Los nuevos límites del ocio: hasta el municipio vecino

Restricción de movimientos ·

Cuadrillas, ciclistas o mendizales se han visto obligados a cambiar sus planes y disfrutar de la actividad en su municipio o en pueblos colindantes. Gipuzkoa, de nuevo confinada

Sábado, 31 de octubre 2020, 07:39

Amaia, Domingo, Jon, Teo y Paula | Familia

«Con los niños limita más un mes de mal tiempo que un mes con estas medidas»

Los mellizos Jon y Teo, con sus padres Amaia y Domingo y su amiga del parque, Paula. Usoz

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Llevaba tiempo pendiente de montar la baca del coche para poder cargar las bicis encima e irnos por la provincia a hacer alguna ruta», cuenta ... Domingo Villanueva. «Lo preparé todo la semana pasada con idea de irnos este fin de semana y mira lo que ha pasado», se ríe ante la ironía del destino que nunca se sabe por dónde va a salir. «La pandemia limita mucho los planes que puedes hacer», añade su mujer Amaia Valverde, «mantienes los que puedes disfrutar por aquí cerca y tampoco hay mucha opción si quieres ser estricto con el cumplimiento de las medidas».

Amaia se refiere a evitar las aglomeraciones que muchas veces se dan en los parques infantiles, a los que acostumbran a ir con sus hijos Jon y Teo de siete años. «Aprovechamos los fines de semana para andar por los bidegorris, ir a la playa... pero estas últimas semanas no ha hecho buen tiempo y tampoco se ha terciado. Entonces al final nos juntamos todos en los mismos sitios», dice señalando el parque lleno de niños. «No hay nadie vigilando y al final el aforo depende más bien del parecer y responsabilidad de cada uno».

Domingo reconoce que en más de una ocasión han llegado al parque y al ver el gentío han cambiado de idea sobre la marcha. «O nos vamos a otro o nos ponemos más apartados de los columpios y jugamos a hacer carreras de relevos o lo que se pueda», cuenta. «Pocas veces nos volvemos a casa, si acaso, acortamos la salida y ya está».

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Por eso, con la entrada en vigor de las últimas restricciones de movilidad del Gobierno Vasco su mayor cambio a la hora de plantear sus horas de ocio en familia ha sido el de evitar los parques infantiles «sobre todo los fines de semana, que es cuando más concurridos están. Entre semana, después de la ikastola sí que venimos».

A pesar de «echar de menos visitar a la familia y hacer algo más de vida social», ambos coinciden: «Es más limitante un mes de mal tiempo que un mes de este tipo de confinamiento».

Al margen de esto, la familia Villanueva Valverde no acostumbra a organizar planes con mucha antelación. «No hacemos planes a largo plazo. En general, nunca. Con el mal tiempo que hace aquí no puedes jugártela en ese sentido», por lo que la pandemia no les ha dejado sin planes.

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Ahora todavía «hay muchas cosas que se pueden hacer», si no es al parque, «raquetas, bici u otro plan», aunque cuando llueve la lista disminuye notablemente. Algo para lo que la pandemia y el confinamiento de marzo trajo muchos aprendizajes que se pueden aplicar a este semiconfinamiento. Si no que se lo digan a la pareja que nunca creyó lo que podría dar de sí un colchón tirado en el suelo. «Nos hemos quedado con muchos trucos para entretener a los mellizos que aprendimos en el confinamiento», cuenta la pareja. «Por casualidades de la vida pusimos un colchón que no usábamos en el suelo de la sala y da mucho juego. Saltamos encima, hacemos guerra de almohadas... da mucho de sí».

Juani Hernández | Mendizale

«Habrá que adaptarse otra vez, pero por lo menos podemos salir»

Juani Hernández sale a diario a pasear y realizar un recorrido por Donostia. Usoz

Quien no se consuela es porque no quiere o tal vez sea más correcto decir que toca buscar el lado positivo de las nuevas medidas adoptadas por la Covid-19 y eso ha hecho Juani Hernández. «Gipuzkoa está llena de sitios bonitos por los que se puede pasear y practicar senderismo, donde poder airearnos y hacer kilómetros». Transmite su positivismo y ganas de adaptarse a la nueva situación sin renunciar a lo que más le gusta. Aficionada al senderismo desde muy pequeña, esta belauntzarra afincada en Donostia cuenta que «empecé a ir al monte siendo muy pequeña. Después de venir de la ikastola íbamos a Erroizpe en Gaztelu, a Larte en Berastegi o hasta Uli, en la muga con Navarra». Después, llegaron Uzturre, Txindoki, Adarra, Hernio hasta que se trasladó a vivir a Donostia. «Vivimos en un sitio privilegiado en el que hay un montón de recorridos y la posibilidad de hacer kilómetros sin gran dificultad; es muy variada e interesante porque hay muchos sitios preciosos aquí mismo: en los alrededores de Igeldo, Urgull o hacia Orio y Usurbil», enumera sin salir de los lindes.

