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Makel mira junto a su aita Kamel, su ama Itsaso, sus aitonas y tíos el libro que Olentzero le dejó en la Plaza de Gipuzkoa de Donostia. FOTOS ARIZMENDI

Cualquier punto vale para recibir a Olentzero

El carbonero y Mari Domingi entregaron paquetes en la calle ante la decisión de las familias de no juntarse este año en Navidad

Oskar Ortiz de Guinea

San Sebastián

Viernes, 25 de diciembre 2020, 21:19

Las primeras referencias de Olentzero son del siglo XVII. Por eso le correspondió como profesión la de carbonero. Si este personaje legendario naciera hoy, sería ... por lo menos ingeniero aeronáutico y Mari Domingi habría inventado ya tres o cuatro vacunas contra el covid. Porque son superhéroes. De otro modo no habrían podido hacerse a todos los cambios de hábitos a los que nos ha obligado la pandemia. Porque este año muchos regalos estaba desaconsejado entregarlos en los lugares habituales: el pino iluminado en casa del aitona y la amona o el salón de los tíos. Y no era fácil encontrar los sitios en los que muchas familias habían acordado encontrarse al aire libre para abrir los obsequios traídos por la pareja mitológica. Valía cualquier punto, a poder ser resguardado, porque la meteorología no invitaba a estar a la intemperie. Olentzero se debió de aliar con el espíritu navideño de Júpiter, el dios de la meteorología, porque logró que la lluvia diera una tregua durante buena parte de la mañana.

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En Errenteria se libró por los pelos del agua la familia de los pequeños Beñat y Uxue. Junto a sus aitas, Joseba y Arantzazu, quedaron en un bar de la Alameda con sus tíos y aitonas. «Todos los años nos solíamos juntar, pero esta Navidad la hemos celebrado cada uno en su casa», explica Arantzazu. Tanto sus padres como el aita de Joseba se quedaron solos en la mesa, lo que da «pena, pero es lo que toca» con la esperanza de que habrá más navidades para pasarlas en familia. Tal vez porque este año todos hemos pasado más horas en casa de las habituales, Olentzero, siempre práctico, dejó a Beñat y Uxue puzles y juegos de mesa.

Un libro educativo se encontró Markel, de dos años, sobre una mesa en la terraza recogida de un bar de la Plaza Gipuzkoa de Donostia. Además de sus aitas, Kamel e Itsaso, no faltaron sus aitonas por ambas partes ni su izeba. Viendo las previsiones meteorológicas, no dudaron en el punto de encuentro: «Los soportales de la Diputación son muy socorridos para los donostiarras», aseguran mientras queda patente que las páginas con casas han seducido al pequeño Markel, que no suelta el libro. Es de desear que pueda comprobar pronto que lo normal no era ver a su ama con mascarilla.

La perspicacia de Olentzero se personifica en Jon, de trece años, feliz con su bicicleta nueva. «Me la trajo unos días antes», explica este azpeitiarra, que así pudo pedalear este viernes por todo Donostia con su hermana Izaro, de siete, y sus aitas, Iosu Irulegi y Edurne Lasa. Su Navidad ha sido más diferente que para muchos guipuzcoanos, porque la están pasando en autocaravana. Iosu, que compite como máster 40 en ciclocross, suele reservar unos días de vacaciones para las carreras. Suspendidas estas, ha unido su descanso con el de su mujer. «Pensábamos haber ido a algún sitio con sol, pero dados los límites entre comunidades, nos hemos quedado en Gipuzkoa: dos días en Zarautz, tres en Oñati y al menos dos o tres en Donostia, que ha sido la alternativa para evitar el frío de Gasteiz».

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Este día de Navidad deberían haber comido en Asteasu, donde Iosu, que cumplía 45 años, había disfrutado sus otros 43 cumpleaños previos. Anuncia ya su presencia en 2021, porque confía en que «con la vacuna vayamos recuperando la normalidad», sobre todo en las relaciones entre las personas». De hecho, aparcan siempre la autocaravana en áreas reservadas para ello «por respeto a la gente. Si se recomienda reducir los contactos, no es cuestión de meter la autocaravana en un núcleo urbano». El hecho de ir en una pequeña casa rodante da esperanzas a Izaro, porque ella pidió a Olentzero «un coche con una pista y me ha traído una pizarra con rotuladores. Igual me la ha dejado en casa... o lo ha encargado a los Reyes Magos».

Los monarcas de Oriente también se van a tener que multiplicar estas navidades. De hecho, ya se han pasado por la casa en Bera de Ramón y Maripaz, aitonas de Maialen. Como el 6 de enero estará restringida la muga de Endarlatsa, esta pasaitarra de 5 años fue el jueves con sus aitas a la coqueta localidad de Bortziriak, donde Melchor, Gaspar y Baltasar le dejaron una nota explicando su llegada adelantada. La visita familiar fue precavidamente fugaz, y luego cada cual a su nido a pasar la Nochebuena, que esta vez no fue todos juntos en Pasaia.

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En una Navidad normal, todos se habrían reunido ayer en Bera junto a los otros aitonas, Sebas y Blanqui. Pero este viernes, no. «Hemos reducido mucho los contactos con la gente, y también con la familia. A los aitas les veo un rato un día a la semana». La lluvia aconsejó que el encuentro fuera en casa y no en la calle. Olentzero no faltó a esta cita en Donostia, a la que se sumaron el primo Xabier y su ama, Esther. Dado que Maialen y Xabier van juntos a clase, «somos casi unidad convivencial».

También lo son prácticamente Eider y Xabier, de 15 y 4 años, y su abuela Olga, que vive en el portal de al lado, en el barrio donostiarra de Larratxo. Junto a sus aitas, Javier y Andere, no dudaron en visitar a la amona y abrir sus regalos. «Hacemos vida diaria», explican. También en Navidad, por lo que en su caso la llegada de Olentzero fue como otros años, salvo para Xabier, que recibió carbón «por saltar en la cama». Al pequeño le compensó la pistola láser que tanto quería. Ojalá sirviera para acabar con el covid.

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