Escapando de la lluvia hace 75 años. PACO MARÍ / FOTO MARÍN

La calle de la memoria

1950 | Cuando llovía, la ducha era «impepinable»

Mikel G. Gurpegui

San Sebastián

Sábado, 15 de noviembre 2025, 01:00

En San Sebastián, debiéramos estar acostumbrados a algo tan cotidiano como la lluvia. Sin embargo, cuando viene acompañada por viento y el agua llega racheada, ... cuesta no chirriarse y no irritarse.

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Hace 75 años, el redactor de 'Sirimiri' de DV estuvo dos días escribiendo sobre las incomodidades de la lluvia. Claro que entonces, para colmo, no había marquesinas en las que resguardarse siquiera parcialmente...

DV, 14-XI-1950: «Ibamos por la Avenida, que estaba en pleamar, y un amigo, arrimado a la fachada en espera del 'Gros', nos llamó para rogarnos que pidamos se pongan marquesinas o cobertizos en las paradas de los trolebuses, porque la gente se cala haciendo cola. Pues ya no falta más que eso –le respondemos– para hacer intransitable esta carrera de obstáculos».

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Hace 75 años no había marquesinas en las paradas de tranvías y trolebuses. Y como los vehículos eran abiertos, el agua entraba dentro. Los días lluviosos no había forma de evitar calarse. «Te pongas como te pongas la ducha es impepinable»

Al redactor le molestaba más la acumulación de mobiliario y elementos urbanos que la mojadura. Seguía así su relato...

«Se echó a reír y en aquel momento llegaba 'su coche'. Corrieron hacia él cuantos le esperaban resguardados, que tuvieron que volver a meterse en los portales, porque iba completo. Verdaderamente, no es agradable con un tiempo así aguardar al tranvía o al trole y no conseguir plaza. Pero tampoco es cosa de que en cada parada se ponga un 'apeadero' cubierto. La solución, mañana».

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No era un remedio al uso, pero en 'Sirimiri' volvieron sobre el tema al día siguiente, en los siguientes términos...

DV, 15-XI-1950: «Ayer prometimos la solución para que no se calen tanto los que hacen cola en espera de trolebuses y tranvías. La solución es bien sencilla: que en vez de calarse esperando se calen andando, es decir, yendo a pie a donde pensaban ir en el 'haiga de todos'. Porque es que si tras la espera y caladura consiguen plaza en el vehículo, van a seguir calándose».

Chorros de canalones

Eran vehículos muy abiertos en los que entraba alegremente el agua...

«Dentro se continuarán mojando igual o más que en la calle. Quienes no lo hayan podido comprobar, hagan la experiencia y se convencerán. De modo que no hay nada que hacer, puesto que te pongas como te pongas la ducha es impepinable. Claro que podemos ofrecerles otras dos soluciones: tomar un 'taxi' o quedarse en casa (...)».

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Estaba desesperanzado el redactor, que remataba la mojadura pasando al tema de los canalones, que «por llevar la contraria, en vez de recoger el agua y tragársela como es su deber, la vierten a chorros de catarata sobre los pobrecitos peatones. Así que es idiota ir por la acera arrimadito a las fachadas; y si para evitar el riesgo pasas al medio de la calle te quedas, entre el chorreo de los canalones de la derecha y el de los de la izquierda, hecho una birria».

Discúlpennos, que vamos a cambiarnos de ropa, tras tanta caladura.

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