1946 | El precio de la carne
Un vecino de Eguia, padre de cinco hijos, escribía a El Diario Vasco, tal día como el de hoy del año 1946, que su mujer ... tenía que abandonar a sus cinco criaturas para ir al mercado y ponerse en la cola de la fruta, del pescado y de la carne, es decir, tres colas en las que perdía toda la mañana sin poder atender a los pequeños que, en ocasiones «no podían ir al colegio porque no estaba su madre para darles el desayuno y el marido, al volver del trabajo, se encontraba con la sorpresa desagradable de no tener la comida preparada». ¿No sería posible evitar las colas unificando los puestos y abastecer en los barrios sin tener que ir al mercado?
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En la misma página, el Ayuntamiento anunciaba una subasta pública para adjudicar nuevos puestos en el Mercado Central de Atocha. Pero tampoco faltaba la pregunta de ¿al mercado?, ¿para qué?, ¡si con estos precios no se puede comprar nada!, sobre todo carne.
Las circunstancias económicas por las que se estaba pasando estaban claras para todos, y los carniceros lo reconocían, pero resultaba que «somos los primeros en dar la cara y la clientela la paga con nosotros». En apenas una década, la carne de ternera había subido de 3,60 a 25 pesetas, debido a la escasez de ganado vacuno, y el mercado libre existente afectaba a los mataderos, tanto a la hora de comprar el producto como a la de pagar las tasas.
1946
Protestaban los carniceros porque siendo quienes estaban cara al público la clientela se enfadaba con ellos
Por otra parte, además del alto precio, el verdadero problema era que no había carne en las carnicerías y El Diario Vasco, también un día como el de hoy, se propuso «estudiar las causas, con asesoramientos imparciales», porque no se trataba de actuar como lo acababan de hacer en Valencia, donde «el mercado se ha visto abastecido instantáneamente, sólo con meter en la cárcel a los carniceros».
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Era necesario analizar el problema para ver quien o quienes eran los culpables. Nadie dudaba que había escasez de ganado, por el gran consumo de carne que hubo durante la guerra y el sacrificio que se hizo de muchos animales, sin ningún control, para cubrir las necesidades más inmediatas y, como tampoco había cereales para alimentar las granjas, debido a la sequía de los últimos años, eran pocos los agricultores y ganaderos dispuestos a su explotación.
Por la reciente guerra las exportaciones desde Argentina eran inviables por falta de divisas y medios de transporte y, por lo que afectaba a San Sebastián, influía, como se recordaba recientemente en 'La calle de la Memoria', el gran crecimiento de la población y de bocas que alimentar.
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Resumiendo, ante la complicada situación, los menos responsables eran los carniceros que recibían las protestas y los enfados del personal, cuando día tras día les veían cambiar el cartelito donde se marcaban los precios.
Pensó el legislador que dejando libre el mercado de la compra venta de reses, habiendo competencia el precio se moderaría, pero resultó, a juicio de algunos, todo lo contario: la poca carne que había se acaparó a la espera de que los precios subieran... y los precios subieron.
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Del 2 de enero al día de hoy la ternera subió de 14,50 a 25 y el vacuno mayor de 12,50 a 20, siempre refiriéndose al precio en canal. ¿Ha sido culpa de los carniceros? Indudablemente, no. «La subida de precios no representa más que un aprovechamiento ilícito por parte de alguien».
Alfredo R. Antigüedad, autor del estudio, adelantaba que «seguiremos analizando la cuestión» sobre el porqué de esa diferencia de precios, entre el origen y el puesto de venta directa al público.
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