasoa, la excepción que confirma la regla.
Debabarrena
La superposición de capas industrialesy poblacionales
El triángulo que forman Eibar, Elgoibar y Soraluze representa un paisaje urbano que es el resultado de una manera de entender el desarrollo que muestra la evolución industrial, técnica y habitacional en un mismo espacio geográfico. Los tres municipios presentan un mismo patrón de asentamiento: un pequeño número de industrias que requieren un amplio espacio físico –como Alfa, Orbea, Star o Valenciaga, en Eibar, Sigma y San Pedro en Elgoibar, en Elgoibar, o SAPA, en Soraluze– que conviven con talleres en altura, destinados a la pequeña empresa auxiliar, y que se entremezclan con un espacio habitacional densamente poblado, diseño alejado del modelo de ciudad burguesa que adoptaron otros núcleos, también importantísimos para el desarrollo industrial guipuzcoano, como Tolosa o Beasain.
Debagoiena
La cuna del cooperativismo...y del chocolate
La puesta en marcha de Fagor en 1955 fue la primera piedra de la Corporación Mondragón, fundada tres años después por el sacerdote José María Arizmendiarrieta. Arrasate y Debagoiena son el corazón del cooperativismo, que marca la identidad de la comarca no solo en lo económico sino también en lo social, con marcas muy conocidas como Eroski, Laboral Kutxa o Fagor Inl además de Mondragon Unibertsitatea.Tres años después se crea ULMA, un taller para ofrecer servicios auxiliares a la industria chocolatera de la comarca, hoy convertido en un gigante. También recuerdan desde Lenbur que «la industria del chocolate estaba muy enraizada en Oñate, donde hubo más de veinte chocolaterías, y el pueblo curtidero por excelencia fue sin duda Antzuola donde hubo cuatro fábricas de cuero».
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