El Covid da un 'tiempo extra' a Euskadi para solucionar la crisis de los residuos industriales
El parón de la actividad frena la creciente necesidad de destino de los escombros tras un aumento del 50% del envío a vertedero en apenas ocho años
La pandemia del Covid-19 ha otorgado un 'tiempo extra' a las administraciones vascas en el reto de resolver la crisis de los residuos industriales ... y de construcción generada en Euskadi después del derrumbe del vertedero de Zaldibar, del que hoy se cumplen cinco meses, y tras el cierre en marzo de la instalación de Mutiloa. Ambos vertederos eran pieza fundamental para las innumerables compañías de la comunidad, que enviaban allí alrededor de 850.000 toneladas de residuos no peligrosos al año. El Gobierno Vasco, sin alterar su labor de búsqueda de los dos trabajadores sepultados bajo los escombros de Zaldibar, se vio en la obligación de lanzar un SOS para analizar soluciones de urgencia para esa producción de residuos y hasta lanzó una orden para limitar su envío a vertederos a comienzos de marzo. Finalmente, eso sí, ha encontrado un aliado en la pandemia, que ha reducido la generación de residuos de las empresas debido al bajón de actividad.
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El departamento de Medio Ambiente no dispone de datos actualizados sobre la reducción en la generación de residuos que ha supuesto el parón en la actividad desde mediados de marzo y hasta el final del estado de alarma -de hecho las empresas siguen tratando de recuperar poco a poco su marcha anterior-, aunque las cifras del último año completo registrado pueden permitir hacer una aproximación de la reducción en la generación de residuos que ha podido suponer el parón. En 2018, se produjeron 3,4 millones de toneladas de residuos no peligrosos en Euskadi (56% del total de desperdicios generados en la comunidad), lo que arroja una producción mensual de unas 287.000 toneladas. Por otro lado, en 2016 -últimos datos disponibles-, se generaron 1,26 millones de toneladas de residuos de construcción y demolición, a una media de 105.000 toneladas al mes.
Así las cosas, entre esas dos corrientes de residuos se pueden generar cada trimestre alrededor de un millón de toneladas de desechos en el País Vasco, cifra que ha podido verse reducida «en algunos casos hasta la mitad», apuntan fuentes próximas al sector, por lo que las necesidades de buscar un destino a esos residuos en los tres meses que ha durado el estado de alarma no han sido tan acuciantes.
'Boom' en vertederos
De esa cantidad, buena parte tenía como destino los vertederos. Concretamente alrededor de 125.800 toneladas de residuos no peligrosos al mes y otras casi 15.000 de escombros de construcción acababan directamente en estas instalaciones (sin tener en cuenta los materiales cuyo destino final desconoce el propio departamento de Medio Ambiente). En total, unas 140.000 toneladas de residuos de estas características acababan mensualmente en vertederos como el de Zaldibar o Mutiloa, una cifra que ha aumentado de forma importante en la última década, debido en buena medida al ahorro en costes que les supone a las empresas productoras de residuos el enviarlos directamente a un vertedero en vez de a una planta de tratamiento.
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Un dato refleja ese 'boom' del envío a vertederos de residuos industriales no peligrosos. Si nos remontamos a 2010, las estadísticas del Gobierno Vasco muestran que ese año se produjeron en Euskadi 2.767.895 toneladas de estos desperdicios. De ellas, 1.596.780 fueron recicladas y 1.022.714 acabaron en vertederos.
Ocho años después y con una ley de residuos de por medio (la de 2011), el resumen de la estadística fue el siguiente: 3.448.313 toneladas de residuos industriales no peligrosos producidas, 1.826.940 recicladas y 1.509.915 a vertedero. Esto es, mientras que el reciclaje ha aumentado un 14,4%, la eliminación en vertedero lo ha hecho un 47,6% con casi medio millón de toneladas más.
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En lo que a la gestión de residuos de construcción y demolición se refiere, la estadística es algo distinta. Se recicla el 62% de los RCDs -unas 778.000 toneladas- y se envía a vertedero el 12% (177.500 toneladas). Con esas frías cifras sobre la mesa parece que estos residuos se gestionan de forma más que correcta y dentro de la estrategia de economía circular prevista. Pero en esta clasificación existe una 'burbuja' que asusta y es la que se refiere a los residuos cuya gestión el Gobierno Vasco no conoce. El Ejecutivo, según afirma en sus propios informes, no tiene constancia de qué se hace con uno de cada cuatro kilos de escombros que se producen en Euskadi, en total, más de 305.000 toneladas de material que, en muchos casos, acabarán directamente en los vertederos.
Un año de limitación
De ahí que Medio Ambiente calculara a comienzos de marzo que son alrededor de 2,2 millones las toneladas de residuos que anualmente acababan en vertederos controlados de la CAPV hasta finales de 2019. Unas 600.000 toneladas por encima de la suma oficial de residuos no peligrosos y de construcción. Hay que recordar que algunos vertederos también acogen residuos urbanos, como es el caso de las instalaciones de Jata y Artigas en Bizkaia y Mutiloa, en Gipuzkoa, que también recibió este tipo de vertidos hasta el pasado noviembre.
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Con el objetivo de reducir ese envío de residuos a vertederos e impulsar la economía circular, el Gobierno Vasco aprobó a comienzos de marzo la limitación durante un año y de forma urgente del envío de vertidos industriales a vertederos. El objetivo no era otro que lograr superar el déficit en la gestión de 850.000 toneladas de residuos generada por el cierre de Zaldibar y Mutiloa.
El Ejecutivo calculaba que la capacidad adicional del resto de vertederos disponible alcanzaba la 440.000 toneladas, y con lo que el déficit de capacidad de reduciría a 410.000 toneladas. Y con «las posibilidades de valorización de algunas corrientes de residuos industriales», ese déficit de los vertederos este año se situaría finalmente en las 250.000 toneladas.
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Unos cálculos que, debido a la pandemia, están siendo revisados, ya que la situación actual no es tan acuciante y el diseño de nuevas soluciones, como puede ser la puesta en marcha del nuevo vertedero de Epele, pueden tomarse con una reflexión mayor. La caída en la generación de residuos de las empresas apunta a compensar con creces el déficit de capacidad de las instalaciones en este 2020.
Cumplir con la ley de 2011
En principio, la orden publicada en marzo tiene una vigencia de doce meses, aunque se recoge expresamente que puede ser «prorrogable». Todo ello se enmarca «en la imperiosa necesidad de minimizar el vertido de residuos industriales».
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Por ello se tratará de lograr que todas las compañías envíen sus residuos industriales a tratamiento previo, como exige la Ley 22/2011. En ella, se ponen las bases de cómo debe ser la política de residuos. En el artículo 8 se habla de la 'Jerarquía de residuos' y se apunta que «las administraciones competentes aplicarán para conseguir el mejor resultado ambiental global» la jerarquía que da prioridad a la prevención, la reutilización, el reciclado, la valorización y, en último lugar, la eliminación de los residuos. Una jerarquización que a tenor de los datos de envío de residuos a vertedero, no se ha aplicado de una forma estricta durante los nueve años que llevaba vigente, hasta ahora, que el Ejecutivo se ha planteado exigir a todas las compañías que la norma se cumpla.
Los primeros efectos de la medida se comenzarán a comprobar en pocos meses y se requerirá la actitud proactiva de las empresas. En adelante, Medio Ambiente también quiere impulsar el desarrollo de una tasa al envío de basuras a vertedero de forma que las empresas opten por el reciclaje y la valorización de materiales en primer lugar.
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