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La moda de los 'edificios cebra' se instala en Gipuzkoa

Bajo el pretexto de la eficiencia energética se han remodelado cientos de fachadas de manera similar cambiando la estética de las ciudades

Lunes, 8 de diciembre 2025, 00:05

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Los reconocerán por sus colores. Por ser todos casi iguales. Son los llamados edificios cebra esos que tienen normalmente franjas blancas y negras y que están tan de moda. Los pueden ver tanto en el centro de las ciudades como en los barrios más periféricos. En promociones nuevas o en edificios antiguos. Un estilo de rehabilitación que, bajo el paraguas de la eficiencia energética en la mayoría de los casos, se ha convertido en tendencia también en Gipuzkoa y que está transformando de forma acelerada el paisaje urbano. Desde Beasain hasta Zarautz pasando por San Sebastián.

Este 'fast-food arquitectónico' que se ha impuesto también en edificios de nueva construcción «da respuestas homogéneas y aplicadas casi por inercia». Así lo denuncia el grupo de investigación ckARMIN, de la EHU, que lleva cuatro años estudiando este fenómeno. Sus investigadores alertan de que «no siempre son soluciones sostenibles, empañan el paisaje urbano y generan edificios resueltos con los mismos sistemas constructivos, con una paleta cromática limitada y sin una reflexión previa».

Calle del Triunfo 1

Evolución del color de la fachada

2016

2025

Calle San Francisco 17

Evolución del color de la fachada

2016

2025

Avenida Zurriola 44

Evolución del color de la fachada

2016

2025

Calle Miracruz 16

Evolución del color de la fachada

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Calle del Triunfo 1

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Calle San Francisco 17

Evolución del color de la fachada

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Avenida Zurriola 44

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Calle Miracruz 16

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Calle del Triunfo 1

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Calle San Francisco 17

Evolución del color de la fachada

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Avenida Zurriola 44

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Calle Miracruz 16

Evolución del color de la fachada

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Evolución del color de la fachada

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Calle San Francisco 17

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Evolución del color de la fachada

2016

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Calle Miracruz 16

Evolución del color de la fachada

2016

2025

El auge de este estilo no es casual. Llega tras el 'boom' de la rehabilitación de viviendas que se ha producido en Euskadi en los últimos tres años, impulsado por el sistema de ayudas del Gobierno Vasco y de la Unión Europea. Euskadi está a la cola del Estado en eficiencia energética de sus edificios debido a su antigüedad. De los más de 800.000 inmuebles existentes, solo un 7% (56.700) puede considerarse altamente eficiente (certificados A, B o C), según datos del Gobierno Vasco. El grueso se reparte entre niveles medios (D o E, 47%) y bajos (F o G, 46%). La edad media del parque edificado supera los 40 años, y en las capitales asciende a 55 años en Bilbao, 53 en San Sebastián y 38 en Vitoria.

Pero, ¿por qué se rehabilitan de forma similar? ¿Hay un ahorro energético? Los investigadores señalan varios factores. Por un lado, la dinámica del propio sector: «Parece que lo nuevo gusta y se copia, independientemente de que sea lo más adecuado arquitectónica o urbanísticamente. Se piensa que este tipo de edificios son nuevos y al rehabilitar fachadas todos quieren los más novedoso». A ello se suma la falta de reflexión en el proceso de decisión y el papel que desempeñan las comunidades de vecinos. También a cuestiones económicas. «La elección final suele recaer en personas no cualificadas, condicionadas por criterios económicos, gustos personales o, directamente, por lo que ha hecho el portal de al lado», lamentan. «Y al final el resultado es que se pierde el color y la identidad visual de las ciudades porque no hay una visión de conjunto», puntualizan.

En Gipuzkoa, como en muchas otras provincias, explican, que se ha impuesto un modelo casi único de intervención: fachadas ventiladas o SATE para la mayoría de las rehabilitaciones que se han realizado en los últimos años o que se están llevando a cabo. Y, aunque, defienden, que son sistemas eficaces energéticamente, no son las únicas opciones o «no siempre la mejor alternativa». Los investigadores recuerdan que existen otras actuaciones igualmente eficientes, como repensar la geometría de los huecos, mejorar el diseño de las ventanas o emplear materiales en el interior con mejores propiedades térmicas, capaces de ahorrar más energía sin renunciar a la riqueza material original.

El problema, insisten, radica en que las rehabilitaciones o las nuevas construcciones de vivienda se están realizando «de manera automática y aislada», sin estudiar el edificio ni su entorno. Esto provoca que se distorsione la composición original, se pierdan materiales y texturas y se elimine la riqueza cromática. «De alguna manera, lo que se hace ahora es poner una piel encima de la fachada, cubrirla, sin tener en cuenta la original. Se simplifica tanto que los edificios quedan planos, sin textura, sin composición», cuentan.

Esta tendencia que se da tanto en edificios antiguos que cambian de aspecto como en otros que se levantan en barrios nuevos presentan, a su juicio, diferencias. En este sentido, consideran que los de los barrios nuevos pueden gustar o no, pero en esos casos no rompen con una estética.

En otras ciudades europeas o incluso en España, se están construyendo barrios o edificios que sirven como referencia con «ladrillo visto o materiales tradicionales reinterpretados, perfectamente aislados y contemporáneos, pero con una riqueza material y cromática mucho mayor». Consideran que hay más sensibilidad y que no se han dejado contagiar por este fenómeno tan presente en Euskadi.

El futuro no lo ven a color. Los investigadores describen un proceso que avanza «muy rápido» y cuyo impacto visual «da vértigo». El ritmo de rehabilitación está cambiando la imagen de la ciudad casi de un día para otro. «El edificio de ladrillo caravista va a desaparecer», auguran. Y aunque reconocen que la mejora energética es necesaria, insisten en que debe hacerse con criterios técnicos, pensando en la calidad arquitectónica y en el entorno urbano.

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