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Hernández se viste todos los días sus zapatillas de monte. «Salgo todos los días a correr o pasear una hora al día, por lo menos. Si puedo salir después de trabajar aprovecho para dar una vuelta y después hago algo de bici estática en casa». Ya la tiene preparada por si acaso. «En primavera, durante el confinamiento, fue la única manera de hacer deporte y la verdad, que nos hicimos unos cuantos kilómetros. Además, un vecino tenía una elíptica y respetando todas las medidas de seguridad e higiene establecimos un circuito alrededor de la casa y una tabla de ejercicios para realizar a diario». Fueron semanas, incluso meses duros, que para Juani resultaron interminables, pero siguiendo su espíritu positivo no desistió y mantuvo su buena forma física. De hecho, «en cuanto nos dejaron salir mi marido y yo nos fuimos al Ttutturre, en Aralar. Hacía mucho tiempo que no iba y fue el primero que subimos al levantarse el confinamiento. En esta ocasión, cuando nos dejen desplazarnos, quiero ir al Txindoki. También tengo pendiente el Balerdi».

Aunque reconoce que no siente todavía gran añoranza de subir al 'Cervino' guipuzcoano, Hernández echa en falta poder desplazarse hasta su segunda vivienda. «Estábamos acostumbrados a pasar el fin de semana en la casa que tenemos en el valle de Basaburua en Navarra. Aprovechamos para hacer rutas de unas cuatro horas. Nos gustaba ir a Ireber o pasear por las rutas entre los pueblos del valle, pero bueno, ya volveremos». Mientras, se queda con el recuerdo de que «hace unas semanas nos fuimos un grupo de amigos a Picos de Europa. Ahora salgo a diario con una amiga y esta situación me permite conocer los rincones de Donostia».

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Juan Ignacio Elosegui | Cicloturista

«No queda otra que repetir recorridos: Orio, Hernani y Donostia»

Juan Ignacio, de ruta por Donostia. Michelena

Acostumbrado a meterse entre 80 y 120 kilómetros al día entre pecho y espalda sobre una bicicleta, al cicloturista donostiarra Juan Ignacio Elosegui le va a resultar bastante «aburrido» no poder salir lejos del municipio para disfrutar de una de sus verdaderas pasiones. Las nuevas restricciones a la movilidad del Gobierno Vasco permiten únicamente moverse por los municipios colindantes y bajo ningún concepto, salir de la comunidad para la práctica deportiva. «Nos condiciona a hacer unos recorridos y kilómetros concretos. Antes de la pandemia alternábamos mucho más, íbamos a los Pirineos, Jaca, Biescas... Ahora no queda otra que repetir recorridos y andar por el mismo sitio todos los días, Orio, Hernani y Donostia», comenta con cierta resignación Elosegui, destacado corredor de competición desde los 14 años y hasta los 27. Ahora, ya jubilado y a sus 64 primaveras, disfruta «pletórico» sobre las dos ruedas. «A mí con tal de que no me quiten la bici... Quien quiere seguir haciendo deporte ya se busca alternativas», comenta quitando hierro al asunto de las nuevas restricciones. Aún así, no les encuentra mucho sentido al preguntarse «por qué se puede ir hasta Orio y por ejemplo a Zarautz, no. ¿Qué pasa que en un lado me puedo contagiar y en el otro no?».

El hecho de tener que atravesar la ciudad es otro de los inconvenientes de las nuevas limitaciones a la movilidad, lo que «al final crea un mayor peligro». Se acabó también lo de ir en grupo y sin distancias entre compañeros de fatigas. «Ahora no podemos ir más de 6 así que tenemos que salir por grupos porque somos unos 25 y además hay que mantener una distancia de 1,5 metros entre uno y otro, cuando antes íbamos todos en pelotón», explica Elosegui, que empieza a acostumbrarse a los controles policiales en sus salidas. «El jueves en la rotonda de Orio había tres coches de la Ertzaintza parando a un cicloturista. A mí me pararon una vez en la desescalada porque pasé de Galarreta a Loretoki, hay 100 metros que ya es Hernani y no me dejaban pasar por ahí. Ya sé que las normas están para cumplirlas pero también el sentido común es importante», reclama. O como cuando no se podía salir de Donostia y «todo el mundo se concentró en Igeldo. No se veían más que ciclistas para arriba y para abajo. Digo yo que si lo que quieren es que no se junte la gente, que den espacio para que se disperse», plantea, al tiempo que reconoce la «dificultad» de establecer normas en tiempos de pandemia.

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Lo único que espera es que no le confinen como la vez anterior en casa porque «aquello fue muy duro».

A este jubilado donostiarra lo que le gusta es la sensación de «libertad» que le proporciona un deporte que ahora practica como aficionado, pero que le mantuvo al más alto nivel de exigencia durante más de una década, acumulando numerosos títulos.

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