El turismo, en jaque por el confinamiento

Poco influye que sea martes o sábado, un día laboral o uno festivo, porque con el nuevo confinamiento perimetral la actividad turística ya no fluctúa en función del calendario. Este 1 de noviembre, día de Todos los Santos, será un domingo más. El sector lleva desde marzo con la idea de resistir bien interiorizada, pero a dos meses de terminar un año nefasto y sin precedentes, la nueva limitación a la movilidad ha terminado por fulminar la poca esperanza que quedaba a quienes se dedican al turismo. Ya no son los aforos o los ajustes horarios los que ponen coto a su actividad, sino que esta se vuelve del todo inviable si únicamente pueden contar con el público local.

En esta tesitura se encuentran quienes gestionan alojamientos, establecimientos de hostelería y actividades de ocio y tiempo libre, que han pasado de hacer previsiones a medio año, a marcarse el horizonte a un máximo de 48 horas vista. Susana de la Rubia, directora del Parador de Hondarribia lamenta que la ocupación «ha bajado de forma considerable en estos 15 días y, salvo clientes que vengan a trabajar, alguna persona empadronada aquí o que tenga motivos familiares justificados, es complicado que venga alguien. De cara a este fin de semana algunas tenemos, pero en 24 horas todo puede cambiar», comenta esta mujer, para quien «un confinamiento provincial o autonómico en lugar de uno municipal permitiría algo de margen».

En una situación similar se encuentra Marimi Pascual, directora del hotel Monte Igueldo de San Sebastián. Su previsión de ocupación para este fin de semana se sitúa en un preocupante 8%. «La pandemia se ha llevado por delante todo el sector turístico y este confinamiento perimetral en realidad supone cerrar los hoteles», asegura.

Con las fronteras francesas cerradas y cada localidad vasca blindada, el margen de recibir nuevos clientes «se reduce a mínimos». Pascual confía en que estos 15 días de cerrojazo sirvan para frenar la escalada de contagios y, pese a tener el estado de alarma como telón de fondo hasta mayo del próximo año, «la actividad pueda retomarse poco a poco».

El veto a los visitantes también afecta a las empresas dedicadas a ofertar actividades o servicios de tiempo libre. El 80% de las personas que acceden al parque de atracciones del Monte Igueldo son visitantes, por lo que el escenario tampoco es nada halagüeño para su directora, Pilar Pascual. Reabrieron sus puertas en fase 3, cuando la movilidad entre provincias ya se había restablecido. «La situación a la que nos enfrentamos ahora es nueva y peor», subraya Pilar, para quien las expectativas siguen cayendo, y no le queda más opción que adoptar decisiones de una semana a otra. Por de pronto, señala que mantendrá el horario habitual desde el inicio de la pandemia -de 11.30 a 14.00 y de 15.30 hasta las 18.30-, «con una hora al mediodía para desinfectar».

Sobre la mesa tiene un abanico de opciones, pero por el momento no sabe por cual decantarse «Tenemos que ver qué afluencia de público hay a lo largo de la semana y tomar una decisión, porque sin público el parque no es viable», lamenta. No obstante, de cara a este fin de semana confía en que el buen tiempo «anime a subir al Monte Igueldo». «Sé que no es un plan que haga un donostiarra, a menos que tenga niños o le venga alguien de visita, pero quizás puede ser una opción para pasar un día diferente», dice.

Una situación muy similar viven los restaurantes ubicados en localidades pequeñas o zonas turísticas, donde la oferta gastronómica es muy superior a lo que demanda el cliente local. Así, mientras establecimientos como el Araeta recuerdan en sus redes sociales que «estamos en Donostia», otros como el Txoko de Getaria, han optado por adaptar su oferta gastronómica. «Nos vamos a centrar en la gente del pueblo y veremos cómo funciona», señala Enrique Fleischman, que recuerda a las administraciones que «es agotador replantearte tu negocio cada mes. Hemos cumplido todo lo que nos han dicho, y es inconcebible que los canales de información sigan fallando y se tomen medidas de un día para otro, sin darnos tiempo de adaptarnos», critica.